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» » Juzgarán a cuatro civiles por la apropiación de tres hermanos durante la última dictadura

(12/08/17 - Lesa Humanidad)-.Tres mujeres y un hombre serán juzgados en La Plata desde el 28 de agosto por la apropiación de tres chicos cuya madre había sido asesinada por represores durante la última dictadura. 

Los acusados son la entonces secretaria del Tribunal de Menores 1 de Lomas de Zamora, Nora Susana Pellicer, la psicóloga María Teresa Gómez y Dominga Vera y Juan Carlos Milone, encargados del "Pequeño Hogar de Belén" de Banfield. 

Los cuatro civiles serán juzgados por el TOF 1 de La Plata, integrado por Germán Castelli, Pablo Vega y Alejandro Esmoris, por la apropiación de los hermanos Carlos, María Ester y Alejandro Ramírez. 

El fiscal federal Sergio Mola, al pedir la elevación a juicio, consideró acreditado que la psicóloga María Teresa Gómez y la abogada Nora Susana Pellicer junto a la jueza Marta Delia Pons, el asesor de menores Raúl Abel Donadío y el funcionario judicial Lisandro Luis Chiavaro -los tres últimos ya fallecidos- sustrajeron y ocultaron a los hermanos, y que lo hicieron "a partir del momento en el que fueron entregados en el Tribunal de Menores N°1 de Lomas de Zamora, en el que cumplían funciones (...) impidiendo que su familia -su padre Julio Ramírez Domínguez y su tía paterna Lucila Domínguez- conocieran su paradero".

Cuando estos dos familiares lograron establecer que los niños estaban a disposición del Tribunal, "activa e ilegítimamente impidieron no sólo la restitución a su progenitor y tía que los estaban buscando y reclamando, sino que también les vedaron (a ambos) cualquier tipo de contacto" con los chicos.

"La familia compuesta por Vicenta Orrego Meza (foto), Julio Ramírez y sus tres hijos Carlos Alberto, María Ester y Alejandro Mariano, ha sido objeto de persecución por parte de las fuerzas de la represión ilegal en el marco del terrorismo de Estado, en virtud de la militancia social desplegada por Julio (acompañado por Vicenta) en la Sociedad de Fomento Bernal Oeste, de la que fue Presidente, cuyo objeto era el de bregar por mejoras en el barrio y brindar atención a los vecinos necesitados", reseñó el fiscal federal.

El padre de la familia "fue detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional el 12 de diciembre de 1974" y desde entonces Vicenta y sus hijos "sufrieron una persistente presión del accionar ilegal de las fuerzas de la represión", por lo que debieron buscar protección en la Parroquia Nuestra Señora de Itatí, pero a la semana el cura "Pepe" fue asesinado y tuvieron que volver a mudarse.

En febrero de 1977 consiguieron instalarse en una vivienda precaria ubicada en Nother y Santa Cruz de la localidad de San José, en el partido bonaerense de Almirante Brown, junto a Florencia Ruibal y José Luis Alvarenga.

En este último lugar, en la madrugada del 15 de marzo, "un gran número de efectivos pertenecientes a fuerzas conjuntas del Ejército Argentino y de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en su mayoría vestidos de civil, fuertemente armados, sin intimación previa alguna rodearon la casa y abrieron fuego contra la vivienda".

"Luego de pedir que cesaran los disparos, Vicenta, de 26 años, reunió a sus hijos y los preparó para salir de la vivienda, lo que hicieron por la ventana trasera: primero sacó a Carlos y luego a María Ester. Mientras salía con Alejandro en brazos y portaba un pañuelo blanco, le dispararon a quemarropa en la cabeza", detalló Mola.

Los pequeños quedaron al cuidado de un vecino, bajo la promesa de las autoridades de que irían a recogerlos y como no aparecieron, tras una semana los llevó a la Comisaría de Adrogué, desde donde los derivaron al Tribunal de Menores 1 de Lomas de Zamora.

La magistrada Pons no averiguó las circunstancias en las que los hermanos llegaron a los vecinos ni pidió informes sobre los hechos que derivaron en la muerte de su madre.

Según el fiscal Mola, tampoco se intentó buscar a sus familiares "porque no había ninguna intención de entregárselos, sino todo lo contrario".

Pons ordenó que los niños fueran alojados en el Hogar de Belén, donde estuvieron en total seis años hasta que fueron restituidos a su padre y viajaron al exilio, en Suecia, donde actualmente residen.

En su acusación, Mola sostuvo que la apropiación y ocultamiento "pudo acontecer" con intervención de personal del tribunal, porque "la jueza no podía cometer éstos hechos sin la cooperación de otros funcionarios. Irremediablemente necesitaba el aporte de los responsables de la secretaría y del área asistencial (asistente social y psicólogos)".

¿Quien era la madre asesinada?
Roberto Baschetti ha trazado un perfil de la occisa, Vicenta Orrego Meza: 

Todos en el Barrio IAPI de Temperley la conocían como “Chela”. Paraguaya como su marido Julio Ramírez, hacían gala de un guaraní cerrado al hablar que era a veces incomprensible para muchos. 

Sacrificados, levantaron una vivienda; muy trabajadores, abrieron luego un almacén. Poco a poco se fueron interesando en las cuestiones sociales del barrio y “Chela” terminó colaborando con los pibes de la Juventud Peronista de la zona y con Montoneros. Luego se convirtió en una aguerrida combatiente más de la organización. 

El 14 de marzo de 1977, fue asesinada por uniformados, junto a su compañera de militancia María Florencia Ruival en el acto de sacarlas de la casa sita en Nother y Santa Cruz, Rafael Calzada, partido de Almirante Brown, lugar donde habitaban. 

También asesinaron allí a una tercera persona, otro militante, José Luis Alvarenga. 

La versión aparecida en el libro “La osadía de construir poder popular”, escrito por la investigadora  Patricia Rodríguez Heidecker, así lo sostiene y la versión se corresponde con el testimonio de una de sus hijas, María Ramírez, presente cuando ocurrieron los hechos, y que se vuelca en el libro de Noemí Ciollaro, “Hijos del Sur”. 

Dice ahí Patricia: “En la madrugada del 14 de marzo de 1977 tuvimos el último abrazo de mi madre cuando estábamos rodeados de militares y las balas entraban por todas partes. Era terrorífico el operativo, los balazos no terminaban nunca. Yo tenía 4 años, Carlos 5 y Mariano 2. Allí fusilaron a mi mamá y a dos compañeros más. Antes de hacernos saltar por la ventana de atrás nos abrazó fuerte y largo. No era un abrazo común. Era un abrazo de despedida. Recuerdo sus últimas palabras, ‘María, te quiero’, igual que a mis dos hermanos. Y también la promesa que le hicimos de cuidarnos unos a otros. Después caímos en las manos de la Jueza Marta Pons, de Lomas de Zamora, que nos hizo desaparecer como NN”. 

Si alguien quiere saber por todas las vejaciones y maltratos que tuvieron que pasar estos niños hasta poder reencontrarse con su padre Julio Ramírez (luego de 30 años de separación), por parte de seres humanos que se decían “occidentales y cristianos”, debe leer el libro de Noemí Ciollaro antes citado. 

Pero a María todo lo sufrido no la cambió y tiene muy en claro las cosas: “Mi mamá es una heroína como muchos compañeros de aquellos años. Yo estoy orgullosa y comparto con mis padres la lucha por ser libre y estar en contra de toda injusticia”. 

El 14 de marzo de 2013 en la intersección de calles antes citadas, en Rafael Calzada fue colocada una baldosa en homenaje a los tres compañeros, asesinados por la dictadura cívico-militar que asoló nuestra Patria. En el acto estuvieron presentes los tres hijos de Vicenta Orrego Meza y su marido.

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