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(11/02/17 - Gestión Macri, *Por Hugo Delgado)-.Hace ya demasiadas décadas para pretender ignorarlo, el tío Carlos, allá por Las Europas, planteó algo así como el conflicto de intereses entre clases y lo denominaron “odio de clases”.

¿Cuál es el planteo?
Esencialmente la contradicción dentro del capitalismo entre los intereses de quienes detentan el capital y quienes no, es decir El Pueblo, o como diría el filósofo del PRO “la sumatoria de individuos”.

Ahora bien, la pregunta sería, esencialmente, si esa disputa puede dirimirse en los términos que el sistema plantea, aunque si tenemos en cuenta que el sistema plantea los términos en base a los intereses de la clase dominante, que es quien redactó esos términos, hasta el más abombado de los lectores se dará cuenta que quienes integramos esa inmensa mayoría que se denomina Pueblo estamos cagados si nos proponemos llegar a un resultado positivo para nuestros intereses jugando con las reglas del enemigo.

Pero lo cierto es que entre esas reglas del enemigo parecen estar la de la no violencia y la de la no ideologización de las cosas.

Vayamos por partes
El sistema, entendiendo por él a quienes acumulan de manera obscena el capital, maneja entre otras cuestiones lo que se llama “la opinión pública” y también el denominado “sentido común”.

En ese manejo que se realiza a través de sicarios mediáticos (¿hace falta señalar a Bernardo Neustadt y Jorge Lanata como dos exponentes icónicos en este sentido?) e intelectuales domesticados con mendrugos del poder, se impone a la sociedad de manera natural los planteos de los poderosos.

Por ejemplo, y para ser más concisos, la famosa grieta de Lanata (a quien muchas veces uno desea mandar a la grieta de la hermana), pretende instalar como violenta la recuperación de derechos por parte de las mayorías, pero oculta de manera criminal la violencia del sistema.

Como la violencia que condena al hambre, a la falta de asistencia médica y de hogar a millones, para que algunos cuantos puedan tener comida que vomitar, obra social para sus mascotas y decenas de propiedades con las que especular.

¿¡Qué ley divina establece que alguien, cualquier alguien, tiene derecho a tener cinco, cien, mil, cien mil casas cuando hay personas que no tienen un techo donde vivir?!

¿¡Qué ley divina establece como justo que un idiota, sólo por ser hijo de un papá con plata tiene más derecho que cualquier otra persona a estudiar, practicar deportes o tocar el timbal si se le ocurre hacerlo?!

¡Las mismas leyes divinas que en la edad media establecían que el mandato de los reyes provenían de dios!

Para establecer estas “leyes” los dueños del poder, es decir quienes robaron y/o mataron y/o estafaron y/o realizaron cualquier otra acción reñida con las normas que establecieron después, usan a diario a sicarios periodísticos e intelectuales domesticados.

Sobre los primeros ya halamos un poco e hicimos alusión a los segundos, podemos mencionar entre ellos a la autotitulada progresista Beatriz Sarlo y al hijo no deseado del respetado filósofo León Rozitchner, Alejandro, quienes se encargan de embarrar la cancha por un lado y disfrazar el horror de las propuestas de los poderosos por el otro.

Hay que tener en claro que cuando un intelectual, en nombre de su intelectualidad ataca a los gobiernos populares, desde cualquier ángulo o posición ideológica que lo haga, siempre está cumpliendo la labor de sirvienta del capital porque mientras exista la posibilidad de que quienes acumulan criminalmente capital vuelvan a hacerse cargo del poder, descalificar a los gobiernos populares es hacerle el juego a quienes están en contra de los intereses del Pueblo.

Los alcahuetes del sistema
Luego aparecen los más abyectos de todos, esos que se llenan la boca hablando de los intereses populares y son mandaderos del poder par alguna que otra moneda, lo políticos.

Hace unos días hacía una broma señalando que el poder siempre gira a la derecha, y que cuando no tiene otro remedio que cambiar entonces gira hacia la otra derecha.

En el mundo se ha establecido de manera más o menos escandalosa esta realidad de sistema de partidos políticos cooptados por el poder económico que alterna la derecha con la otra derecha. Lo llaman socialcristianismo (la derecha) y socialdemocracia (la otra derecha) y ambos han desnudado ya hace tiempo sus verdaderos rostros.

El PSOE y el PP en España, los partidos Demócrata y Republicano en Estados Unidos y los Blancos y Colorados en Uruguay son apenas tres ejemplos para entender a qué me refiero. Partidos que dicen estar enfrentados, pero que no dudan en unirse contra cualquier posibilidad de que esa binariedad sea alterada, no porque puedan perder un poder que jamás detentan, sino porque el poder les paga para que convenzan al Pueblo de que está optando entre dos alternativas.

Los ejemplos son claros, los autodenominados socialistas obreros españoles facilitaron los votos al corrupto y “popular” Rajoy para que gobierne; los colorados y los blancos suman esfuerzos para tratar de voltear al moderado Frente Amplio, que no obstante su moderación es inaceptable para el poder en el “paicito charrúa” y como si faltara algún ejemplo en el gran país del norte, hace apenas unos días los “democráticos” senadores demócratas y republicanos se unieron para evitar que el “loquito” del presidente Trump negocie una mejora en las relaciones de su país con Rusia.

¿Y en Argentina?
Aquí esa otra derecha tiene varias caras.

Luego de masacrado el primer peronismo y desaparecidos los mejores cuadros intelectuales y políticos de la generación del setenta, esa posición pareció saldada con los de la generación Techint-SOCMA que se hizo cargo del PJ con Grosso, Manzano y compañía como emergentes, para acompañar en la conducción bipartidista del país a la ya muy desteñida y nada radical Unión Cívica.

Esto llevó a la crisis del 2001 y el reclamo “que se vayan todos”, lo que generó un terremoto que amenazó con arrasar las instituciones.

El emergente de esa crisis que pareció terminal fue un dirigente del peronismo que hasta ese momento era casi un desconocido para las mayorías, Néstor Kirchner, que se las ingenió para comenzar a diseñar un neoperonismo que rompiera con los lazos de servidumbre con el poder y dio origen a un movimiento que después del yrigoyenismo y el primer peronismo tomó entidad propia bajo el rótulo de kirchnerismo.

Ante este embate el poder económico mostró sus colmillos y buscó distintas vías para restituirse el poder formal, el institucional, ya que nunca perdió el poder fáctico y comenzó su tarea de desgaste con todas las herramientas a su alcance.

Allí surgió el sicario Lanata, la sirvienta Sarlo, y desde luego los políticos rastreros.

Muerta de toda latitud, o suicidada si se lo prefiere, la Unión Cívica Radical, el poder se dio a la tarea de crear nuevas herramientas y allí entonces, todos aquellos dirigentitos seducidos por el champagne de la embajada y el color verde fueron puestos en acción.

Elisa Carrió primero, que logró durante un par de campañas electorales engañar a un importante porcentaje de la sociedad, hasta que se conocieron quienes la rodeaban; Stolbizer después y en paralelo la reconversión de la UCD, el partido de la dictadura, en el PRO con sus globitos, sus sonrisas impostadas, sus buenos modales de clase mierda y por supuesto la vuelta de todos los que el Pueblo había reclamado que se fueran en el 2001.

Ahora bien, a este marco le faltaba un peronismo del sistema, indispensable en el ideario electoral argentino, y para eso crearon al Frente Renovador, comandado por otro de los visitantes asiduos a las ceremonias en la embajada, Sergio Massa.

Con este panorama, el sistema volvió a ofrecer, mediante el conocido método de divide y reinarás, la opción de “elegir” a los argentinos. Elegir, claro, entre sirvientes domesticados que no tengan el descaro de pretender cuestionar la acumulación asquerosa y antinatural de capital del Poder.

El mejor de los resultados
Y así llegamos al presente, donde el Poder se dio el lujo de obtener el mejor de los resultados imaginables y quizás incluso inimaginado, poniendo en el Sillón de Rivadavia a un hijo dilecto, medio burro por cierto, y del que quizás haya que averiguar si efectivamente estudió alguna vez alguna materia de ingeniería, ya que a veces pareciera incluso que no sabe leer, y mucho menos esbozar por si solo una idea, salvo que se trate de alguna tilinguería, pero nunca de una acción de gobierno fundamentada.

Ahora la tarea parece ser crear la otra derecha, esa opción que sin sonrojarse pueda adjudicarse ser de izquierda, a la usanza del sistema desde luego, y allí es donde no logran ubicar aún una opción que logre engañar con la suficiente consistencia a la voluntad popular, es que tanto Stolbizer con su GEN, como Massa y su renovadurismo, el Frente Sanguchito y el resto de las opciones del capital domesticado como Libres del Sur y el socialismo derechoso que gobierna Santa Fe no logran diferenciarse del PRO y su pandilla, por cuanto siguen haciendo la tarea sucia de descalificar al kirchenrismo y servir de levantamanos para aprobar la masacre de derechos conquistados por los sectores populares entre el 2003 y el 2015.

La Tortilla se Vuelva
“Cuándo querrá el dios del cielo
que la tortilla se vuelva
que los pobres coman pan
y los ricos mierda mierda”

Pero como parece ser que el Pueblo ha generado algunos anticuerpos para la digestión del vidrio, el futuro no parece ser nada alentador para el Poder.

Los gorilas golpeando a los trabajadores que reclaman derechos, la flexibilización laboral, el endeudamiento externo, la destrucción de las fuentes de trabajo y de la industria nacional, la resignación de soberanía y tantas cosas más solo han logrado, por lo brutal de su puesta en marcha, generar un regreso de la inmensa mayoría hacia el sector que le dio respuesta a sus reclamos.

Así las cosas Cristina Fernández de Kirchner aparece en todas las encuestas, incluso las del oficialismo, por encima de todos los candidatos que el gobierno pretende instalar, hasta su figurita de “hada buena” la gobernadora, que vive en un ex Centro Clandestino de Detención, María Eugenia Vidal y la mejor candidata posible.

Pero el origen de esta nota, altamante reseñada, tiene que ver con la flagrante contradicción entre ser empresario y Presidente e la Nación, algo que para algunos recién con el regalo de Mauricio Macri a papá Franco de setenta mil millones de pesos, 70,000,000,000, si, un siete y todos esos ceros, parece ser evidente.

Sin embargo debiera haberlo sido cuando se propició la flexibilización laboral, cuando se patrocinó el despido indiscriminado de trabajadores del estado y cada vez que desde el ministerio de trabajo se ha laudado en favor de los patrones (que fue siempre) en alguna disputa o más recientemente con  la negativa a homologar paritarias relativamente favorables a los trabajadores.

En Defensa Propia
Ante este panorama parece ser inevitable y fundamental para el Pueblo asumir la defensa de sus intereses y eso solo puede darse volcándose masivamente por un regreso al poder de la fuerza que restituyó sus derechos cercenados por años y años de dictaduras cívico militares al servicio del poder y sin lugar a dudas se va en ese camino.

No obstante urge tomar conciencia que hay un largo camino por delante y que ese camino va a estar plagado de conflictos y pletórico de palos en la rueda, grietas y pseudoviolencias mediante.

Edificar es la Tarea
Sin ningún lugar a dudas la construcción de un gobierno popular deberá asentarse en el futuro inmediato en una tarea compleja y plena de sobresaltos que favorezca e incluso anime el debate, la discusión y el disenso como una herramienta de crecimiento interno que, a la par de generar una cierta incomodidad en la gestión, permita ir reconstituyendo la frescura inicial de todo movimiento.

En esa tarea se deberá, asimismo, realizar un delicado ejercicio funambulesco entre la crítica y el ataque embozado sobre el que hablamos en uno de los primeros párrafos de esta nota..

Solo esa tarea logrará neutralizar, desde el conocimiento, el debate y el desenmascaramiento de las herramientas del sistema, los ataques del Poder al Pueblo que buscarán volver a restituir una vez más el poder institucional al poder fáctico como en el 2015.




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