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» » “Yo decía: ‘Soy hija de la subversión’”

(28/02/17 - Lesa Humanidad)-.Criada por un torturador, Victoria Montenegro trabaja por la defensa de los derechos humanos. Piensa que el gobierno de Macri esconde similitudes con los de los años setenta.

Hija de desaparecidos, creció convencida de que en los años setenta había habido, en la Argentina, una guerra entre buenos y malos. A los 22 supo que no era hija de sus apropiadores. 

Tres años después, se enteró de que era hija de Hilda Torres y Roque Montenegro, militantes del ERP asesinados por quien ella creía que era su padre, Herman Tetzlaff. María Sol, criada para ser madre y quedarse en su casa, un día decidió dejar sus prejuicios y acercarse al otro lado de la historia. Desde ese momento, comenzó a ser Victoria, una activa militante de la organización Kolina que no quiso ser víctima y que transformó su tragedia en impulso para construir un futuro mejor.

Cuando era chica, ¿sintió que algo la distanciaba de sus apropiadores? ¿Tuvo una infancia “normal”?
Nunca, hasta que la causa avanzó, tuve dudas sobre mi supuesto vínculo biológico con mis apropiadores. Hoy, a la distancia, definir la normalidad de mi infancia es difícil, porque crecí en Campo de Mayo y mi apropiador era militar, represor. Mi infancia estuvo atravesada por muchas situaciones de violencia pero que estaban muy naturalizadas. Para mí eso era normal.

¿Hubo algún acontecimiento que ahora, a la distancia, pueda resignificar como un llamado de atención de lo que le estaba ocurriendo?
Después de la verdad e ir acomodando la historia, uno empieza a recuperar momentos de la infancia que marcaban algo de registro de lo que había pasado. Por ejemplo, una vez, a los 5 años, salí a caminar y me quedé sentada mirando los pastizales altos. Cuando mi apropiadora me preguntó qué estaba haciendo, le contesté que estaba pensando en la vida y en la infinidad. Una inquietud muy profunda para una nena tan chica. Como ese, hay muchos recuerdos que me aparecen, pero recién ahora puedo asociarlos y darles sentido. En ese momento, era muy chiquitita como para entender las cosas que me pasaban.

Durante los tres años en los que sabía que no era hija de tus apropiadores, pero no quiénes eran sus padres, ¿tenía dudas, miedo?
Fueron los años más largos y difíciles. Yo tenía incorporado lo que fue “la guerra contra la subversión”, quiénes eran los buenos y quiénes los malos, y el rol de Tetzlaff, mi papá en ese momento. 

Para mí, él había sido un héroe que había luchado contra ellos. Todo lo que nos estaba pasando tenía que ver con una venganza por parte de las Abuelas (de Plaza de Mayo), esas mujeres que habían criado mal a sus hijos y que mentían, porque yo pensaba que los desaparecidos estaban en Europa. 

Ellas venían por mi papá. Toda esa ideología funcionaba como una barrera enorme que no me permitía pensar ni siquiera humanamente. Si esas personas habían desparecido, se lo habían buscado. Pero, aunque vos no quieras, juega mucho lo inconsciente. Hay algo adentro tuyo que negás, bloqueás y lo corrés porque sabés que te necesitan defendiendo a tu familia. 

Cuando bajás la guardia, surgen preguntas. ¿Y si es cierto? ¿Si tus abuelos viven? ¿Cómo eran? ¿A quién se parece tu hijo? Adentro de tu cabeza tenés, todo el tiempo, una guerra interna. Por eso, si bien la confirmación es dolorosa, difícil, también empieza a responder un montón de esas preguntas.

Tengo entendido que no le gusta decir que hizo un click, pero en algún momento empezó a identificarse con Victoria más que con María Sol…
No me gusta la palabra click porque parece muy simple y en realidad no hay un momento, hay muchas situaciones que van generando que vos puedas reacomodarte de otro modo para empezar a reconstruir tu identidad. Siempre digo que en 2000 aparecí, no recuperé mi identidad. 

Lo que hicieron fue encontrarme, notificarme, pero yo no recuperé mi identidad en ese momento. Tenía una enorme carga ideológica, un amor infinito por mis apropiadores. Era muy difícil entender, viniendo desde el otro lado de la historia, qué es lo que hacían mis viejos como militantes del ERP. 

Me acuerdo de la cadena nacional de Néstor Kirchner cuando recuperaron la ex ESMA. Dejé la tele y escuché que leyó un poema de Joaquín Areta. Fue la primera vez que pensé cómo la subversión, eso que para mí era tan horrible, podía pensar o escribir cosas tan lindas. Ese discurso empezó a romper un poco la estructura que me envolvía y permitió que me acercara a las Abuelas desde una postura menos a la defensiva. 

En 2000 decía “soy hija de la subversión”; dos años después, empecé a decir “soy hija de subversivos”, pensando ya en personas. Y después eran Toti e Hilda, dejando el “papá y mamá” para mis apropiadores. En 2007, en una de las muchas pesadillas que tenía en esa época, yo intentaba salir de un departamento y no podía porque la entrada estaba tapada por ladrillos que tenían escrita la palabra “pared”. 

Sentía como si una mano enorme me ahogara, una presión fuerte en el cuello. Cuando le conté, la psicóloga de Abuelas me dijo: “Qué raro… con las letras de pared se forma la palabra padre”. Ahí entendí que lo que a mí me ahogaba era seguir diciéndole mamá y papá a mis apropiadores. Ellos no eran mis papás. Y ahí, naturalmente, empecé a decirles mamá y papá a mis papás y a presentarme como Victoria.

¿Cómo fue que pasó de sentirse ajena a la política a ser una militante full time?
Entrar al Ministerio de Desarrollo Social me cambió la vida. Ahí ves lo inmenso del trabajo social, te acercás a la realidad, me permitió entender más de qué se trató la historia. También pude correrme de mí misma. Sí, tuve una infancia difícil, a mis papás los secuestraron y los desaparecieron. Es duro, pero hay un montón de otras situaciones y realidades terribles. Eso te pone en otro lugar, te obliga a involucrarte, a tratar de cambiar algo, dejar de ser víctima. Te podés quedar llorando por algo inmodificable o te ponés a trabajar para tratar de modificar lo que viene.

¿Cree que el modelo actual repite algún patrón de los setenta?
Siempre son los mismos. Sus empresas se hicieron ricas con ese modelo económico. Pareciera que no, pero tiene mucho que ver. Hoy no van a estar tirando personas desde aviones, no les conviene. Hoy hay otras prácticas. Te estigmatizo, te dejo sin laburo, te vas a morir de otra manera. Es lo que están haciendo hoy con Milagro Sala. No la matan, la meten presa, disuelven las cooperativas y se sientan a ver cómo el pasto se va comiendo todo.

*Por María Florencia López Flamengo
Fotografía: Melisa Molina

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