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» » ¡Antinatural!

(31/03/15 - Editorial, *Por Hugo Delgado)-.Antes de comenzar a desarrollar el tema debo aclarar dos cuestiones que se me ocurren primordiales, en primer lugar señalar que mi posición personal es contra el impuesto a las ganancias aplicado al sueldo y en segundo lugar que debería ser derogado.

Señalo esto en la profunda convicción de que el salario no es ni podrá ser considerado jamás una ganancia ya que es el fruto del esfuerzo del trabajador.

Hecha esta aclaración debo señalar además, respecto al segundo punto que el denominado "impuesto a las ganancias" sobre sueldos mayores a los quince mil pesos debería ser reemplazado por un aporte solidario de carácter compulsivo sobre todos los sueldos, comenzando con un valor que resulte incluso solidario en los sueldos de menores montos, si se quiere un un 1 o un 0,1 % de los mismos creciendo de manera exponencial hasta valores muy importantes, quizás más que los actuales para los sueldos de los gerentes de las multinacionales.

¿Por qué digo esto?

Porque si los trabajadores organizados han alcanzado el grado de conciencia necesario para aportar un porcentaje, en todos los casos y en todos los montos de sueldos, a la construcción y sustento de su representación sindical, con mayor motivo deben sentirse impulsados a realizarlo para la reconstrucción de un país que fue asolado durante una década por el más salvaje y cruel neoliberalismo que lo llevó a la devastación.

En un país que tenía más de la mitad de sus miembros debajo de la línea de pobreza; más del veinte por ciento de sus habitantes viviendo en la indigencia; con un alto nivel de desempleo, sin fuentes laborales, en un colapso del aparato productivo, altamente endeudado, conde se bajaban los sueldos de los empleados públicos y las pensiones y jubilaciones no es algo anormal que quienes tienen un trabajo registrado aporten, aunque sea una ínfima porción de su sueldo para la reconstrucción del mismo, no como un impuesto, sino como un aporte solidario.

Si un trabajador afiliado al gremio de camioneros puede aportar, cualquiera sea su salario, un cuatro por ciento del mismo al sostén de su organización gremial, no es descabellado imaginar que ese mismo trabajador estará más que complacido a aportar el mismo monto para la reconstrucción del país en que vive.

Los argentinos somos, ante todo, una Nación solidaria y desde ese lugar seguramente ninguno de nosotros se opondría a apoyar la construcción de una masa de dinero que sirva para salir de la marginación e incorporar al mercado laboral a las víctimas del neoliberalismo.

Pero vayamos al eje de este editorial, luego de la extensa introducción, que no es otro que el paro de actividades que estamos viviendo hoy en la Argentina y que según la Camara Argentina de la Mediana Empresa costará al sector algo más de dos mil millones de pesos y esencialmente a la desnaturalización de la medida a la que alude el título del mismo.

La desnaturalización de la medida

Desnaturalización que se basa en un reclamo laboral que atiende a las necesidades de aquellos asalariados que perciben sueldos superiores a los quince mil pesos mensuales, y en respaldo de los parará alrededor del ochenta por ciento de los trabajadores que perciben menos, en algunos casos mucho menos, y que cobrarán menos aún este mes cuando se les descuente el presentismo.

Desnaturalización basada en un reclamo que, como ya dijimos, nos parece atendible desde un punto de vista semántico, incluso filosófico, pero absolutamente insostenible desde el aspecto humano y solidario.

No nos parece sostenible, desde ningún discurso salvo el del `sálvese quien pueda` del neoliberalismo, una discusión de personas que ganan un sueldo digno negándose a aportar una parte menor del mismo para ser distribuido en planes sociales, y hago aquí la salvedad del comienzo.

No nos parece lógico que quienes hoy manejan un colectivo basen su reclamo y su medida de fuerza en la pérdida de poder adquisitivo de su salario en que ya no pueden renovar su 0 km (como dos o tres choferes furiosamente antimodelo manifestaron a este cronista).

Por otro lado está la vertiente partidaria de la medida. La miniCTA, es decir la porción de CTA enrolada en un furioso antikirchnerismo, la misma que `es Nisman` y que conduce Micheli; y esa pequeña fracción de la CGT renovadora que componen los nuevos dirigentes gremiales como Luis Barrionuevo, Gerónimo Venegas y Hugo Moyano que anuncia media docena de paros anuales y que luego los suspende por falta de adhesión y que conforman el Partido Sindical Opositor y que paran hoy solo, y tan solo, porque el paro de transporte de pasajeros les garantiza `que habrá paro`.

Ante este panorama, claramente contrario a la lógica y el sentido común, nos parece absolutamente desnaturalizada la medida de fuerza, una medida de fuerza que sin lugar a dudas atiende a otros intereses, al menos en su gran mayoría, que los enunciados y que nos parece egoísta en quienes la realizan genuinamente.



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