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» » "No soy la misma luego de haber encontrado a Luciano"

(30/01/16 - Violencia Institucional)-.Esta no es una entrevista por un par de motivos. El primero es matemático: no es una, son dos. El segundo es que no fueron entrevistas, sino charlas. La diferencia seguramente se percibe en el clima, la profundidad, la sensibilidad y los cambios de estados de ánimo que sobrevuelan no solo las respuestas, también las reflexiones propias, que en varias ocasiones ni siquiera son preguntas. 

Para la primera de las charlas Vanesa nos recibió en su casa; en la segunda, visitó el estudio de la AM750, para una emisión de Uno Nunca Sabe, del que Fernando Tebele participa como columnista. En esa charla, se sumó Gustavo Campana, quien conduce el programa. 

Vanesa recorrió la historia de la causa de Luciano Arruga. Se miró en un espejo que le devolvió su propia imagen 7 años atrás. Apuntó al poder político, al judicial, a las fuerzas de seguridad, y a los medios de comunicación tradicionales. Pensó en voz alta cómo hace para sobrellevar el dolor y convertirlo en algo positivo. 

Se entusiasmó convocando a la jornada del próximo sábado. Vanesa nos abrió una pequeña puerta a esa intimidad tan necesariamente preservada. A días de cumplirse el 7º aniversario de la desaparición y muerte de Luciano, sus palabras quedan libres. Que muchos ojos las atrapen.

-Fernando Tebele: ¿Qué significa este séptimo año para vos?

- Vanesa Orieta: En este séptimo año volvemos a recordar la muerte y la desaparición de Luciano. A medida que uno va teniendo una mayor comprensión de lo que le tocó sufrir a mi hermano, un pibe de 16 años y en una condición de vulnerabilidad bastante seria, la bronca también se agudiza y uno tiene que buscar las formas para que eso no termine transformándose en algo que enferma al cuerpo, la mente y el espíritu. 

Es un año en el que nos volvemos a encontrar con otros familiares y eso a cada jornada se va acrecentando. No sólo el número de los familiares que convocamos sino también los lazos que vamos forjando, las necesidades que tenemos de encontrarnos en un espacio en común para entender que esta problemática no nos tocó de casualidad.

* * *
¿Qué significa encontrar a un ser querido después de casi 6 años? ¿Qué se atraviesa al enfrentarse a un cuerpo con esa historia? ¿Qué son los restos de Luciano?
Físicamente, ¿qué son? ¿Cómo se transita el duelo y el vacío de saber que no hay más, ni siquiera en el plano simbólico, una reivindicación de la aparición con vida? La familia Arruga no sólo se enfrentó al logro indeclinable de haber aparecido a un desaparecido, también tuvo que soportar descubrir la trama de horror que había detrás y, sobre todo, configurar la búsqueda que se aborda ahora. La búsqueda de la verdad. Vanesa mirá hacia atrás.

“No soy la que empezó a caminar hace 7 años, cuando tenía 25, pero tampoco soy la misma después de haber encontrado a mi hermano. Reconocí a mi hermano después de 5 años y 8 meses.

 Tomé la decisión de decir que quería ver qué me entregaban de mi hermano. Eso también, psicológicamente, nos predispone para una lucha: no es lo mismo que todos cumplan en tiempo y forma con lo que esta democracia les obliga, que nosotros, los familiares, los hayamos arrastrado a entregarnos a Luciano después de 5 años y 8 meses con todo lo que eso representa. 

También lo reconozco a través de sus golpes y sus detenciones. Eso cambia definitivamente la fuerza de esta lucha, la fuerza que uno le pone, y la vida de uno para siempre. 

Las cosas pasan a tener un valor de cosas. Todos los días cuando uno se levanta hay que poder canalizar la bronca para que no termine en más de lo mismo, que son episodios violentos que se reproducen a diario para con nosotros. Analizando un poco la situación más personal porque no hago terapia, más bien hago terapia conmigo y haciendo cosas que me hacen bien, encuentro esto: que me fue muy positivo en todos estos años haber podido procesar situaciones dolorosas para poder seguir adelante y demostrar una enorme emoción a la hora de escuchar a un otro, a un hermano. 

Me parece que es la medida justa para seguir con esto, que no te quiebres vos, con tu caso personal, para seguir para adelante, y que puedas desgarrarte de dolor cuando escuchás a una mamá que sufre. El desgarro que te provoca el dolor es lo que te permite entender que hay que seguir adelante con la responsabilidad en la palabra y en la acción, y el respeto y el entendimiento por ese familiar que atraviesa una situación. Yo lo pude sentir.

¿Cómo conciliás el lugar emblemático que ocupa Luciano con el hecho de que sea tu hermano?
Todas las situaciones que fui atravesando me obligaron a endurecerme con esta causa, con mi causa, con la causa de mi hermano. Se activó naturalmente algo en mí que tuvo que ver con tener la capacidad de poder ver y escuchar cantidad de situaciones que a otra persona la hubiesen desbordado hace mucho tiempo. A mí no me desbordaron al punto de paralizarme, sino que, bueno, mi cuerpo me acompañó de una forma que fue lo más positivo para mí. 

Eso significa que me convertí en una persona muy fuerte, lo que no quiere decir que no tenga una sensibilidad, no la demuestro con mi caso personal. Ahora, es imposible que no se me haga esa papa en la garganta, que no se me pongan los ojos rojos, estallados en llanto pero que no largan una lágrima, cuando escucho a otro papá, a otra mamá, a un hermano o una hermana, que lloran la muerte o la desaparición o el armado de la causa de un familiar. 

Me fue muy positivo en todos estos años haber podido procesar situaciones dolorosas para poder seguir adelante y demostrar una enorme emoción a la hora de escuchar a un otro, a un hermano. Es la medida justa para seguir con esto, que no te quiebres vos, con tu caso personal, para seguir para adelante, y que puedas desgarrarte de dolor cuando escuchás a una mamá que sufre. El desgarro que te provoca el dolor es lo que te permite entender que hay que seguir adelante con la responsabilidad en la palabra y en la acción, y el respeto y el entendimiento por ese familiar que atraviesa una situación. 

Yo lo pude sentir. Dejé de ver a Luciano como la única persona que me genera ese dolor ante la vida perdida, cualquier carita que se me presenta en una foto, en una nota, es una carita muy familiar para mí y me provoca esa emoción que tiene que ver con la tristeza de haber perdido una vida muy importante para todos nosotros.

Mucha gente pudo haberse quedado con la idea que intentaron instalar algunos medios luego de aquel 17 de octubre: que las denuncias que ustedes hacían no eran del todo ciertas porque, al fin, Luciano había muerto atropellado por un auto en la avenida General Paz. No sé si alguna vez hiciste el ejercicio de contarle a alguien que no fue así...
Lo hago siempre. Sale siempre, con un vecino, por ejemplo. Mi paciencia es infinita, y muchas veces tengo bronca. A uno le da bronca que alguien pregunte ingenuamente eso. La única forma de poder seguir adelante en este camino es no escuchar lo que empieza a aparecer en el alrededor. 

Lo que empezó a surgir, por ejemplo, los primeros días posteriores a la aparición de Luciano, fueron este tipo de noticias que tenían que ver más con la cuestión ligada al accidente de tránsito que a toda la historia que Luciano venía atravesando anterior a la desaparición. 

Quienes hablaron y pretendieron instalar la teoría del accidente pertenecían, algunos periodistas a medios de comunicación y algunos funcionarios ligados al poder político provincial: en primer lugar, no son fiscales ni jueces, y si lo fueran, nosotros venimos denunciando a una justicia que encubrió esta causa y que tiene que darnos muchas explicaciones con relación al desarrollo de la investigación. 

Tienen que escuchar, aquellos que salieron a afirmar la teoría del accidente, mi relato. Yo fui la personita que con 25 años iba a ver a personajes ya graduados, doctores, fiscales, jueces, que no atendían la palabra de la jovencita. Fui yo la jovencita de 25 años que dejó tres escritos en mesa de entradas porque no me atendía la fiscal, escritos en los que le pedía que me atendiera porque yo necesitaba decirle algo importante. 

Luciano venía siendo acosado, lo perseguía la policía. Esa negativa de atender a la familia tuvo que ver con lo que vino después, que es una cadena de impunidad interminable. 

Luciano fue atropellado en la General Paz y estaba en una zona inaccesible. Vivía a quince cuadras de ese lugar y no era un estúpido que no conocía su barrio. Salía del barrio 12 de Octubre, caminaba por la avenida Mosconi, cruzaba el puente para pasar a Capital y recorrer Emilio Castro. 

A ver, no somos familias que no tienen una comprensión de cómo recorrer unas cuadras y pasar por debajo de un puente para cruzar la General Paz. Luciano pasó por una zona inaccesible, lo atropellaron, es real, pero yo quiero saber por qué. Quiero que me lo aclaren, que me digan: ’Flaca, esto fue un accidente por esto, esto y esto, porque la realidad es que no podemos demostrar otra cosa’. Ahora, si uno lee las declaraciones es suficiente. Luciano cruzó por ese lugar seguramente amenazado por alguien, hay un testigo que no sólo está en mejor condición de la escena total de lo que pasó sino que aparte detecta una patrulla de la Bonaerense al costado de la General Paz y a la cual le hace señas para que venga y asista a Luciano. Esa patrulla sigue camino sin volver. Si uno se pone a investigar la causa, se da cuenta de que la mayoría de los patrulleros que esa noche estaban en funcionamiento de las diferentes dependencias, no contaban con un sistema de localización, por lo tanto no podemos saber los recorridos. 

Todo esto, lejos de hacerle creer a la gente que esto es un accidente, debería hacerle creer que existe la necesidad extrema de que esta causa sea tratada con un total respeto y que sea investigada desde el principio al final teniendo en cuenta todas las irregularidades que se cometieron y que nacen pura y exclusivamente del aparato policial y judicial.

* * *
Vanesa analiza el entramado que desapareció forzadamente a Luciano. No alcanza con un puñado de policías: el Estado entero tiene que responderles. El encubrimiento no es sólo la manipulación de pruebas o la desaparición de evidencia, es también el boicot sistemático a la denuncia. 

Ella rearma la cadena, eslabón por eslabón, aunque luego haya que agregarle otros con los datos que van a apareciendo, con la verdad que se acerca: “Esa cadena demuestra claramente, en primer lugar, que no hubo una decisión de querer investigar a la policía. Por otro lado, sí existió la intención, y me hago cargo de lo que digo, de ponerle una fuerte presión a la familia para que detuviera su lucha. Nuestros teléfonos fueron pinchados, nos investigaron. Se metió la Brigada de Investigaciones de San Justo en la casa de mi abuela a buscar un pibe autosecuestrado que supuestamente pedía droga a cambio de su libertad. Todos estos personajes que salieron a decir que se trataba de un accidente, si leyeran la causa, se darían cuenta de que en muchos episodios existió la mano oscura de una policía intentando ocultar. Esto te despierta una mínima sospecha. Sufrí la persecución en carne propia a través de las amenazas. Y si mi hermano sufrió nada más que un accidente, como decían estos periodistas y algunos políticos, entonces, ¿por qué nos amenazaba la Policía Bonaerense? ¿Por qué carajo la Brigada de Investigaciones se metió en nuestra casa y presionaba a mi vieja, a los amigos de mi hermano y los amenazaban? ¿Por qué carajo la policía del destacamento de Lomas del Mirador -que ya no tenía que seguir investigando la causa por orden judicial porque la familia presionaba para que la justicia no le diera más esa facultad- seguía investigando aún cuando le estaban diciendo que no lo hiciera más? Nosotros somos esto, no somos nada de lo que nos quisieron inventar, somos esto, salimos del número de dos o tres que le pusimos el pecho y que salimos a pedir, simplemente, que la justicia investigara. No que nos investigara, criminalizara y discriminara, como hicieron con Luciano desde el primer momento".

Vanesa esta sentada frente a una mesa, en la cocina. Flexiona su pierna derecha y se abraza a ella. Tiene los ojos húmedos, pero no llora. Más tarde no podrá evitarlo. Se enfurece cada vez que la subestiman. 

En su voz se reflejan miles de familiares padeciendo exactamente lo mismo. La burocracia estatal siempre se dispone, antes que nada, a poner en duda la denuncia. Porque es una madre loca, porque es una hermana narcotraficante, porque es un pibe chorro. Porque son pobres. 

Vanesa levanta la voz. Se indigna. Baja la pierna; la apoya contra el piso y toma aire con tanta profundidad como las cosas que dirá: “Yo no estaba diciendo una estupidez. No estaba hablando estupideces porque iba a buscar a mi hermano a las comisarías. Iba a exigir que me lo entregaran cuando se lo llevaban por averiguación de antecedentes, algo que se puede hacer de otra forma sin tener que llevar al menor y hacerlo sufrir dentro de una celda y diciéndole las barbaridades que le decían a mi hermano. Por otro lado, era un pibe que venía siendo perseguido porque se había negado a robar para la cana".

* * *
La desaparición forzada es un delito de lesa humanidad. Así lo tipifica la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que además establece que el Poder Ejecutivo Nacional tiene la responsabilidad de poner a disposición todos los mecanismos para esclarecerla. 

No prescribe, porque la acción se sigue cometiendo cada instante en que la persona no está. Es un crimen siempre -siempre- perpetrado por el Estado. Vanesa ofrece su propia definición. 

“Cuando la policía, la justicia, los medios de comunicación, el poder político, las diferentes instituciones de un Estado democrático, operan para obstaculizar el derecho a la verdad de una familia, eso es una desaparición forzada. Se mantiene y se prolonga en el tiempo porque todos esos actores lo permiten, así como permiten la impunidad a la hora de no jugarse y contar todas las cosas oscuras de esta causa y deciden el facilismo diciéndole a la gente, y faltándole el respeto, que esta causa se trató de un accidente de tránsito. Lo encontramos por la lucha y la voluntad de los abogados que laburaron esta causa, de los organismos, de las organizaciones y de todos los referentes que decidieron apostar a que la verdad estaba en las palabras de la familia, no en la mentira de los medios de comunicación ni de algún sector de la justicia que todavía obstaculiza el proceso de verdad y a los que les pedimos que se llamen al silencio y esperen su jury de enjuiciamiento para saber si continúan en su cargo. Ojalá que tanto el juez Banco, la fiscal Celia Cejas y la fiscal Roxana Castelli no trabajen más en el poder judicial. Hay pruebas de sobra para acreditar que no están en condiciones de ejercer ese cargo porque hacen daño y porque han obstaculizado rotundamente un proceso que tiene que ver con el derecho, no sólo del pibe que no está, aunque sea el más importante, sino de la familia para dar con ese cuerpo y saber una verdad que nos ha costado mucho”.

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Ya con el destacamento cerrado pero sin poder ingresar para crear allí un sitio de memoria, la familia se plantó en la vereda. La tozudez de Vanesa Orieta impulsó la enorme mayoría de los logros en el desarrollo de la causa. Todo se puede y tres o cuatro personas apostadas en la vía pública gritando una verdad tienen la potencia de un tropel. 

Durante más de dos años, se plantaron todos los sábados, poco después del mediodía, agobiados por el sol en verano, sin abrigo que pudiera mitigar el frío en invierno, pero con la convicción de que esa herramienta comunicacional serviría al objetivo final: crear allí un espacio para la memoria. Sirvió el esfuerzo.

Una de las decisiones que tomaron a partir de la desinformación de los medios tradicionales fue crear su propio programa de radio ¿Por qué un canal propio de comunicación?
Porque necesitábamos, primero, no parar nunca. El trabajo de hormiga requiere que uno todos los días deposite parte del tiempo para la construcción de lo que uno defiende. Cuando empezamos a entender que nos estaba resultando muy difícil lograr la difusión en los grandes medios de comunicación, hago un punto: nos costó, por supuesto, llegar a los medios de derecha, monopólicos, pero no tuvimos una llegada o recepción muy solidaria en los medios del oficialismo en ese momento. 

Ahí recordamos el escrache en CQC. Lo hicieron unos chicos a los que no conocíamos y les agradecemos. Me acuerdo, por ejemplo, el comentario de Barone (luego, en 678), que lo voy a recordar siempre porque me dolió muchísimo. Cuestionaba fuertemente el escrache y hablaba de que no estaban dadas las condiciones para operar de esta forma porque vivíamos en democracia y la familia tenía que acercarse a la comisaría. 

¡A la comisaría!

Eso para mí fue tremendo, porque ellos tenían que entendernos y acompañarnos en la discusión con el gran medio monopólico de derecha y nos estaban tirando al bombo. 

Rescato la figura de Barone porque se reprodujo en la voz de muchos otros periodistas que me desilusionaron. Nos aferramos mucho a los medios comunitarios, alternativos, que fueron los que hicieron esa saturación de información que llegó poco a poco a los grandes medios. Nosotros mismos empezamos a hacer nuestra experiencia de radio Desde Afuera del ex destacamento policial de Lomas del Mirador con nuestro programa. 

Era una radio abierta (que también se emitía por internet en vivo), les hablábamos a los vecinos con muchas críticas del otro lado y con un fuerte rechazo porque ellos creían que nosotros llevábamos la villa al destacamento. Decían eso: “Ustedes son villeros, ustedes quieren ensuciar este barrio que es residencial”. 

Esa radio continuó cuando acampamos en el destacamento dos o tres meses pidiendo que se avanzara con la investigación antropológica allí porque faltaban excavaciones y tomar medidas. Lo hacíamos mientras la radio funcionaba. En ese sentido, nuestra experiencia es y sigue siendo muy rica. Hoy en el espacio que nos ofrece La Retaguardia, que para nosotros es una escuela. Mis compañeros están haciendo una escuela de radio que después se volcará al espacio o a practicar y pasar esto que hemos aprendido a los jóvenes, para que también ellos se empiecen a apropiar de esta herramienta valiosísima. 

Vemos muy positivo al rol que cumplen los medios más pequeños y por ahí camina nuestra esperanza de que se puedan hacer más visible una cantidad de hechos que lamentablemente los medios monopólicos no quieren, por un motivo muy particular, difundir.

No me quiero ir sin decir eso porque está ligado al tema de memoria que se planteaba: cuando empezamos a ver lo difícil que se ponía esto y el juego que se planteaba detrás de las políticas de memoria, verdad y justicia -digo juego porque había un doble sentido, por un lado sí se instalaba la discusión con relación al genocidio pero no se hablaba de la violación a los derechos humanos en democracia-, allí surgió la idea de memoria dinámica o memoria estática. 

La memoria estática pretende ver la violación a los derechos humanos como algo que sólo ocurrió durante la última dictadura militar sin hurgar, sin analizar lo que ocurre en democracia. Nosotros proponemos una memoria dinámica que siga pensando al genocidio como una enfermedad que nos afecta en democracia. 

Hay que estar organizados peleando por la memoria de todos los días. En la medida en que la pensemos como una memoria activa es que vamos a lograr que no avancen aquellos que quieren ir por todo, quieren olvidar e instalar las lógicas que pensamos que estaban ocultas para un sector de la sociedad.

Gustavo Campana: ¿Cómo interpretás los despidos en la órbita de Seguridad del equipo que identificó el cuerpo de Luciano?
Solidaridad total con los trabajadores. Siempre voy a defender el rol del trabajador, siempre voy a denunciar a los miembros del poder que ocultaron, que callaron y en definitiva terminaron siendo cómplices. 

Yo no soy buchona, no voy a dar nombre y apellido sobre todo porque a muchos les guardo respeto por su historia, pero cuando uno denuncia al poder, denuncia a personas ubicadas en lugares estratégicos con toma de decisiones. Personas que con sus acciones pueden cambiar rotundamente el camino de construcción de una familia. 

Hablo de personas ubicadas en ministerios, secretarios, directores, presidentes. Estamos hablando de gente que define. Si hoy nos ponemos a mirar, quizás eso que se construyó era bastante débil y por eso un poder de derecha tiene la posibilidad de sacar a los trabajadores sin más. Sin que la sociedad se altere por eso; estamos hablando de un grupo tan importante como el que halla el cuerpo de un chico. 

El tema es que éste no es cualquier chico, y que atrás de este pibe tenemos que hablar de discriminación, criminalización, xenofobia, un montón de cuestiones que están directamente arraigadas en esta sociedad y que en definitiva no fueron visibilizadas. 

Hay un deterioro social muy grande con relación a la problemática de violencia policial, porque esta sociedad soporta las torturas a nuestros jóvenes. No solamente a los que son privados de su libertad por averiguación de antecedentes, sino a aquellos que están encerrados en penales a los que también hay que respetarles su derecho. 

Nosotros sabemos que son violados, que son torturados, que son asesinados y usados para delinquir. La caja chica, esa que generan nuestros jóvenes, es propiedad de las Fuerzas mafiosas de Seguridad y volvemos a hablar otra vez del poder político y judicial, que en definitiva termina siendo cómplice de ese armado. 

Esta familia presentó un segundo hábeas corpus en el juzgado federal Nº 1 y en ese momento fue denegado en primera instancia. Realmente uno tuvo que gritar, tuvo que generar un estado de crisis para que fuera aceptado, fue rechazado en segunda instancia y en una tercera instancia fue aprobado. 

Queríamos comprometer a las instituciones del Estado a que nos brindaran información de qué habían hecho y qué iban a hacer a partir de ahora. Nosotros obligamos a que los trabajadores del Estado estuvieran presentes en una serie de audiencias que fueron muchas y en las cuales la familia tuvo un rol fundamental. 

Si esto hoy estuviera grabado, muchos familiares sabrían lo que significa su participación dentro de un procedimiento de la búsqueda de un joven. Eso no es un dato menor. Eso es lo más significativo de todo esto que quizás se habla de una forma muy escueta pero que requiere un análisis más profundo. 

Creo que hay que seguir trabajando y que la sociedad tiene que tomar conciencia de que esta democracia tiene serias falencias y que poco a poco con este espíritu de no ver, de no comprometerse y seguir sosteniendo la discriminación y la criminalización, les estamos dando un fuerte avance a las botas, a los azules, a los verdes, a los marrones, a las armas, a los patrulleros, al control y a la represión. 

Denunciamos al poder judicial y reconocemos que no hace más que reproducir esa lógica perversa pero la realidad es que de este gobierno no esperamos nada, del anterior esperábamos al menos una apertura que nos permitiera hoy protegernos aún más y eso no llegó. Ahí están las fuertes autocríticas que hay que hacer. Hay que reconocer que en el plano de los derechos humanos, sobre todo en lo que tuvo que ver con el genocidio, se avanzó, pero no se habló de la violación de derechos humanos en democracia. Es más, yo podría mostrar discursos que tengo guardados en los cuales no se hablaba de desaparecidos, se decía que en esta democracia no se desaparecían personas. Y lo decían funcionarios de alto rango, y hubiese estado bueno que la sociedad respondiera que sí, que todavía tenemos un gran problema, que a los pibes en los barrios los matan, los torturan, los desaparecen, es un problema que tenemos que solucionar.

 Lo que hicieron es esconder la mugre debajo de la alfombra y hoy eso se paga muchísimo más caro porque la policía ya está metida en los barrios, porque van a seguir aumentando los números de efectivos, porque la sociedad naturaliza y nadie se conmueve con la muerte de un pibe.

¿Cómo se quiebra la cadena de impunidad?
La condena al policía Torales fue una forma de empezar a demostrarle a la sociedad que lo que esta familia venía denunciando tenía que ver con una serie de hechos que venía sufriendo Luciano. 

La detención que se juzgó es crucial, porque viene después de la negativa de Luciano a salir a robar, después de otras detenciones, después de estar el Negro durante mucho tiempo lidiando con la cana para salir del barrio porque lo veían y lo obligaban a volverse siempre de una forma muy violenta se daba este cruce en la vía pública. 

Cuando lo detuvieron ese 22 de septiembre fue duro porque estábamos ahí mi vieja y yo contra un grupo de tipos que nos hacían sentir que tenían el poder con la palabra, con los gestos, con las amenazas. 

La amenaza más reiterada era que si no nos tranquilizábamos, Luciano no iba a salir. A él también le decían eso, que no se siguiera poniendo nervioso, aunque eso estaba bien, porque lo estaban maltratando y torturando. 

Así lo ha calificado la justicia. Fue tortura psicológica y física, acreditada en cierta forma también por los policías que estuvieron en el lugar. 

Torales dijo, no recuerdo si en el juicio: ’Bueno, una cachetadita’. En algún momento lo deslizó, que no había sido tal la tortura. Chapero, una de las oficiales que declaró, corroboró que Luciano había estado detenido durante muchas horas en ese destacamento que no tenía para nada un lugar para tener personas detenidas. Estábamos con la documentación necesaria y aún así no lo liberaban.

* * *
Tiene razón Vanesa cuando dice que sus lágrimas no se ven. Pero están ahí. Deja caer solo una o dos, pero la congoja se apodera de sus cuerdas vocales cuando recuerda aquel 22 de septiembre de 2008, apenas unos meses antes de la desaparición de Luciano. 

Retoma el relato del juicio: "Ese juicio es empezar a romper un poco con esa cadena de impunidad y, para nosotros, empezar a respirar con cierto alivio porque después de tantos años de lucha, poder llevar a Julio Diego Torales a juicio, que él tenga que enfrentarse con las palabras de mi vieja, con mis palabras, que nos volvamos a ver la jeta después de tanto tiempo. La verdad, la pura verdad, la sabemos nosotros. La pura verdad de lo que pasó ese día. Él siempre se va a defender, pero yo sé todo lo que sufrió mi hermano ese día en ese lugar. Recuerdo que mi hermano estuvo encerrado en ese destacamento, que me gritó desde la puerta porque fue el mismo momento en que Diego Torales tenía un teléfono y yo intentaba desesperadamente que la persona que estaba del otro lado del teléfono me escuchara. No tenía idea si era un fiscal, un juez, no sabía. Yo recuerdo esos momentos como si fueran hoy, porque me acuerdo del dolor que tenía, de la bronca y de las ganas de llevarme a mi hermano y no saber qué estaba pasando en esa cocina pero sí sentir su grito desgarrador cuando me dijo: ’Vane, sacame de acá’. Eso sí me lo acuerdo, eso no me lo borra nadie de la cabeza. Llegar a juicio es demostrarle a gran parte de la sociedad y también de esa justicia matancera que lo que estaba diciendo esta familia no era mentira. Eso quedó demostrado no sólo por nuestra versión sino también por las palabras de los efectivos que declararon, que no pudieron defender lo que querían ocultar porque no se podía, porque la familia fue muy clara cuando habló, porque nos conocíamos ese lugar de tantas veces de haber ido, pero puntualmente de haber ido ese día y haber sufrido desde las diez de la mañana hasta las siete de la tarde que lo dejaron salir".

Su voz sigue quebrada. Le cuesta retomar, pero sigue adelante: "La sentencia todavía no está firme, así que por supuesto que hay que meterle la fuerza necesaria para que de una buena vez por todas podamos descansar sabiendo que este hombre va a cumplir con su pena. No queremos que sufra, no queremos que sufra su familia, entendemos que tiene hijos, hijas, deseamos para su familia lo mejor, y yo deseo para él, personalmente, que en este tiempo pueda pensar mucho y que una vez que salga, quizás, pueda devolverle a la sociedad otra cosa que no sea eso que le ha ofrecido a muchos pibes. De corazón espero eso. Hay que mirar la causa como una sucesión de hechos, y éste es uno de los más importantes que la justicia federal tiene que considerar a la hora de definir si ese episodio que termina con la vida de Luciano se trató solamente de un accidente o si viene atado a toda una serie de situaciones que venía padeciendo".

En el destacamento eran los generadores de la inseguridad quienes estaban ahí para garantizar la seguridad.
Empezó a instalarse un discurso muy discriminador de la mano de Gabriel Lombardo, presidente de un foro por la seguridad. El foro se llamaba Valomi. 

Cuando Luciano desapareció, este hombre se encargaba de pasar por los medios de comunicación dejando un mensaje muy duro que hablaba de Luciano como un delincuente con más de 30 mil causas. También se instalaba que se había escapado y se había ido a otra provincia, que se había peleado con mis hermanos. 

Este mismo personaje es el que impulsa una manifestación muy grande en las avenidas San Martín y Mosconi que tuvo que ver con comentarios, en ese momento, de la impresentable Susana Giménez cuando dijo “el que mata tiene que morir” a partir del asesinato de su florista. 

En ese contexto se genera un odio rotundo a las personas que viven en los barrios Santos Vega y 12 de Octubre, donde viven mis hermanos y mi familia. Dos años antes de que esto estallara, es Lombardo el responsable junto con Fernando Espinoza de inaugurar el destacamento policial de Lomas del Mirador en una casa alquilada. 

Se construyeron habitaciones en la parte posterior, siempre lo digo porque no me parece un dato menor porque esas instalaciones no estaban declaradas en el municipio. Ahora que es un espacio de memoria los invito a pasar y comprobar lo que digo por medio de la observación. 

Cuartitos no registrados ni supervisados en los cuales cualquiera de nuestros pibes, y de hecho mi hermano podría haber estado tirado, alojado, si no me lo desmiente nadie el 31 de enero de 2009 cuando lo fuimos a buscar muchísimas veces. Hay muchas situaciones de irregularidad que deben analizarse de una forma más amplia y ahí operan mucho estos señores ubicados en foros de seguridad que a su vez tienen relación con personajes políticos y gente muy turbia. 

Vaya a saber uno cuál era el interés superior, pero de movida era ese el panorama en el barrio y ellos lograron que muchos vecinos también miraran a Luciano como un pibe peligroso, como un pibe chorro. Estuvo muy bien instalado el discurso.

La necesidad de transformar en visible lo invisible es el primer dato que tiene esta causa como uno de los grandes resultados o mensajes históricos para el resto de las causas. Hasta ese momento estaban invisibilizados los casos similares. El quiebre lo ponen ustedes cuando hacen visible la historia de Luciano.
Sí, igualmente guardo muchísimo respeto por otras familias. Me imagino a Rosita Bru en este momento, que con anterioridad al caso de Luciano, también se levantó denunciando la desaparición de Miguel. 

El caso de Bulacio también, con su abuela tan constante marcando el tema de las razias principalmente. Hubo muchas personas que marcaron el camino y uno no hizo más que levantar todo ese trabajo y seguir. La palabra invisibilización es la que me ubica a mí. 

Cuando hablamos de invisibilización, hablamos de que hay poderes determinados del Estado que intentan invisibilizar un problema que por uno u otro motivo terminan tocándolo de lleno: estamos hablando de impunidad, de policías mafiosas, de cooptación de menores, de redes de trata, de venta de armas, de venta de droga en los barrios que ocasionan la muerte de muchos pibes producto de la pasta base y otras formas de consumo problemático.

 *Por Fernando Tebele y Rosaura Barletta para La Retaguardia
Fuente: ANRed

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