Detrás de las imágenes de una Francia abierta al mundo se encuentra también la imagen de una sociedad que en los últimos años ha visto cómo el racismo y las discriminaciones están en aumento. Se trata de una sociedad golpeada por la crisis económica en la que una parte de sus ciudadanos han perdido el rumbo del humanismo.
Y si el racismo se banaliza es porque la palabra racista se ha liberado y que figuras políticas y mediáticas en Francia lideran un discurso de exclusión y odio.
Pero al racismo de la palabra en Francia y en las principales ciudades europeas se suma el racismo económico, social y laboral. En Francia el 25 % de los trabajadores declaran haber sido objeto de discriminaciones por su color de piel o religión.
Es un racismo que lleva a dar un trabajo temporal al francés con orígenes extranjeros cuando al europeo de piel blanca se le propone un contrato indefinido, algo que tiene un coste para la sociedad.
¿Y quién es responsable de todo esto?¿Por qué el racismo se ha banalizado en todos los países europeos? Para Nadine Rosa-Rosso, ex secretaria general del Partido del Trabajo en Bélgica y autora de un manifiesto contra el racismo, los partidos de izquierda tienen una gran responsabilidad.
Las mismas causas producen los mismos efectos en Europa. La discriminación económica, social y laboral ha llevado a que las sociedades europeas culpen de todos sus males a los ciudadanos de origen extranjero olvidando que estos también son franceses, belgas, alemanes o italianos.
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