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» » “Poemas de amor”, un testimonio del vínculo entre Idea Vilariño y Carlos Onetti

(15/02/16 - Libros)-.El libro de Vilariño (1920-2009), cuya primera edición data de 1957 y goza de numerosas ediciones, acaba de salir en la colección de poesía de la universidad chilena Diego Portales, dentro de un catálogo por demás interesante que incluye a autores como José Hernández –con el Martín Fierro-, César Vallejo, Ernesto Cardenal, Nicanor Parra, Vicente Huidobro, Jorge Teillier y Enrique Lihn.

Desde la dedicatoria a Onetti (1909-1994) queda claro el lugar que ocupó en la vida y en la poesía de la uruguaya este referente de la narrativa en lengua española del siglo XX, autor de novelas como "El Pozo", "El Astillero" y "Los adioses", publicada de 1954 y con esta línea en su primera página: "a Idea Vilariño".

El prólogo de "Poemas de amor", escrito por la joven poeta chilena Milagros Abalo, subraya que los textos de Vilariño caminan por la cuerda del vacío como un vislumbre de ventura con mucho de imposible:"En esta escéptica perspectiva, la felicidad, vienen a decir estos poemas de canto sobrio, es apenas un estado pasajero". 

Agrega Abalo: "Poemas que sólo dicen lo que no se puede decir, disparos donde lo que se está diciendo habla por lo mucho que se ha callado… Vilariño no ejerce la expansión, sino que trabaja en su contra, cuestión excepcional si consideramos que la lengua en la que escribe, el castellano, es tan proclive a la profusión".

Coincide así con la crítica uruguaya Ana Ines Larre Borges, una de las personas que más ha analizado la obra de la autora de "Poemas de amor", para quien "la sobriedad de estos versos se torna un asunto ético. Cada palabra pesa; por eso su aparente falta de pudor para nombrar al amor como amor, la muerte como muerte, el dolor como dolor"; porque ninguna metáfora, dice, alcanzaría para nombrarlos.

Poeta, catedrática, periodista, traductora y ensayista, la obra poética de Idea (su padre anarquista quería llamarla "Ideal", y a sus hermanos dio los nombres de Alma, Lumen y Poesía), se completa entre otros libros con "La suplicante", "Paraíso perdido", "Por aire sucio", "Nocturnos", "Pobre mundo", "No" y "Canciones".

Pero será en "Poemas de amor" donde logre plasmar su expresión en un tono coloquial, despojado y descarnado, para dibujar en el centro de su mundo afectivo una sombra, un huésped extraño; desde ese paraíso hecho de caminos imposibles, dice vivir: "abatida en sí misma, enterrada en la noche, fracasando en el sueño".

Un erotismo a ratos sutil, a ratos crudo describe una piel "vibrante/ caliente/ llena de fuegos"… "La noche era su boca… Esas piedras de sombra/ cayéndose en mis ojos"; con poemas magníficos como El espejo" o "El amor", cuyos versos le costaron a la autora la censura en un semanario uruguayo en 1955 ("Hoy el único rastro es un pañuelo/ que alguien guarda olvidado/ un pañuelo con sangre, semen, lágrimas"), medida que ocasionó su renuncia.

Vilariño y Onetti se conocieron en un bar montevideano del barrio de Malvin en 1950; cuando la poeta, una de las fundadoras de la revista Número, llegó a solicitarle una colaboración literaria; se cuenta que llegaron con recelo - ella esperaba "un Don Juan barato" y él "una gorda buscona", contarían después- pero fue verse y enamorarse.

Siguió un mapa de encuentros y desencuentros –Onetti, casado con su prima vivía en Buenos Aires trabajando de periodista- llamadas telefónicas y cartas, en una relación que, con marchas y contramarchas, durará toda la vida. Vilariño diría después: "Es el último hombre de quien debí enamorarme", y también: "Fue el hombre más importante de mi vida".  

El amor, la muerte, el mundo ruedan en la lengua de una de las grandes poetas latinoamericanas, que tenía el "no" fácil –así tituló uno de sus libros: No- y utilizó el adverbio en muchos títulos de sus poemas ("No es eso", Decir no", "Si no quiero", "No hay ninguna esperanza", "No hay nadie", "No miraste", etc.), entre los que destaca especialmente "Ya no", por supuesto dedicado a Onetti y el que el escritor decía era su preferido entre los textos de Idea.

El poema -desde hace mucho es un texto recurrente en las compilaciones sobre el tema amoroso-, concluye: "Ya no soy más que yo/ para siempre y tú/ ya/ no serás para mí/ más que tú. Ya no estarás… No me abrazarás nunca/ como esa noche/ nunca./ No volveré a tocarte. No te veré morir".

En sus últimos días, Onetti se escribía aun con Vilariño, él en Madrid, ella en Montevideo, contándose sus sueños; y en 1993, apenas unos días de fallecido el narrador, Idea recibe una carta suya; y de nuevo aquella voz repitiéndole en voz baja un adiós nunca definitivo, diciéndole en una línea final: "te pago sueño con sueño".

Si las obsesiones de Vilariño se resumen en un eje: la finitud del tiempo, el sentido y el sinsentido de la existencia, la soledad y la pasión devastadora, también hay una mirada crítica del entorno social, como lo expresa en su vida –fue militante del Frente Amplio- y en los poemas de su libro Pobre mundo, en el que describe una sociedad que se disipa, dice, como volutas "de una espiral terrible". 

A la reciente reedición de "Poemas de amor" hay que agregar las cuatro reimpresiones de su antología En lo más implacable de la noche, editada por Colihue, y dos grandes tomos que en los años últimos pulen el perfil biográfico de Vilariño: "La vida escrita" (álbum de fotos, cartas, entrevistas y testimonios) y su "Diario de Juventud", 500 páginas que recopilan su diario íntimo escrito entre sus 16 y 25 años.

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