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» » Lanata: de Michael Moore a Donald Trump criollo

(14/09/16 - Periodismo Cipayo, *Por Hugo Delgado)-.La historia de Jorge Lanata apuntaba a convertirse en icono referencial para los periodistas del Siglo XXI por orígenes, mística y trayectoria, sin embargo se convirtió en un brulote grotesco.

El chico que antes de cumplir dieciocho ya estaba en los medios, sin gran preparación, pero con muchas ganas y que luego de pasar por varias cooperativas de prestigio fundó Página 12 que conmovió el estanco universo de diarios argentinos.

Por aquella época el joven Lanata se perfilaba como el natural heredero de periodistas como Roberto Arlt, Raúl González Tuñón y Rodolfo Walsh para quienes mirábamos el tema de costado, pero pronto algunos amigos alertaron que el progresismo lanatiano era el de "los liberales norteamericanos" es decir algo así como los demócfratas, que son medio progre y si los miramos con un solo ojo.

Sin embargo siguió de manera sinuosa, pero siguió, sacó la Revista XXI, después XXII y XXIII; hizo televisión, radio, y a medida que crecía en edad, su apetito desmesurado de poder lo llevaba subir de volumen de manera descontrolada.

Cada vez eran más frecuentes los compañeros que en las reuniones del gremio o de cualquier otro tipo hablaban del "garca Lanata" que "nos dejó de garpe cuando cerró... (lo que fuera que hubiera fundido)" y sus problemas económicos que lo llevaban a asociarse con el diablo, si ponía los billetes.

Así hizo Crítica, asociado a un empresario estafador español, hoy preso en su país, al que no se cansó de calificar "empresario serio" al que el gobierno kirchnerista no dejaba invertir en el país y en la más veloz de sus piruetas confesó al quebrar una vez más que "sabía que el socio venía flojito de papeles, pero tenía la plata y..."

Por esa época la sociedad argentina ya asistía a un Lanata cada vez más desteñido de credibilidad, pero que aún mantenía su capacidad de dar un buen debate periodístico, de hecho fue el mismo quien puso en blanco sobre negro la brutal opresión mediática de su némesis, Magnetto y el Grupo Clarín.

Jorge no se cansó jamás de señalar las prácticas antidemocráticas de los herederos del semanario nazifacista Clarinada, al negar el acceso al papel de Papel Prensa; el quien primero denunció la adquisición ilegal de la empresa, la acumulación de medios y demás.

Por aquella época empezó a coquetear con el triste lastre de la fama, ese virus terminal que destruye los valores éticos e intelectuales de los periodistas y los vuelve remedos descerebrados, burdos clones lobotomizados de un periodista serio.

La televisión hizo lo suyo y luego una serie de programas en el canal de la National Geographic, siempre sospechada de servir de pantalla a intereses de agencias de servicio norteamericanos y el periodista Lanata terminó de derrapar y se convirtió en una suerte de copia poco seria del periodista estadounidense Michael Moore, aquel de notables investigaciones en el país del Gran Hermano, como por ejemplo Estúpido Hombre Blanco, solo por mencionar alguna.

Al mismo tiempo, Jorge lanata se iba despojando, como las serpientes hacen con su piel, de sus "pieles ideológicas" y entonces recicló aquel concepto de su documental La Grieta, en la que establecía de un lado de la misma a los defensores de la dictadura y del otro al pueblo y la convirtió en otra grieta que tenía de un lado a un pueblo bobo que sigue ciegamente al kirchnerismo y del otro... bueno, a esto que hoy nos gobierna, sea lo que sea.

Casi al mismo tiempo el gran Jorgito, no el alfajor, Lanata, para decenas de miles había pasado a convertirse en Larrata y se convertía poco a poco en un campeón de las operaciones de prensa, si bien bastante efectivas, cada vez más berretas y el comienzo de sus relaciones carnales con su archienemigo, Magnetto, al que calificó como "víctima".

En esta fase de degradación Lanata ya no tuvo la capacidad de discusión que supo distinguirlo en otras épocas y a falta de recursos y razón buenos son los insultos, por lo que empezó a convertir la desalificación insultante en su caballito de batalla. Chorr@; pelotud@; hij@ de puta; fueron algunos de los conceptos discursivos de esta nueva etapa.

Lo que alguna vez habrá que estudiar detenidamente es el motivo de la vertiginosidad de la caída a la derecha, ideológicamente hablando, de algunos individuos, porque lo cierto es que Lanata de plantearse a si mismo como un defensor de los derechos humanos, la república y la democracia pasó sin escalas a estar "podrido del verso ese de los derechos humanos"; a justificar la aplicación del manual de golpes blandos de la CIA contra el kirchnerismo y como frutilla del postre a embestir, como un perro rabioso contra cualquier sector que parezca ser algo progresista o democrático.

La última de sus hazañas xenófobas fue contra los dirigentes de nuestros pueblos originarios, a los que calificó de "incapaces que no pueden ser diputados nacionales, si lo intentan son inbéciles" pasando del progresismo de derecha de los demócratas al más reaccionario conservadurismo de derecha de los republicanos.

Jorge Lanata, la promesa del periodismo argentino de fin de Siglo XX se convirtió así, largo derrape mediante, en una suerte de artista de variedades, un monologuista, una especie de Tato Bores del Siglo XXI, aunque sin ninguna gracia y fundamento. Un bufón mucho más cercano de Minguito Tinguitella por lo desconcertante de su infundado discurso, pero desde luego carente de la ternura y valores del periodista poco formado que nos hacía una lápida.

Quizás recordando aquella película del cine nacional donde la protagonista partía de Liniers
para terminar en Estambul, podríamos decir del protagonista de nuestra nota: Lanata, de Michael Moore a Donald Trump criollo.


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