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» » La desclasificación de archivos del Vaticano tiene antecedentes en el caso argentino

(17/10/16 - Derechos Humanos)-.En respuesta a una promesa realizada a los organismos de derechos humanos, el papa Francisco aceleró los proverbiales tiempos largos del Vaticano y ordenó agilizar los procesos para ordenar, digitalizar y próximamente poner a disposición de las víctimas y familiares los archivos secretos sobre la dictadura cívico-militar argentina. “Cuenten conmigo. 

Estoy a su disposición”, le dijo un recién asumido papa Francisco a la titular de las Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, en abril de 2013 en el marco de una audiencia pública en la plaza San Pedro, ante el primer pedido que recibió de parte de los organismos argentinos.

Según las rígidas normas de la Santa Sede, los documentos que forman parte del archivo secreto del Vaticano -algo así como un búnker de 1.200 años de historia- sólo pueden ser desclasificados luego de 70 años de ocurridos los hechos a investigar, y en algunos casos hasta 100 años.

El único antecedente de desclasificación de información del Vaticano que se registra es cuando el papa alemán Benedicto XVI ordenó, en 2004, que se hiciera pública la documentación existente en el Archivo Secreto, relativa al pontificado de Pío XII (foto), que transcurrió entre 1939 y 1958, acusado de haber mantenido un silencio cómplice ante el genocidio consumado por los nazis.

En un intento por defender su pontificado, el Vaticano autorizó en ese momento la apertura de archivos relativos a 2.100.000 prisioneros alemanes y de los ejércitos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, así como sobre las víctimas de las persecuciones políticas, religiosas y raciales de esa misma época.

Fueron dos volúmenes de 1.511 páginas, publicados en ocho DVD en los que se reproducen las fichas de más de dos millones de nombres por los que se le pidió ayuda a la Santa Sede.

Otro antecedente vinculado a la Argentina ocurrió en 2014, cuando el Vaticano aportó documentos relacionados con el asesinato del obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, en 1976, que estuvieron custodiados por casi 40 años en los archivos vaticanos y fueron sacados a la luz a instancias de Francisco. Esa documentación -lo más importante: una carta del nuncio Pio Laghi- se convirtió en prueba clave que derivó en la condena a prisión perpetua a Luciano Menéndez y Luis Estrella. 

En tanto, para el delicado y minucioso trabajo de ordenamiento y digitalización en la Santa Sede sobre la dictadura argentina, el papa Francisco se valió de una persona de confianza que comenzó a trabajar con la documentación del Episcopado argentino en el 2012 y que, en los últimos meses, se mudó a Roma para continuar la labor con los archivos vaticanos.

Se trata de la archivista y especialista en historia de la Iglesia, María Guadalupe Morad, recién llegada de Roma, quien participó hoy -con bajo perfil- de la conferencia de prensa que las autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina brindaron en la sede del barrio de Retiro para dar detalles del anuncio.

Morad trabajó los últimos meses ante “material sensible, con heridas abiertas”, como ella misma define a las cartas, pedidos de ayuda, hábeas corpus presentados ante la Justicia y reiterados ante la Iglesia, entre las que se cuentan cientos de historias personales que atravesaron la noche más oscura de la Argentina.

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