En su mensaje a la juventud, el Papa Francisco recordó como anécdota lo que le dijo un cura respecto a que, mientras el estimulaba a los jóvenes a hacer lío, luego son ellos (los curas) los que tiene que arreglar los líos que hacen los jóvenes.
Por ello, el Sumo Pontífice alentó a los jóvenes a seguir haciendo lío pero que también ayuden a arreglar y a organizar el lío que hacen. “Hagan lío y organicenlo bien”, dijo.
El Papa señaló que el lío que deben promover los jóvenes debe ser uno que nos dé un corazón libre, solidaridad y esperanza y que fundamentalmente nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios es nuestra fortaleza.
En el encuentro en la Costanera, el Sumo Pontífice escuchó los testimonio de dos jovenes paraguayos que habían pasado por situaciones difíciles en su vida pero que gracias al encuentro personal con Dios hoy tienen esperanza frente al futuro.
Una de las jóvenes fue Liz Fretes, oriunda de San Bernardino, quien contó que siendo hija única asumió la responsabilidad de cuidar a su madre y abuela enfermas. Otro de los testimonios escuchados fue de Manuel Aguilar, quien contó que luego de sufrir una infancia de explotación encontró a Dios y hoy ayuda a su madre que lo había cedido siendo aun un niño.
“Los testimonios de Liz y Manuel nos enseñan a tener un corazón libre, a tener solidaridad, esperanza ,esfuerzo, a aprender a conocer a Jesún y que Dios sea nuestra fortaleza”, dijo el Santo Padre. Mencionando el caso de Liz afirmó que este testimonio nos enseña a “que no hay que ser como Poncio Pilato” y “lavarse las manos” de las responsabilidades.
Referenciándo estos testimonios, Francisco pidió a los jóvenes que tienen mejores condiciones de vida a que ayuden a esos chicos que sufren carencias y que por ello caen en la delincuencia. “Le tenemos que decir que le queremos dar una mano, pero con solidaridad, con amor, con esperanza”, dijo.
El mensaje del Papa a los jóvenes también insistió en la necesidad de tener el corazon “libre de las trampas del mundo”, como lo son la expolotación, la falta de medios para sobrevivir, la drogadicción y la tristeza.
Tener un corazón libre es “tener un corazón que pueda decir lo que siente, y que pueda hacer lo que piensa y lo que siente” dijo el Sumo Pontífice al señalar que el mundo necesita jóvenes con esperanza y con fortaleza. “No queremos jóvenes debiluchos, que se cansen rápido, que vivan aburridos. Queremos jóvenes con esperanza y con fortaleza porque cononcen a Jesus y tienen un corazón libre”, expresó.
