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» » Pueblos originarios honran a sus muertos con cometas y tumbas de colores

(04/10/16 - Guatemala)-.Mientras los jóvenes corren elevando sus cometas, los más grandes pintan y adornan los mausoleos de sus seres queridos fallecidos en una muestra de respeto y honra por el Día de Todos los Santos en Guatemala.

Ambas tradiciones se repiten en las poblaciones indígenas de Guatemala alrededor del lago de Atitlán, ubicado a unos 150 kilómetros de la capital.

En San Juan La Laguna una comunidad de etnia Tzutujil, el “Halloween” o Noche de Brujas no significa nada; para estos pobladores el Día de Todos los Santos Difuntos se celebra el 1 y 2 de noviembre.

Desde el 31 de octubre el cementerio se llena de personas con botes de pintura y brochas con los que decoran con colores vivos las tumbas de sus familiares o amigos.

Quienes están enterrados en el suelo son rodeados de flores recién cortadas y hierbas: en Guatemala la tradición es pasar el día dentro del cementerio. Los aledaños del camposanto se convierten en una fiesta llena de venta de comida tradicional de la época y música.

Sebastian, un anciano de 80 años toca un gran tambor a la entrada de la iglesia mientras otros fieles cargan a hombros las imágenes de los santos patronos de la comunidad.

“En San Juan estos días son de fiesta, todos tenemos nombres de santos, yo, tú y ellos (señalando al parque donde juegan niños), aprovechamos para recordar a quienes ya no están y para comer los dulces tradicionales de este mes”, dice sonriendo mientras se frota el estómago.

Los niños corren por las planicies elevando cometas de colores, los cuales desde el aire mandan un saludo a los difuntos. “En esta época del año hay buen viento y puedo subir mi barrilete (cometa) para que los muertos lo vean”, dice un niño tzutujil de unos 8 años, mientras descansa después de varios intentos de colocar su cometa entre las nubes.

A unos kilómetros de distancia, en el municipio de Santiago Atitlán, el cementerio se convierte en un jardín. Los pobladores caminan por una cuesta de dos kilómetros para llegar al cementerio municipal, allí arrojan pino y otras hierbas sobre la tierra que cubre a sus muertos.

En Santiago el cementerio se convierte en un bosque fresco, sobre los montículos de tierra que cubren los cuerpos se siembran árboles de pascuas y flores.

El lago de Atitlán es el marco de la coloridas tradiciones de estos pueblos indígenas, del otro lado del lago, cruzando en lancha de motor, se encuentra el pueblo de San Antonio Palopó.

Aquí esperan la noche del 1 de noviembre para colocar decenas de velas sobre los mausoleos de los difuntos, en su cementerio situado justo frente al gran espejo de agua.

“Nosotros tenemos nuestras propias costumbres y honramos nuestros muertos a nuestra manera, en ningún lugar puede ver esto que pasa en el lago, ni en la ciudad (Guatemala) se mira esto”, indica una mujer mientras coloca un ramo de flores sobre la tumba de su padre.

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