El ritmo de la depredación mundial de los recursos naturales en la que estamos inmersos en la actualidad debido al consumismo exacerbado y la falta de políticas y controles estatales en gran parte del mundo generan un panorama sombrío para el futuro del planeta.
El impacto de las actividades humanas en el cambio climático, la contaminación y uso irracional de las fuentes de agua dulce, la falta de acceso al agua potable de más de 1200 millones de personas, la desertificación y el agotamiento de los suelos, la perdida de biodiversidad, el uso indiscriminado de agroquímicos para la agricultura y la explotación a gran escala de los recursos minerales son los principales temas de la agenda ambiental global.
A ello se suma, el aumento de la demanda de alimentos y recursos naturales para satisfacer las demandas de una población mundial que va en ascenso y que se calcula que llegara a los 9000 millones de habitantes en el año 2025.
En este contexto, la idea del Papa Francisco de elaborar una encíclica papal orientada a la protección del ambiente y la madre tierra es una paso adelante para poder llamar a la reflexión y a la acción a los jefes de estado, gobernantes, empresarios, movimientos sociales y ambientales de todo el mundo para afrontar los desafíos que tenemos por delante.
El Papa Francisco se refirió por primera vez al medio ambiente el 19 de marzo del 2013 en la misa de inauguración de su pontificado. En dicha oportunidad se refirió a la necesidad de custodiar la naturaleza “como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra San Francisco de Asís”, cuyo nombre y mensaje adoptó como guía de su ministerio.
Tres meses después, en el Día Mundial del Medio Ambiente de Naciones Unidas, el Papa recordó que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI “han hablado de ecología humana, estrechamente relacionada con la ecología medioambiental. Estamos viviendo un momento de crisis. Lo vemos en el medio ambiente, pero sobre todo en el ser humano”, pues mientras unos pasan hambre -incluso en países donde se tiran diariamente a la basura miles de toneladas de alimentos- otros derrochan y destruyen caprichosamente recursos naturales. Entre las causas del desastre ambiental figura que “hoy no manda el hombre, sino el dinero. Pero Dios Padre no ha encomendado la tarea de custodiar la tierra al dinero sino a nosotros”.
Durante su peregrinación a Asís para rezar ante la tumba de San Francisco, lo repitió: “Tenemos que proteger y cuidar la creación, sobre todo el ser humano que es el centro. Dios ha creado el mundo para que sea un lugar de crecimiento en la armonía y en la paz”.
Por Jorge Cuello
Docente de Derecho Ambiental UBA y
Miembro del Departamento de Gestión Ambiental de la A.G.N.
