En un país que ha oscilado entre la derecha, la ultraderecha y el neoliberalismo autotitulado pregresista en el poder, la audiencia que tiene en vilo al país y que protagonizan la hija de Alberto Fujimori y el fiscal José Domingo Pérez cumplió su sexto día sin conclusión en un país convulsionado por los hechos de corrupción de sus dirigentes políticos y de cuyos escándalos solo logra salvarse la lider izquierdista Verónica Mendoza (foto).
Los tres años de prisión preventiva que pide la fiscalía contra ella y la cúpula de su partido por lavar activos de la compañía brasileña Odebrecht, es respaldada por la mayoría ciudadana y considerada injusta por su defensa.
El oprobio hacia la otrora política más poderosa del país también deteriora su partido. Conversaciones publicadas por medios peruanos demuestran que congresistas fujimoristas blindaron al apresado juez César Hinostroza, desacreditaron el referéndum planteado por el presidente Vizcarra e intentaron obstaculizar las investigaciones del fiscal Pérez.
La bancada aprista ha presentado un proyecto de ley para que los partidos políticos no puedan ser investigados como organizaciones criminales.
Congresistas y analistas han tildado esta iniciativa como un intento de blindar al dos veces ex presidente Alan García, cuya pesquisa está a cargo del mismo fiscal que investiga a Keiko Fujimori.
Resentido por la crisis, el partido fujimorista ha anunciado que dejará su política beligerante y ha pedido una reunión al presidente Martín Vizcarra.
Elegir como líder del recambio al congresista Carlos Tubino, un almirante extremista que simpatiza con las ideas del recién electo presidente de Brasil, no ha sido la decisión más coherente. La sobrevivencia del partido con mayoría es tan incierta como la libertad de su líder.
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