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» » La urgencia de los nuevos desafíos para las religiones

(28/02/16 - Religiones y Sociedad)Desde que Francisco es el Papa de la Iglesia Católica, el Vaticano ha empezado a cambiar de imagen, sin cambiar una coma del dogma católico pero sí modificando formas, ponen al Cristianismo en un nuevo rol mundial.

Francisco quiere acercar el Catolicismo con la Iglesia Ortodoxa Rusa. Sabemos que América Latina es continente con mayor cantidad de católicos en el mundo. Es cierto que las iglesias evangelistas han complicado seriamente el panorama del Vaticano, pero las estructuras de poder, la fuerza mediática, empresarial, y popular de los creyentes católicos es superior a la de los protestantes. De 1200 millones, más de 400 millones de católicos están en la Patria Grande.

La Iglesia Ortodoxa Rusa es la fe de Rusia, con un 75 % de sus habitantes[1] practicantes de esa religión. Si los cristianos orientales se cuentan en 300 millones, más de la mitad pertenece a esa visión del Cristianismo. Es decir, luego de los católicos, son la segunda iglesia en importancia. Siendo la fe nacional de los rusos, semejante a lo que sucede con el Shiísmo de los persas, su relevancia mundial es innegable.

Históricamente, las relaciones entre Roma y el Patriarcado de Moscú nunca han sido buenas. Francisco había dado señales de acercamiento, y el encuentro en Cuba con el Patriarca Kiril, máximo líder espiritual de la Iglesia Ortodoxa, es ya un hecho no solo religioso, sino también geopolítico. Putin mira de reojo. Es también su victoria.

La elección de Cuba para el encuentro, “capital de la unidad”, no es casual. Luego del reconocimiento público de Raúl Castro, la isla se aproxima a toda velocidad hacia una “conversión” religiosa. Como Rusia, Cuba era cuna del materialismo y el ateísmo. Habrá marxistas, sin duda, pero con otra perspectiva espiritual al menos.

La necesidad del ecumenismo y la reconciliación se desprende de varias aristas. Podemos afirmar que Rusia, según algunos intelectuales[2], intenta mostrarse como una civilización "diferente de la occidental". Sabemos que Francisco es muy crítico a la "Globalización de la Indiferencia" y en Brasil ha afirmado que esta "civilización se pasó de rosca". Ambos, el Vaticano y Rusia, defienden la familia y los valores cristianos, y no quieren quedar sumisos ante el poder de la Globalización y las Multinacionales:

"Rusia y el Vaticano coinciden en la necesidad de mantener el orden legal y los principios morales en los contactos inter estatales."[3]

En el encuentro se mencionó la injusta persecución a los cristianos. El auge de las corrientes terroristas, híbridos salafistas-wahabitas, rechazados por el Islam Tradicional (tanto Sunní como Shií), que intenta penetrar dentro de la zona de influencia rusa –desde Siria hasta Chechenia-, y el sufrimiento de las minorías cristianas en Siria, Egipto, e Iraq principalmente, sugieren un frente común cristiano-musulmán que luche contra las tendencias fundamentalistas bien financiadas por las monarquías árabes y muy bien entrenadas por anglosajones y sionistas. Los rusos ya saben lo que ocurrió en la ex-Yugoslavia, y no quieren que se repita.

Decimos frente cristiano-musulmán, porque es sabido que las principales víctimas de los atentados terroristas que sacuden el mundo árabe-islámico son musulmanes, en especial sus minorías, como es el caso de los shiís, ya sea en Siria, Iraq, Paquistán, Afganistán o Egipto.

Aquí el rol de Irán y del Shiísmo es muy importante [4]. La alianza estratégica entre Irán y Rusia es ejemplo de lo que decimos. Si sumamos la reciente visita de Ruhani a Francisco, con el inicio del estudio del Shiísmo por parte del Vaticano, podemos intuir el frente interreligioso necesario que se viene construyendo.  

Francisco no confunde al Islam Tradicional con las perversiones doctrinales fundamentalistas, que también se dan en el Cristianismo y en el Judaísmo. Por eso, siempre es bueno recordar sus mensajes al mundo islámico, desde la carta a la máxima autoridad sunní de la Universidad Al-Azhar, el gesto de lavar los pies de un musulmán en sus primeros días de papado, o su defensa de los inmigrantes musulmanes que llegan a Europa, hasta sus palabras en el Evangelii Gaudium, que citamos a continuación: 

“En esta época adquiere gran importancia la relación con los creyentes del Islam, hoy particularmente presentes en muchos países de tradición cristiana donde pueden celebrar libremente su culto y vivir integrados en la sociedad. Nunca hay que olvidar que ellos, «confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el día final». Los escritos sagrados del Islam conservan parte de las enseñanzas cristianas; Jesucristo y María son objeto de profunda veneración y es admirable ver cómo jóvenes y ancianos, mujeres y varones del Islam son capaces de dedicar tiempo diariamente a la oración y de participar fielmente de sus ritos religiosos. Al mismo tiempo, muchos de ellos tienen una profunda convicción de que la propia vida, en su totalidad, es de Dios y para Él. También reconocen la necesidad de responderle con un compromiso ético y con la misericordia hacia los más pobres.

 Para sostener el diálogo con el Islam es indispensable la adecuada formación de los interlocutores, no sólo para que estén sólida y gozosamente radicados en su propia identidad, sino para que sean capaces de reconocer los valores de los demás, de comprender las inquietudes que subyacen a sus reclamos y de sacar a luz las convicciones comunes. Los cristianos deberíamos acoger con afecto y respeto a los inmigrantes del Islam que llegan a nuestros países, del mismo modo que esperamos y rogamos ser acogidos y respetados en los países de tradición islámica.

¡Ruego, imploro humildemente a esos países que den libertad a los cristianos para poder celebrar su culto y vivir su fe, teniendo en cuenta la libertad que los creyentes del Islam gozan en los países occidentales! Frente a episodios de fundamentalismo violento que nos inquietan, el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia”[5].

También en Laudato Si’ el Papa hace mención al Islam nuevamente, esta vez citando una hermosa enseñanza de un místico musulmán:

“Un maestro espiritual, Ali Al-Kawwas, desde su propia experiencia, también destacaba la necesidad de no separar demasiado las criaturas del mundo de la experiencia de Dios. Decía: ‘No hace falta criticar prejuiciosamente a los que buscan el éxtasis en la música o en la poesía. Hay un secreto sutil en cada uno de los movimientos y sonidos de este mundo. Los iniciados llegan a captar lo que dicen el viento que sopla, los árboles que se doblan, el agua que corre, las moscas que zumban, las puertas que crujen, el canto de los pájaros, el sonido de las cuerdas o las flautas, el suspiro de los enfermos, el gemido de los afligidos…’”[6]

Pero volvamos al encuentro. Además de enfatizar la necesidad de diálogo interreligioso, Francisco y Kiril han hecho un llamamiento por los cristianos perseguidos y discriminados, como así también han lamentado el sufrimiento de “los seguidores de otras tradiciones religiosas que se convierten en víctimas de la guerra civil, el caos y la violencia terrorista”. Han reclamado la justa asistencia humanitaria a los refugiados, además de mencionar a Ucrania específicamente, convocando a la paz.

Ambos han criticado el consumismo de los países desarrollados junto con el crecimiento de la desigualdad. Por supuesto, como cristianos, se han manifestado en contra del aborto y la eutanasia, como así también pusieron de manifiesto la grave crisis que sufre la familia.

Es la agenda del Vaticano. Es la agenda de Rusia. Es la de Irán. Es el mundo que se viene, con las religiones participando y hasta dirigiendo procesos políticos e intentando, citando a Kiril, ser responsables del “futuro de la civilización humana”.

Hay crisis, se buscan nuevas síntesis, ya se reflexiona sobre “la civilización”. Señal de su fracaso. Kana maktub.Y también otra señal: Et hoc dicitur Deus.

*Por Kamel Gomez El Cheij

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