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» » La frustración y el recelo a los musulmanes impulsan al ultraderechista Wilders

(10/03/17 - Holanda)-.Tras el Brexit y el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, Europa mira con inquietud hacia Holanda, donde el populista Partido por la Libertad (PVV) de Wilders puede convertirse en el más votado en los comicios del 15 de marzo.


La holandesa Xandra Lammers no entiende por qué la llaman racista. En las elecciones del próximo miércoles votará al líder ultraderechista Geert Wilders (foto) porque cree que es el único político de Holanda que se atreve a hablar de los problemas reales de la gente común como ella.


"He votado a Wilders desde 2010 por principios y volveré a votar por él. Es el único que menciona los problemas con los inmigrantes y el islam. Tiene que estar rodeado de mucha seguridad por esta razón -porque está amenazado de muerte-. Tenemos que apoyarlo porque él defiende la libertad de expresión", afirmó Lammers, quien recibió a Télam en su casa de IJburg, un barrio del este de Ámsterdam.

En 2005, ella y su marido, ambos traductores jurados, compraron una propiedad en el corazón de esta isla urbana promocionada como una zona residencial de clase media alta, que en los últimos años se convirtió en el hogar de muchas familias de inmigrantes, especialmente marroquíes.

Ahora, Xandra ve cómo llegan refugiados sirios y su frustración aumenta.

“Tengo miedo, muchos tienen miedo de esta gente de los países islámicos", señaló.

"Vivir junto con estos inmigrantes, los marroquíes, es muy difícil sin que nos agredan o nos intimiden. Son muy hostiles hacia los holandeses nativos. Te llaman puta si eres mujer y no llevas el pañuelo (velo), y eso es muy intimidatorio", remarcó Lammers.

"Nos llaman racistas porque nombramos los problemas con los marroquíes; pero los marroquíes no son una raza, así que no sé por qué soy racista por esta razón, no entiendo ese reproche", añadió, justificando su posición.

Tras el Brexit y el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, Europa mira con inquietud hacia Holanda, donde el populista Partido por la Libertad (PVV) de Wilders puede convertirse en el más votado en los comicios del 15 de marzo.


El líder extremista holandés, de 53 años, pelea cabeza a cabeza con el actual primer ministro, Mark Rutte, del Partido Liberal (VVD), que resiste mientras los socialdemócratas del PvdA y los demócratas cristianos, están en baja.

Con un discurso que demoniza y criminaliza el islam, culpabiliza a las "elites progresistas" de los males del país y promueve la salida de Holanda de la Unión Europea (UE), Wilders capitaliza el malestar y el temor de holandeses en el actual contexto de incertidumbre global, de la misma forma que hicieron Trump y los partidarios del Brexit.

Sin embargo, el éxito del líder xenófobo holandés tiene raíces más profundas que encuentran explicación en la historia de Holanda y sus tabúes.

Detrás del voto al PVV se esconde un sentimiento de orgullo nacional y rechazo a lo diferente, que Wilders explota entre los sectores bajos y medios afectados por los cambios que experimentó la sociedad holandesa en las últimas tres décadas ante la llegada de inmigración musulmana, un fenómeno que se incrementó con la reciente crisis de los refugiados procedentes de Siria e Irak.

Paul Bodegraven, un vecino de Ámsterdam que sufrió en carne propia los recortes públicos, acude a Wilders para expresar su malestar pese a no coincidir plenamente con sus posturas más radicales.

"Ahora voy a votar por Geert Wilders. Lo hago por la austeridad que se ha impuesto al gobierno holandés y por la que los holandeses han sufrido mucho. También por los refugiados que vienen aquí y por las fronteras que están abiertas", explicó Bodegraven, de 61 años.

Retirado en su barrio residencial de clase media de La Haya, el psicólogo Albert Wessendorp hace suyo el discurso del líder del PVV y describe una Holanda impotente ante una creciente "islamización" que amenaza los "valores nacionales". Igual que Wilders, considera que el islam no es una religión sino una ideología "totalitaria" contra la que no se puede ceder más. 


Albert está convencido de que la única solución a estos problemas pasa por la posibilidad de tener un "Nexit" -la variable holandesa del Brexit- para romper con la UE.

“Tenemos que liberarnos de las regulaciones de Bruselas que interfieren en casi todo en nuestras vidas, en los detalles. Incluso quieren decidir qué personas dejamos entrar a nuestro país. Vamos a detener eso, liberarnos de nuevo, liberarnos de Europa", afirmó.

Para comprender el ascenso de Wilders hay que mirar hacia atrás, a la irrupción de Pim Fortuyn, el padre fundador del populismo xenófobo holandés, que fue asesinado en 2002 por un ecologista radical. Éste intelectual homosexual abrió la "caja de pandora" con un discurso políticamente incorrecto y crítico del islam. Dos años después, en 2004, Holanda sufrió un nuevo shock cuando fue asesinado el provocador cineasta Theo Van Gogh, esta vez a manos de un joven de origen marroquí y musulmán. El modelo de convivencia multicultural holandés, que no estaba exento de problemas, quedó así gravemente herido.

La combinación de los últimos años de recortes sociales y llegada de más inmigración abonó el terreno para el despegue del PVV, un partido que está institucionalizado en Holanda desde hace más de 10 años.

"A diferencia de muchos otros políticos, Wilders tiene una historia fuerte. Él es capaz de contar una historia que tiene sentido para las personas que lo apoyan. No tiene miedo de dar una respuesta clara", sostuvo el politólogo Andrej Zaslove, de la universidad de Nimega, en el este de Holanda. 


"Esa es una cosa que hace bien, pero también, al igual que su predecesor, Pim Fortuyn, es capaz de enmarcar su discurso islamófobo de una manera que trata de proteger los valores y la identidad holandeses. También es una forma de proteger la libertad, puesto que se trata de proteger la democracia liberal", apuntó el experto.

Wilders promete "devolver Holanda a los holandeses" y expulsar de los barrios a "la escoria marroquí", expresión que utiliza para referirse a la comunidad de inmigrantes que se ha convertido en el principal blanco de sus ataques, pese a que representa poco más del 2% de la población de Holanda, país con cerca de un 4,5% de musulmanes originarios de diferentes nacionalidades.

A las puerta de la mezquita de la localidad de IJsselstein, a pocos kilómetros de la ciudad de Utrecht, Mohamed Taraioui, un marroquí de 56 años, explota de furia cuando escucha hablar de Wilders: "No somos terroristas, somos gente normal y amable, ayudamos a los holandeses", remarcó ante las generalizaciones peligrosas que hace el líder del PVV. 


En caso de ganar las elecciones, el populista Wilders sólo podrá gobernar si logra formar una coalición de partidos que sume mayoría absoluta en un parlamento hiper fragmentado. Las polémicas propuestas que tanto rédito le dieron son precisamente su principal obstáculo.

“Estoy asustado y preocupado. No estoy orgulloso de mi país porque Geert Wilders es extremista y discrimina a la gente. Un juez holandés dijo lo mismo, pero mucha gente está votando por él, también por miedo", sostuvo Lois de Mast, un activista de la izquierda Verde. 


A fines de 2016, la Justicia encontró culpable a Wilders de haber incitado a la discriminación de los marroquíes, pero no le impuso ninguna pena. El líder del PVV, por su parte, con cada golpe refuerza su imagen y parece incrementar su caudal político.

*Por Cecilia Guardati, Telam

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