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» » ¡Vamos a portarnos mal! Evocando la vida del ingeniero, abogado y patriota Julio Vives Vázquez (1922-2014)


(12/12/14 - Puerto Rico)-.“Cuando algún día se escriba la historia completa de la llamada Nueva Lucha de Independencia, el intenso período de lucha patriótica que comenzó en el 1959 con la fundación del Movimiento Pro Independencia (MPI) y concluyó en el 1993, con la disolución del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), la figura de Julio Vives Vázquez dejará de ser la del protagonista renuente que siempre ha sido y se transformará en leyenda”.

Diez días habían transcurrido desde que el pueblo de Cuba derrotara la dictadura de Fulgencio Batista, bendecida y apadrinada por el gobierno de Estados Unidos, cuando distintas fuerzas políticas se reúnen en la ciudad de Mayagüez, iniciándose el proceso de fundación del Movimiento Pro Independencia de Puerto Rico. La fecha es importante, 11 de enero de 1959, día del natalicio de Don Eugenio María de Hostos.

Hubo entonces una segunda asamblea constituyente del MPI, la celebrada en el Teatro La Perla, de Ponce, el 22 de noviembre de 1959. Es evidente que en las reuniones de enero y noviembre se hallaba un nutrido grupo de disidentes del Partido Independentista Puertorriqueño, así como patriotas que habían militado en los partidos Nacionalista y Comunista. La juventud universitaria, sin ataduras con el paso del tiempo, estaba representada por jóvenes de la Federación de Universitarios Pro Independencia.

El asunto no debe exigir mayor análisis, pero el PIP, fundado a mediados de la década del 1940, había perdido su magia. El partido de Don Gilberto se hallaba en “un agujero electoral” sin salidas y, apresuradamente, se transformaba en un aparato para la manutención de algunos de sus funcionarios y legisladores. Más pronto que tarde, aparecieron en su seno discrepancias profundas, de principios, y no fueron pocos los que plantearon lo justificado de la escisión.

Entre los dirigentes del PIP que abandonaron la organización y pasaron a formar parte del nuevo Movimiento Pro Independencia podemos mencionar a Lorenzo Piñeiro Rivera, Francisco Manrique Cabrera, Gabriel Vicente Maura, Carmen Rivera de Alvarado, Emely Vélez de Vando, Juan Mari Brás y un buen ajedrecista, Jesús Rodríguez Benítez, a quien cariñosamente todos llamábamos Susín, representante a la Cámara que había sido por el PIP durante el cuatrienio del ’52 al ’56.

No cabe la menor duda, desde antes de las reuniones de 1959, profesaba sus ideales independentistas un joven e inquieto ingeniero que laboraba en la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados. Igual que los antes mencionados provenía de las filas del PIP y, como la inmensa mayoría de nuestros paisanos, había residido por algún tiempo en Estados Unidos. De sus días en la Gran Manzana estamos obligados a recordar que coinciden con el trágico desenlace de Julia de Burgos.

La cantora rebelde moría de pulmonía el 6 de julio de 1953. Las autoridades de la Ciudad depositaron sus restos en la morgue con señal en el pie informando que nadie los había reclamado. Julia recibió la sepultura de un desamparado. No obstante, nuestros paisanos en Nueva York encontraron su tumba y el 3 de septiembre de 1953 el féretro fue llevado a la Iglesia de San Anselmo, en el condado del Bronx. Acompañando los restos antes de ser repatriados a Puerto Rico estaba el joven ingeniero de nuestro relato: Julio Vives Vázquez. Y junto a Julio se hallaba Don Gilberto Concepción de Gracia, Vicente Géigel Polanco y algunos familiares de Julia.

Pero volvamos a nuestra historia. Estamos en la década de 1960 y esos años se presentan con múltiples signos de violencia. Es evidente que en Venezuela, Chile, Argentina, Perú, Brasil y Uruguay florecen enérgicos movimientos armados. La violencia se halla por todos lados. Sin embargo, nada nos servirá mejor para entender con claridad el contexto histórico que se viene hilvanando que el asesinato del Presidente de Estados Unidos, ocurrido en las calles de Dallas, en medio de gritos y de temores, el viernes 22 de noviembre de 1963. La mujer que iba a su lado, impecablemente vestida, pronto se convertía en la viuda más famosa de nuestro planeta.

Kennedy no sería el único. Su hermano también encontró idéntico destino. Otros crímenes terribles ocurridos en Estados Unidos durante aquel período fueron los de Medgar Evers, James Chaney, Michael Schwerner, Andrew Goodman, Malcolm X y Martin Luther King, manchados todos por la lepra del racismo.

Mientras, en Puerto Rico, a los 19 meses de la fundación del MPI, el controversial director del FBI, J. Edgar Hoover, un soltero empedernido con ojeras de largos desvelos, le confiere a la nueva lucha que se estaba gestando una distinción muy especial. A partir del 4 de agosto de 1960 Hoover ordena la institucionalización de un sofisticado esquema de contrainsurgencia, dirigido a desacreditar y dislocar a los distintos grupos en lucha por la independencia nacional. Veamos lo que dice Hoover en su memorando del 4 de agosto:

The Bureau is considering the feasibility of instituting a program of disruption to be directed against organizations which seek independence for Puerto Rico through other than lawful, peaceful means.

Because of the increasing boldness apparent in the activities of such organizations, their utter disregard of the will of the majority, the inevitable communist and/or Soviet effort to embarrass the United States, and the courage given to their cause by Castro’s Cuba, we must make a more positive effort, not only to curtail, but to disrupt their activities.

Algunos renglones más adelante, el documento termina con serias amenazas:

In considering this matter, you should bear in mind the Bureau desires to disrupt the activities of those organizations and is not interested in mere harassment. No action should be taken in this program without Bureau authority, at any time.

Miles de puertorriqueños resultaron acosados ante la intensificación del carpeteo federal. Ramón Bosque Pérez dice que si algo distingue a esos operativos del FBI, “es que los mismos no se idearon como meras actividades de vigilancia. Se concibieron como operativos agresivos dirigidos a interferir con las actividades normales de las organizaciones”.

Bueno sería informar que desde mediados de la década del ‘60 la nueva lucha por la independencia comenzaba a experimentar un ascenso notable. Miles de jóvenes se lanzaban a las calles condenando el servicio militar obligatorio, otros quemaban banderas de Estados Unidos y las protestas contra la guerra de Vietnam eran la orden del día. En todos esos episodios usted siempre veía a Julio Vives, que a la sazón formaba parte de la alta dirección del Movimiento Pro Independencia de Puerto Rico.

No fueron pocos los que se movilizaron contra los intentos de venta del patrimonio nacional a empresas de capital estadounidense. No fueron pocos los que protestaron contra un proyectado Superpuerto en la región de Aguadilla. Y no fueron pocos los que se unieron a las campañas por la excarcelación de los presos políticos --Lolita Lebrón, Oscar Collazo, Rafael Cancel Miranda, Andrés Figueroa Cordero e Irving Flores Rodríguez--, que cumplían largas condenas en prisiones de los Estados Unidos.

En aquel ir y venir de los años ‘60 no cuesta mucho comprender la barbarie, el salvajismo, la brutalidad y la agresión de las agencias federales contra los que luchábamos por la independencia de Puerto Rico. Infiltración de informantes a sueldo, falsificación de correspondencia, publicación de caricaturas y mensajes anónimos, colocación de artículos en los periódicos de San Juan, así como en una llamada Bohemia Libre, que editaban fugitivos cubanos de extrema derecha, tratando siempre de poner a pelear a los unos con los otros. Todo, todo lo estaban ensayando. Nada faltaba, pero lo anterior era el juego con la pelota de trapo que no les daba resultados.

Entonces, asaltos contra Impresora Nacional, cargas explosivas y ataques a la redacción de Claridad, destrucción de las oficinas nacionales del MPI, intercepción de correspondencia, libelos, difamaciones, amenazas de muerte, asesinatos, en fin, la violencia azuzada por los federales. El juego con pelota dura había comenzado.

En medio de aquellas ventiscas, llegaba el momento cuando los independentistas tienen que tomar medidas cautelares. Así, poco a poco, comienza un toma y daca, es decir, la utilización de la fuerza por las partes en pugna. A la violencia iniciada por los federales le responderá la generada por las organizaciones clandestinas que recién comienzan a florecer: MAPA, MIRA, Macheteros. Nadie estuvo libre de pecados. Vivíamos un espiral de quebrantos y de actos represivos. Nuestra arquitectura política comienza a iluminarse con distintas coloraciones. Tales enredos revientan por donde menos uno los espera. Y como viento demencial e imprevisto los Comandos Armados de Liberación empiezan a trastornar intensamente al Puerto Rico de entonces.

Han pasado más de 45 años. A pesar de lo brusco que puedan parecer aquellos escenarios, debemos decir que los CAL no se constituyeron en ceremonia pública invocando los nombres sagrados de Ramón Emeterio Betances y Pedro Albizu Campos. Actuaron por primera vez durante la medianoche del 30 de septiembre de 1967. Una tromba de fuego destrozó cuatro tiendas de capital estadounidense: Bargain Town, Barkers, Kresge’s y Belk Lindzey. Esa primera operación produjo pérdidas calculadas en más de 4 millones de dólares. Y aunque el trayecto del atrevido instituto sería breve y enigmático, todavía quedan sus huellas en nuestra historia.

El entierro de Albizu, la conmemoración del centenario del Grito de Lares, la quema de tarjetas del servicio militar, la marcha contra la presencia de los Gobernadores de Estados Unidos, sin lugar a equívocos, aquellos eran los años gloriosos del MPI. Pero el MPI no estuvo exento de la fabricación de casos contra sus líderes y militantes. Veamos uno de los muchos pleitos de aquellos años, el de Julio Vives y Augusto Plard.

A los emepeístas se les imputaba la comisión de delitos relacionados a la violación de la Ley de Explosivos. Decía la acusación que actuando en común acuerdo, a la hora de la noche del 21 y 22 de enero de 1971, “de manera ilegal, voluntaria, maliciosa y criminalmente”, Vives y Plard tenían en su poder un artefacto explosivo con el propósito “de causar daño corporal, aterrorizar a personas y destruir propiedad ajena”. Se les pretendía conectar con el alegado lanzamiento de un artefacto en un predio ocupado por la Marina de Estados Unidos.

Vives fue detenido “para investigación” en su hogar de San Lorenzo por decenas de agentes de la Policía. El juez Pedro J. Martínez halló causa probable contra ambos. La única prueba que tenía el ministerio fiscal consistía en el testimonio de Marino Vargas, ciudadano dominicano, que alegaba vio a una persona bajar de un carro estacionado y lanzar un bulto por encima de la verja del predio aludido.

Poco después de conocer la acusación en su contra, Vives Vázquez, en su carácter de Director General del Movimiento Pro Independencia, emitió las siguientes declaraciones: “las fuerzas represivas del gobierno colonial, incapaces de detener a los patriotas que luchan desde la clandestinidad han montado este espectáculo contra el MPI cuya dirección general me honra. Sabemos que el imperialismo no se detiene más que ante la decisión de luchar y vencer de los pueblos. Esta burda maniobra represiva consigue que nos reafirmemos en nuestra inquebrantable decisión de derrotar al imperialismo yanqui”.

Enrique González, Fermín Baltazar Arraiza, José Hamid Rivera y Ludmilia Rivera Burgos actuaron como abogados de los acusados. Se pudo confirmar la fabricación de aquella trama canallesca. Vives y Plard salieron absueltos de todo mal.

En las carpetas del FBI aparece la ficha de Julio:

Name                           JULIO VIVES VASQUEZ

Race                            Mulatto (Trigueno)

Sex                              Male

Date of Birth                 (tachado)

Place of Birth                (tachado)

Height                          5’ 8”

Weight                         155 pounds

Hair                             Dark (curly)

Characteristics              Wears Glasses

Social Security No.         (tachado)

Education                      (tachado)

Military Record               (tachado)

No puedo precisar los años exactos, pero además de ejercer su profesión de ingeniero, Vives Vázquez se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Puntual como un inglés, Julio era estudiante nocturno y al terminar el grado de Juris Doctor, pasó la revalida, se jubiló de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, iniciándose en su nueva profesión. Desde entonces se hallaría muy ligado al Colegio de Abogados.

¿Sería cierto que Don Pedro Albizu Campos fue víctima de experimentos de radiación llevados a cabo mientras se hallaba encerrado en la Cárcel de la Princesa del Viejo San Juan? 
A fines de la década de 1980 el licenciado Julio Vives Vázquez fue nombrado presidente de la comisión del Colegio de Abogados que dirigiría la investigación de la muerte del Maestro nacionalista. 

Lamentablemente, la comisión quedó anulada porque la exhumación sería esencial para realizar el estudio, a lo que los familiares de Albizu se oponían tenazmente.

El 13 de noviembre de 1989 el licenciado Julio Vives, vecino entonces de Aguas Buenas, y Don Carmelo Delgado Cintrón, Bibliotecario de la Facultad de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, comparecieron ante el abogado y notario Israel Hernández González. 

Julio poseía una colección completa y encuadernada del periódico Claridad e interesaba donarla a su Alma Mater. 

Al suscribirse el contrato, la Facultad de Derecho se comprometía –como lo ha hecho hasta el momento, a continuar “recopilando y encuadernando dicho periódico… en la forma y manera que tengo a bien hacerlo”. 

Además, la colección donada se halla disponible “para estudio e investigación”. Y es que Julio siempre estuvo muy pendiente de la conservación, el avance y mejoramiento del periódico Claridad, también fue uno de sus colaboradores.

Es posible que usted recuerde el llamado “período especial” que comenzó en Cuba como resultado del derrumbe del socialismo soviético y se agudizó con la aprobación de las satánicas leyes Torricelli (1992) y Helms – Burton (1996). 

Por mucho tiempo los hermanos cubanos se estuvieron “comiendo un cable”, como decimos en buen español. La crisis económica resultaba intolerable: pérdidas de mercados, serios problemas en el abastecimiento de alimentos, colas angustiosas, escasez de combustibles. Y todavía el gobierno de Estados Unidos continúa criminalizando a la empresa e individuo que comercia con Cuba.

¿Sabe usted qué hacía Julio Vives durante los años del período especial? 
Viajaba a Cuba religiosamente. Llevaba llena la cartera y entregaba año tras año miles de dólares, no a la educación, mucho menos al Ministerio de Salud Pública, Julio entregaba su bolsa a la Seguridad del Estado. Los compañeros del Ministerio del Interior guardan agradables recuerdos de sus visitas.

Y de la heroica Cuba, como la llamaba nuestro Betances, nos llega el testimonio denso y cargado de uno de sus actores que evidencia la escuela de coraje de la que egresa el protagonista de nuestra historia:

“Siempre lo hemos dado como inmortal pero aún personas como él mueren. Para mí y mis compañeros de armas perderíamos a un miembro de la familia porque así siempre lo hemos tenido. Martí dijo que la muerte no es verdad cuando se ha cumplido la obra de la vida y éste es el caso que nos ocupa. En su testamento escrito del cual di copia a… pide que parte de sus cenizas se viertan en Cuba y parte en Puerto Rico. Ojalá podamos cumplir su deseo. Te pido me mantengas informado y le digas a Lola que me informaste. Por favor, en la reunión que van a tener con él por su cumpleaños dile que como siempre Miguelito, Manuel, Burgos y yo le deseamos lo mejor y que sabemos que ese encuentro fraternal que con ustedes sus compañeros de siempre sostiene le sirva de acicate para mantener su indeclinable posición revolucionaria e internacionalista. Gracias… y ojalá ese Comandante nos dure todo lo humanamente posible. Un abrazo para todos los compañeros”. Roberto Márquez, coronel retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.

Así planteadas las cosas, debo añadir que por más de 50 años pude gozar de la amistad de Julio Vives. Pero hubo un momento en que dejé de verle por mucho tiempo. Fueron los años cuando pasé a trabajar a la ciudad de Nueva York. 

A mi regreso, un día cualquiera, se presentó por mi oficina. ¡Extraordinaria sorpresa! Y llegaba con las manos llenas. Luego de un fuerte abrazo y de preguntas sobre salud, familia y trabajos, recuerdo que me dijo: “Félix, esto es para ti. Lo abres cuando me haya ido.”

El regalo estaba envuelto nítidamente en papel de estraza. Y aunque entre los atributos de mi querido amigo nunca ha brillado el de artista gráfico, dejó en mis manos un retrato de Betances, a plumilla, con la siguiente dedicatoria: “Para el compañero Félix Ojeda Reyes con gran afecto J. V. V.” 

Si la memoria no me falla, utilizando la misma técnica, también hizo un retrato de Bolívar, otro del Apóstol Martí. Las tres piezas fueron elaboradas con excesiva paciencia. Es imposible saber cuántos miles de puntitos en tinta negra se fueron enlazando hasta completar del patricio su imagen. Hace 25 años exactos, conservo en el Instituto de Estudios del Caribe esa pieza que me empeño en llamar “El Betances de Julio”.

No se trata de empezar por el principio, pero place reiterar que he tenido el privilegio personal, singular si se quiere, de contar con la amistad de Julio Vives Vázquez. Estuve con él en múltiples actividades, en marchas, piquetes, confrontaciones y, recientemente, durante la conmemoración del XL Festival de Claridad, donde se dio lectura, en su honor, a una bonita semblanza salida de la pluma de Carmen Ortiz Abreu.

“Cuando algún día se escriba la historia completa de la llamada Nueva Lucha de Independencia, el intenso período de lucha patriótica que comenzó en el 1959 con la fundación del Movimiento Pro Independencia (MPI) y concluyó en el 1993, con la disolución del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), la figura de Julio Vives Vázquez dejará de ser la del protagonista renuente que siempre ha sido y se transformará en leyenda. Y es que aún está por aquilatarse, con plena justicia, su trascendencia como líder de la lucha por la independencia, de la misma manera que falta el juicio histórico preciso de lo que representaron el PSP, y su antecesor histórico el MPI, en este forcejeo libertario que ya supera los 200 años”.

Así lo asegura el párrafo introductorio y Carmencita tiene sobrada razón, Julio Vives Vázquez es un jefe para la historia.

*Por Félix Ojeda Reyes 
Fuente: Claridad

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