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» » ¿Dónde nos metemos la banderita?

(11/07/14 - Editorial *por Hugo Delgado)-.La vieja canción rezaba que “todo tiene un final... Todo termina” y tal vez apegándose a su letra o quizás porque solamente es así, se termina el mundial.

Se termina ese lapso de alrededor de treinta días (según acompañen el juego y la suerte) en el que todos los argentinos somos argentinos y jugamos para Argentina (aunque algunos solo lo hagan por compromiso y se les note la bronca).

Se acaba esa etapa en la cual llevar la celeste y blanca, enarbolarla, “jetearla bien jeteada” en la puerta de casa es “un sentimiento”.

Así cada cuatro años pueden verse en muchísimas ventanas esos jirones de cielo atravezados por nube mostrándose orgullosa, impúdicamente.

Al principio arrugadas (en muchos casos) como salidas de dentro de una caja vergonzosamente escabullida, en otras flamante, recién salida del puesto del busca y claramente descartable.

Ese maravilloso lapso de tiempo en el que asumimos que “si nos juntamos podemos” dura en tiempos históricos menos que un suspiro y se repite espasmódicamente cada cuatro años.

Mueve y conmueve con una fuerza que humilla a los más potentes huracanes y una pasión que envidiaría el mismísimo Casanova.

Pero por qué esa misma enjundia, fuerza, pasión no la empleamos para ganar los “otros juegos” que jugamos a diario?

Por que no disfrutar de los hallazgos científicos que vamos logrando; de los alcances tecnológicos, de las cifras de inclusión.

¿Por que no nos juntamos cuando la Shell intenta una corrida del dólar para desbarrancar la economía a cantar “el que no salta es un holandés?

¿Por qué no juntamos las camisetas de los clásicos chiquitos, la de Rivery la de Boca, la de Racing e Independiente, la de Claypole y San Martín como hacemos en el mundial para todos juntos salir adelante y poder festejar que “podemos ser, si no ‘los mejores´ al menos mejores?

Duele toda esa energía, toda esa muestra de inteligencia y solidaridad desperdiciada en una causa tan apasionante como el fútbol, pero que en definitiva no termina siendo otra cosa que un juego.

Duele que no entendamos que somos argentinos todos los días del año, y que la bandera esa que creo Belgrano, aunque la que creo era distinta) tenga para muchos argentinos el mismo valor que la de su club y que el Lunes vaya a ser cambiada por la de Boca, la de Racing o la de Temperley.

Duele porque señala que la mayoría aún no aprendimos casi nada; que no logramos ver la realidad que construimos; que no conseguimos sacar provechos de las experiencias positivas.

Por una de esas casualidades se han preguntado ustedes cual será el destino de esas miles y miles y de banderas que hoy ondean en puertas, ventanas, techos y vehículos de todo tipo...

Yo me lo estoy preguntando hace varios días.
¿
Tendrá el CEAMSE un lugar especial para tirar nuestras banderas?
Aprendamos esta vez y aunque termine el mundial sigamos recordando que somos argentinos.

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