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» » Tres novelas sobre la adolescencia en la dictadura se presentan en la la ex ESMA

(02/12/16 - DD HH y Literatura)-.Tres novelas que abordan el tema de la última dictadura: “Las olas del mundo”, de Alejandra Laurencich; “Todos éramos hijos”, de María Rosa Lojo (foto); y “Memorias de una chica normal (tirando a rockera)”, de Gabriela Saidon, serán presentadas hoy viernes, a las 11, en la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo, dentro del predio de lo que fue la ESMA. 

Las tres autoras estarán presentes y oficiará de presentador Manuel Gonçalves Granada, nieto restituido y director de la Casa por la Identidad. Las tres obras tienen como omnipresente telón de fondo el final de la dictadura del general Alejandro Agustín Lanusse, atraviesan las vicisitudes de los gobiernos peronistas y se adentran en el asfixiante clima represivo de la dictadura.

Sus  personajes   desenvuelven sus vidas y experiencias con este telón de fondo que hace las veces de un escenario casi  ritual donde ellos realizarán ese  difícil pasaje de la adolescencia a la juventud y finalmente  a su vida adulta.  

“Esa década entre nuestros 15 y los 25 años, en la que debemos hacer tantos aprendizajes, y empezar a movernos en el mundo de los adultos, fue especialmente complicada en un contexto social y político de enormes cambios. Todavía no habíamos madurado como para hacernos plenamente responsables de nosotros mismos, cuando nos enfrentábamos ante el gigantesco  desafío de cambiar el mundo, de convertirlo en un lugar mejor y más justo” Así reflexiona María Rosa Lojo sobre su novela.

Las tres obras tienen como denominador común  el agitado clima sociopolítico argentino de los años ’70.. A diferencia  de otros escritos de ficción que abordan aquellos años; los personajes de estos tres libros son adolescentes que, incluso con experiencias extremas, no se integran a las organizaciones políticas armadas y no de aquellos años.  Es en este punto de intersección es que reflexionan sobre los múltiples y devastadores efectos de la dictadura en distintas esferas sociales y etarias.

“Las tres novelas tienen como protagonistas a jóvenes adolescentes que no tuvieron una militancia activa, ni estuvieron comprometidos políticamente. Sin embargo, la dictadura los afectó profundamente y les pasó por encima, porque el sufrimiento y el desgarro que provocó permeó y perjudicó a toda la sociedad”, explica Laurencich.

“Las miradas centrales son de mujeres en la pubertad o en plena adolescencia, que van atravesando el período convulsionado previo a la dictadura y luego, la dictadura misma”, retoma el diálogo María Rosa Lojo.

“Ninguna es militante, y todas comparten cierta tendencia a la timidez, la introversión, la hipersensibilidad. Las tres, a medida que maduran, van cobrando conciencia cada vez más clara de cómo y cuánto los movimientos sociales y el terrorismo de Estado han afectado sus vidas y la vida colectiva”.

Las olas del mundo, de Alejandra Laurencich, narra la vida de Andrea, una historia  personal y entrañable que se enlaza con la vida oscura de aquellos años en los que conviven los desaparecidos, la quema de libros y el Mundial 78 junto con la Pinap, la imagen del Che Guevara, las canciones de Luis Spinetta y el mundo del rock nacional como un ámbito de refugio para los adolescentes.

La obra de Saidon tiene como protagonistas a tres adolescentes que se conocen desde la infancia y tejen un triángulo amoroso enmarcado en una banda de rock. “¿Cómo nos afectó la dictadura a los que no desaparecimos, ni nos torturaron, ni tuvimos que irnos?  El miedo es lo más concreto que nos dejó”, reflexiona la autora.

“El miedo era una constante, todo me daba miedo... De adolescentes, el miedo a salir, el miedo de nuestros padres de que nos pasara algo. También mi generación tiene una especie de culpa generacional”.

En “Todos éramos hijos” Lojo revela el espíritu de la época a través de un  grupo de estudiantes  que mientras forjan su personalidad definen su destino. Las premisas del Concilio Vaticano II,  la teología de la liberación y la Iglesia del Tercer Mundo atraviesan los muros de la escuela y echan raíces en aquellos adolescentes en plena exploración existencial.

Las tres obras que se presentan mañana seguramente ampliarán el debate sobre los efectos devastadores del terrorismo de Estado. Sin desconocer el valor de la militancia, ni el horror de las desapariciones las autoras van más allá exhibiendo los daños ocultos que la dictadura imprimió en el cuerpo social.

“Mi novela es un ‘vean lo que pasó’. Son los años de vida de quien al salir al mundo debió hacerlo en silencio, callando. El resultado soy yo. Porque los tenebrosos hechos de aquella época oscura, no pueden ni deben ser negados o enterrados en aras de la armonía social. Por el contrario es imperioso revisarlos para asegurarnos de que no se repitan. Mi personaje cómo su personalidad a contramano. Andrea quiere mostrar que a ella no le pasó nada, levanta un muro sobre el pasado porque no quiere sufrir, no quiere tener emociones, no quiere sentir, reflexiona Alejandra Laurencich sobre “Las olas del mundo”.
Presentar estas obras en el Espacio Memoria tiene un significado muy relevante para las tres escritoras, no exento de  expectativas.   

“Quienes vivimos el tiempo histórico que la ESMA conmemora, hayamos estado o no relacionados en forma directa con quienes padecieron allí, podemos y debemos aportar nuestro testimonio a las nuevas generaciones, que ya no tienen ese pasado en su memoria personal, aunque sin duda, influye de tantas maneras sobre el presente…” , dice Lojo.

“En mi caso particular, este sitio es muy interpelante; está  enquistado en la Ciudad de Buenos Aires y  al mismo tiempo aquí  se enquista toda esa memoria, todo ese pasado oscuro  de lo que fue la última dictadura y que todavía sigue estando presente”, completa Lurencich.

“La ESMA –sigue diciendo– además, tuvo una incidencia importante para que escriba este libro… Estoy convencida de que la experiencia singular de atravesar o incluso rozar un espacio como éste, tal como lo hace el personaje de mi novela,  genera en cualquier individuo un punto de partida poderoso y fecundo”.

Gabriela Saidon también dice que la ex ESMA le resulta un lugar muy cargado de significados. “Cuando nos planteamos hacerlo ahí, me generó un ‘cortocircuito’. Pensaba que estábamos yendo a un lugar emblemático de la memoria sagrada de los setenta, ¿para decir qué?”.

“Después pensé que podemos dar otra mirada, un aporte. Que este tipo de encuentros seguramente enriquece la memoria… A mis abuelos los mataron en Auschwitz,  para mí tiene una carga adicional y para un montón de gente ir a la ex ESMA es ponerse a reflexionar sobre el terror. Así que esta convocatoria es vencer una barrera para mí, es vencer el miedo. Mi novela habla del miedo y de cómo ese miedo nos condicionó, nos formateó”, completa Saidón. 

*Por María Freier, Telam

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