Alan Tapia dormía en su casa, la número 278, del Barrio Mitre, cuando un disparo artero y lleno de prejuicios terminó con su vida. El joven, de 19 años, militaba en su comuna y daba clases de tango en la UBA. El tiro salió del arma de un efectivo del Grupo Especial de Operaciones Federales, que un año después fue absuelto por un tribunal que actuó con la misma lógica de prejuicios sociales: la víctima vivía en una villa y la policía actuó así porque es un lugar “peligroso”.
A dos años de su muerte, poco cambió. Rodrigo Valente, el policía que disparó, no está más en la fuerza, pero camina libre por las calles. El fiscal Eduardo Marazzi, que durante el juicio (cuando tenía que velar por el derecho de la víctima) dijo que el lugar del asesinato no era “Puerto Madero ni las islas Seychelles, sino la ‘villa’ Mitre”, fue separado por la procuradora general Alejandra Gils Carbó. Pero el caso sigue impune.
El Tribunal Oral 11 consideró la inocencia del ex oficial del GEOF Rodrigo Valente y lo absolvió de responsabilidad penal. Fue el 6 de septiembre del año pasado, y la familia y vecinos del barrio sintieron que, con ese fallo, la policía podía entrar a sus casas y matarlos.
Ayer recordaron al joven en la puerta de la fiscalía que ordenó el allanamiento a la casa, buscando a uno de sus hermanos (menor) por un caso de homicidio del que fue sobreseído. Curiosamente es la fiscalía del polémico José María Campagnoli.
“Esperando que nos den la oportunidad de tener justicia”
Liana Silva fue vecina y compañera de militancia de Alan. Ayer se expresó sobre la vida del joven y el estado de la causa hoy.
“Estamos esperando, junto a los abogados la posibilidad de presentar una apelación al fallo. Sabemos que no lo va a hacer Marazzi (el fiscal), ese mismo día lo volvió a matar a Alan. Fuimos en busca de justicia y volvimos con un nuevo asesinato”, dijo Liana, que estaba en la previa de los actos que se hicieron para recordar al joven.
Alan era parte de la agrupación “Colectivo Militante” y trabajaba en la Universidad de Buenos Aires, dentro del programa “Jóvenes, más y mejor trabajo”, era parte de la colonia de la UBA y daba clases de tango ahí.
“Alan era un pibe lleno de ilusiones y de sueños, y terminó asesinado por la impunidad de un policía. El siempre buscaba justicia social y hoy nosotros nos encontramos pidiendo justicia por su familia y por él”, relató.
El grupo especial de la Policía Federal entró al barrio con una orden firmada por el fiscal Campagnoli. Lo hizo como la hacía siempre, con extrema violencia y sin reparar de los niños y ancianos que hay en el lugar.
Buscaban a uno de los hermanos menores de Alan, al que acusaban de un asesinato ocurrido después de una pelea. “Vinieron en busca de él, para saber si había participado de ese delito y terminaron matando a Alan. Después su hermano terminó sobreseído porque no tenía nada que ver”, dijo.
La policía buscaba a un menor por un asesinato y se transformó en la asesina de un joven, escudados en la “peligrosidad” del barrio y de sus vecinos. Un claro acto de discriminación y prejuicios.
“Estamos trabajando con los vecinos para que conozcan sus derechos, había mucho descreimiento en la justicia. Eso empezó a cambiar un poco en 2013. Gente de la justicia se acercó después del asesinato de Alan. Ahora estamos tratando de luchar para que las fuerzas policiales, tanto de la Federal como de la Metropolitana, recibamos el mismo trato que cualquier otro ciudadano. Pero seguimos siendo estigmatizados por vivir en el barrio Mitre”, manifestó.
