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» » “Las grises dicen y con el decir comienza un renacer”

(24/07/16 - Libros, Poesía)-.Una presentación postergada de Las Grises, el segundo libro de poesía de Tania García Olmedo. “..así las mujeres se abren mojadas / pienso y apunto para mí misma: florecemos así o nos desgarran”.

El libro fue pensado como una línea del tiempo, desde la irrupción del trauma, la línea del tiempo está pensado en estadios y la primer puerta es la irrupción del trauma.
En este caso, es la irrupción de la infancia desde el abuso sexual. La idea es explorar los distintos caminos del trauma, tal como yo lo conozco, como lo he escuchado y leído en distintos relatos.

La segunda puerta es ya la construcción de la mujer, no del todo funcional, porque una de las consecuencias que conlleva el trauma, es la dificultad de adueñarse del propio cuerpo, el cuerpo propio, eso que es uno, porque a través del abuso sexual ha sido usurpado, entonces el cuerpo es propio pero es ajeno, y la constitución de una identidad sexual, una identidad amorosa, es de una enorme dificultad. En realidad esta cuestión de la cita de la bestia del corazón también está ligada a esa canción de Spinetta que dice “todas las cosas se han corrido de su corazón, de su estrella”. Es como si uno padeciese una suerte de estigmatismo, es decir con el estigmatismo uno ve las capas separadas de un texto. ¿no? No podés hacer foco, entonces es como si esas partes que te componen estuviesen ligeramente corridas, ligeramente distanciadas y en medio de eso, una de las dificultades es justamente ocupar con todo el corazón el propio cuerpo. Porque el propio cuerpo es muchas veces algo ajeno y un enemigo también. Entonces en la construcción de los poemas de la segunda puerta es justamente donde trato de mostrar esas dificultades para reconectar. Reconectarse.

La tercera puerta es la etapa de la sanación. Aunque no es cierto. Porque la resilencia es muy poderosa; el tema es que cuando el daño irrumpe en la propia psique de un niño o una niña, ahí mismo empieza el trabajo de sanación, el trabajo de resilencia, el trabajo de querer sobrevivir y salir adelante. Pero sí, la tercera puerta es acerca de la etapa de resilencia. Y también esto vinculado con una línea de tiempo, no ya la adolescente, una persona muy joven, sino la mujer, y en esta resignificación para ocupar el cuerpo, llenar las grietas con uno mismo, la búsqueda pasa por el regreso a las fuentes, a las dos abuelas que aparecen, las dos matriarcas, una muy diferente de la otra, una quizás más fiera que la otra, más activa, la otra más receptiva, la dadora, el hexagrama del Iching N°2, la receptora, la que fecunda y la que abriga, las dos muy necesarias, como posibilidades que no se oponen entre sí, pero también están los indicios de cómo atravesar, transitar el pasado a partir de la historia de la madre, el ver los círculos de violencia que vienen espiralados desde atrás...Por eso la madre le muestra las flores de carne morada: hay un registro previo de violencias. Y después las hijas, el amor, la lactancia, la sexualidad iluminada finalmente y también la reflexión sobre lo femenino. Y una cierta alianza con las otras mujeres: es como esta cuestión del gineceo expandido en el tiempo, en la geografía y en los lazos, no solamente la madre, la abuela, sino las otras como hermanas.

También hay otras cuestiones mencionadas al final, distintos poemas, pero tiene que ver, por un lado, llegar a un estadio de sexualidad lúcida, de homenajear la propia sexualidad, o en todo caso la propia sensualidad del cuerpo en sí mismo, más allá incluso de otro, el cuerpo y su propia sensualidad como terreno ganado, como lugar de pertenencia. Y por otro lado, la cuestión de una conciencia de lo gris, que siempre va a estar como un terreno de lo claroscuro, yendo de la luz a la sombra, oscilando. Una resignificación a través de todo un camino resilente de buscar la propia restitución, aunque igualmente la cicatriz está y va a seguir estando y es parte del proceso el poder reconocerla. Después con respecto a lo gris, gris la palabra, no solamente lo claroscuro, que es esta cuestión pendular entre la oscuridad y la luz, sino yendo hacia atrás de los significados de lo gris, de las posibilidades de lo gris, como una cosa tan ambigua, difícil de definir, porque en ciertas acepciones es lo lúgubre pero también es lo luminoso y también ha sido verbo que es mirar y observar, entonces todo eso junto, de alguna manera definía esta cosa difícil de definir para mí que es el lugar de la persona que ha sufrido abuso sexual en la infancia y carga con esto, este golpe que escinde y que tiene que llevarse a lo largo de la vida. Y siempre quedan señales que se reconocen, como la hipersensibilidad, la culpa, pero también la capacidad de la empatía con las otras como una, que permite mirar lo femenino y reconocer estos patrones en la historia y detectarlos, algo que hermana a estas personas que han pasado por algo similar. Y para mí una manera de englobar todo esto fue en lo Gris.

También hay relatos tradicionales en juego, no sólo en las representaciones de algunos poemas sino atravesando todo el libro, por ejemplo Barba Azul, la llave y la puerta prohibida y las esposas muertas detrás de la puerta, pero más que nada haciendo patente el proceso de escritura, que fue doloroso, de hecho necesité pausas, porque para mí fue tomar la llave manchada de sangre y abrir una puerta prohibida, una puerta cerrada, una de las cuestiones del trauma, de adentrarse en el trauma y en el intento de hacer literatura con el dolor, es que uno se sumerge en eso, inevitablemente, y en este caso además buscando, siguiendo distintos hilos narrativos, distintas niñas con distintas continuidades y sus distintos progresos. Entonces fue como abrir una puerta prohibida y pagar un costo. Aunque la última parte fue regenerativa, y quedé con esa sensación de haber hecho un viaje, una travesía, y luego haber llegado a otro lugar.

Elegí trabajar con las ninfas, para usar una figura universal y no quedarme en cosas particulares e historias individuales, porque de hecho la mitología es fundante del pensamiento occidental, y esto no es un discurso vacío, sino que puede verse la influencia antropológica, porque de hecho hay toda una narrativa romantizada acerca de las ninfas, y mayormente aparecen como objetos de seducción, o en todo caso como seductoras, aunque siempre pagando, las ninfas, costos muy altos. La mayoría aparecen muertas o transformadas en otra cosa, que es otra forma de morir, y también es esta cuestión de perder la identidad y ser otra cosa, como el caso de Dafne, que se transforma en laurel para escaparse de su captor, o Filira, que es la ninfa madre del centauro Quirón, también producto de una violación que se transforma en el árbol de tilo. Filira es la ninfa de la escritura porque le dio a los humanos el papel, entre otras cosas. Y también la que curaba con hierbas. Por eso es “la otra que escribe” que se transforma en yegua para huir del dios que la quiere violar que es Cronos, el tiempo. Quirón es el fruto de esa violación y Filira, incapaz de aceptar que ha dado a luz a un monstruo, se transforma en un tilo (otro hilo allí). En el caso de Ondina, por ejemplo, aparece esta cuestión de cómo escribir sobre algo tan brutal como una niña violada y asesinada que es arrojada a un pozo de agua. Entonces, elegí esta cuestión de lo bello como un último resguardo, en algún lado intacta, todavía ella misma más allá del daño, incluso carcomida ya por los peces. Unida en su elemento al agua. Hay muchas referencias al agua y tienen que ver con todos los fluidos femeninos, los líquidos, la sangre menstrual como el agua, entonces es la sangre como violencia, pero también la sangre que limpia y los líquidos del parto y la sangre menstrual. Lo mismo la carne, empieza siendo machacada y termina siendo celebrada. Estas son cuestiones que puedo recordar de mis elecciones conscientes. Yo no sé si es la expresión corriente la estetización de la muerte, pero en todo caso hay un intento de restitución de las niñas abusadas en ese último estadio: puedo mencionar por ejemplo a Ondina y el poema de Saraesa, la ninfa de la brisa; su último aliento de vida que vuelve a su esencia, a un lugar lleno de madres que la acunan en el aire.

Después hay muchas referencias a cuentos infantiles y mitos, a cuentos rusos, a cierto folklore latinoamericano de lo mágico, el uso de la mitología es todo lo mismo en ese sentido. El problema inicial para mí era armar un libro cuyo tema principal fuera el abuso sexual en la infancia, y a partir de allí todas las dificultades, y no sólo eso sino reflexionar acerca de una continuación: no se trata sólo de sobrevivir, sino de restituir un cuerpo y ensamblarlo con un corazón y una cabeza.

Al mismo tiempo corría el riesgo permanente de que se transformase en una crónica policial, o un texto que documentase y yo no quería ni lo uno ni lo otro. Quería escribir desde un lugar distinto y usar otro tipo de lenguaje y otro tipo de símbolos para facilitar un espacio de reflexión diferente que es justamente lo interesante del uso del lenguaje de la poesía en sí. Que hace que uno tenga acercamientos distintos a los mismos tópicos. Justamente por eso está el elemento de lo mágico y lo maravilloso, que fue el punto que me permitió enlazar los distintos relatos - es decir fueron canales facilitadores.

Después hay un elemento importante que es el silencio, el silencio sordo. En las situaciones de abuso infantil siempre hay un pacto de silencio. Siempre en relación al abuso hay un silencio en el que están involucrados las personas de alrededor. Porque la afrenta se vive como una vergüenza. Al comienzo del libro hay un silencio tangible, un silencio que se rompe eventualmente con el texto de las adolescentes que se cuentan cosas: es una charla donde se dicen eso que no pueden decir en otro espacio, es una liberación. Pero igual predomina el silencio sordo. En la segunda parte, hay un silencio del afuera. No es interno, porque adentro hay un diálogo permanente, pero sigue predominando. Recién en la tercer parte, donde las abuelas cantan y rezan, es donde las grises dicen, se dicen la una a la otra, y con el decir comienza un renacer, y un reconectar a través de la palabra, y a través de actos de amor, que resignifican el cuerpo, como la lactancia, o el sexo amoroso, y también con la relación con las otras: entonces ese silencio se disgrega, se disuelve. Porque levantar ese silencio es un elemento fundamental respecto a las posibilidades de sanación.

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