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» » El Coronel y la Diva

(08/09/14 - Medios y Dictadura)-.A uno, el Militar Juan Jaime Cesio, tuve la dicha de tratarlo y lo admiro profundamente, a la otra, la trato de soportar como todos los argentinos. Hace un par de días llegó a mis manos virtuales esta nota de María Claudia Cambi, escrita hace ya cinco años, donde los coloca como contrapuntos de una sociedad en (al menos mi etnender) crecimiento social, pero sobre todo político y quise compartirla con todos ustedes.
Él era un Coronel del Ejército Argentino en épocas del golpe cívico-militar del 76.
Ella era la reina de la pequeña pantalla con los almuerzos televisivos que sentaron a su mesa a presidentes, artistas, deportistas de fama mundial.
Él supo “lo que pasaba”. Lo de los secuestros, torturas, desapariciones. Claro, estaba en el Ejército.
Ella también supo lo que pasaba. Su sobrina y el marido de su sobrina habían sido secuestrados y torturados.
El decidió actuar. ¿Cómo? Decidió acompañar a las Madres de Plaza de Mayo en una de sus marchas. Bueno, no se conformó con eso y declaró públicamente durante la dictadura que “bandas integradas por militares habían usurpado el gobierno” y que con “el mendaz propósito de combatir la subversión, cometieron delitos aberrantes, como el secuestro, la tortura y el asesinato de miles de personas”. En momentos en que la práctica totalidad de los uniformados se callaron la boca y miraron para otro lado, a este señor se le dio por tener el coraje de decir la verdad.
Ella también decidió actuar: Su popularidad le permitió llegar a un Ministro del gobierno. “Déme un tiempo Mirtha, lo voy a averiguar” le prometió el ministro. Finalmente, según sus propias palabras: “A mi sobrina la liberaron, pero al marido no”. “Te salvaste porque sos la sobrina de Mirtha”, le dijeron. El marido sigue desaparecido.
El Coronel sufrió las consecuencias de ser un hombre de honor y decir la verdad, aunque la mayoría de los argentinos no quisiéramos escucharla. Se le inició un sumario por “deshonor e indecoro militar”. Se le pidieron seis años de prisión mayor. Tras un sobreseimiento y un nuevo juicio, el llamado Superior Tribunal de Honor del Ejército le impuso, el 7 de noviembre de 1983 (un mes antes del fin de la dictadura y asunción de Raúl Alfonsín), la más grave de las sanciones previstas. “Descalificación por falta gravísima al honor, con la accesoria de privación de su grado, título y uniforme”.  En palabras de Osvaldo Bayer en una sentida nota en la que denunciaba la situación del Coronel: “Matar, desaparecer, robar niños, torturar a mujeres embarazadas, tirar al mar a seres humanos vivos, no era delito. Denunciar esos hechos, sí.”
Ella, la diva, a pesar de que su popularidad y su audiencia le permitían llegar a todos los hogares, prefirió no hablar, prefirió callarse. Aunque en realidad no se limitó a callarse, y por supuesto que tampoco invitó a sus almuerzos al Coronel para dar voz a aquél que querían silenciar y se jugó mucho más que su honor en defensa de quienes -como la sobrina de la diva- sufrían los secuestros y torturas. Muy por el contrario, sabiendo de primera y dolorosísima mano lo que ocurría, la diva -aún así- sentó a su mesa y dio voz para su propaganda a los Ministros de la dictadura, convirtiéndose así en cómplice de esa propaganda. Ella pudo gritar a millones de televidentes lo que pasaba. Pero optó por lo contrario.
Él, por fin, con el advenimiento de la democracia vio reparado su honor: durante la presidencia de Raúl Alfonsín fue designado Gerente de resguardo patrimonial de YPF y se envió por primera vez al Senado su pliego para que se le restituyera el grado. Finalmente -y una vez vencidas las resistencias de los sectores más rancios y conservadores- 30 años después del inicio de la dictadura que lo sancionó, y cerca de su cumpleaños 80, en el año 2006 recuperó formalmente el honor que nunca perdió. El entonces el presidente Néstor Kirchner envió nuevamente al Senado sus pliegos de ascenso a general como coronel comprometido con la democracia y la Constitución. La propuesta de ascenso, presentada como un medida “reparatoria, que pone las cosas en su lugar”, lo alcanzaba a él y al fallecido Martín Rico asesinado en marzo de 1975 “cuando investigaba a la Triple A”, la banda terrorista de ultraderecha que tras el golpe de 1976 fue asimilada al aparato represivo de la dictadura.
Ella, por su parte, siguió disfrutando siempre de su popularidad. Y vaya a saber por qué razón, 34 años después, el 16 de junio de 2010, se le dió por contar por vez primera esta historia, como quien cuenta una anécdota o un recuerdo de juventud. “A él lo torturaron mucho”, refiriéndose a su sobrino desaparecido. Que recién ahora lo haga público no habla demasiado bien de ella, sobre todo haberlo negado todos estos años.
Hoy el General Juan Jaime Cesio, a sus dignísimos 84 años, le ha ganado al olvido, su trayectoria vital no sólo es un ejemplo, sino una metáfora de la historia. A continuación, una pequeña píldora de su pensamiento:
“Los militares sirven a la democracia en su profesión y se integran a su país como ciudadanos. Como militares obedecen, como ciudadanos hacen uso de las libertades que la Constitución les otorga, a la que defienden en todos sus órdenes; de entre ellos, el de velar por la paz.” “Se podría comenzar con tratados internacionales de desarme. Es insensato que en los presupuestos se destinen a la compra de armamentos recursos que servirían para paliar la desnutrición y cuidar la salud, entre tantas necesidades impostergables que nos conmueven. La tenencia de armas por parte de los ciudadanos debe ser restringida y ni siquiera debe aceptarse las que los niños usan para jugar”.
Hoy la diva televisiva Mirtha Legrand (Rosa María Juana Martínez Suárez, nombre real), a sus 84 años, es un patético ejemplo de egoísmo y cobardía. Aquí una píldora de su pensamiento:
“Eso de los Derechos Humanos ya está pasado de moda….” “Si una pareja de homosexuales adopta un hijo ¿no hay riesgo de violación?” “Algo habrán hecho ¿no?  (en referencia a los detenidos/desparecidos de la dictadura)”.
Espero que nadie, absolutamente nadie, siga asintiendo cuando la diva afirma: “yo digo lo que opina la gente de la calle.” Porque cualquiera de la calle tiene más sensibilidad y decencia.
Hoy el General Juan Jaime Cesio Cesio disfruta de un retiro honorable, en compañía de su esposa, hijos y nietos maravillosos. Y en libertad. Quienes lo conocen lo consideran un caballero valiente y honorable. Me honra  poder considerarlo amigo y estoy orgullosa de haber compartido militancia con él.
Como diría otro amigo, es siempre maravilloso leer finales felices a vidas dedicadas a las reafirmaciones democráticas en épocas difíciles.
*Por María Claudia Cambi, en el blog Dos Orilas
Valencia, 24 de marzo de 2011, a 35 años del golpe de Estado, en el Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia.

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