Se trata de uno de los actos de justicia mas simples, pero no por ello menos importantes en un tema tan sensible como la secuela de la dictadura cívico militar que provocó decena de miles de desaparecidos en nuestro país en la década del setenta del siglo pasado.
El monstruo genocida, a quien se considera responsable, aún estando en prisión, de la desaparición del testigo en su contra Julio López, firmó la información de su baja en la fuerza agregando la cínica frase "prisionero de guerra".
Desde luego que no puede considerarse una guerra al accionar del aparato represivo contra un sector de la sociedad, así algunos de ellos estén armados, pero mucho menos pueden considerarse actos de guerra los secuestros, torturas y violaciones de personas.
En todo caso, al considerarse prisionero de guerra Etchecolatz ratifica el carácter nazi de la dictadura cívico militar, que más que librar una guerra, realizó una persecución sectaria y fanática, con un resultado criminal escalofriante y que cometieron crímenes tan aberrantes que los propios hijos han decidido cambiarse el apellido para no compartirlo con responsables de actos tan horrendos.
La exoneración es la pena más severa contenida en el régimen policial e implica la separación definitiva de la fuerza y la pérdida de todos los beneficios del cargo.
Además del ex Jefe de Policía de la provincia de Buenos Aires, fueron separados de la fuerza: Carlos García, Horacio Elizardo Luján, Bernabé Jesús Corrales, Fernando Svedas, Miguel Gerónimo Kearney, Raúl Orlando Machuca, Sergio Arturo Verduri, Pedro Antonio Ferriole, Mario Víctor Nicodemo Sita, Luis Vicente Patrault y Santiago Antonini.
