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» » Los escándalos son parte del ADN PRO

(27/04/16 - Opinión, *por Hugo Delgado)-.Cada gestión de gobierno tiene su impronta, su sello, su letra de agua.

Efectivamente cada gobierno argentino se ha caracterizado por tener un rasgo propio distintivo.

Los hubo sangrientos, irresolutos, corruptos hasta las muelas, justicieros sociales, conservadores y progresistas.

El rasgo claramente distintivo del gobierno PRO - Cambiemos lo es el escándalo.
Puede decirse que, indudablemente la gestión de la alianza conservadora de derecha que gobierna al país se caracteriza por ser propensa al escándalo y que sin la tutela del chupete electrónico sería más volátil que el alcohol.

Es que en sus algo más de cien días de gobierno ya han atravesado la barrera de escándalos como para reclamar su lugar en el libro de los récords.

Comenzando por el presidente, que se tomó vacaciones a la semana de asumir su mandato, mientras parte del país estaba bajo el agua, pasando por la vicepresidenta que calificó de anormales a “los pobres” y siguiendo por el hecho de que alrededor de la mitad de su gabinete se encontraba procesado al momento de asumir sus funciones.

A ello habría que agregarle el desprecio por la Constitución Nacional al pretender nombrar jueces a dedo; contraer deuda externa para que un grupo de argentinos pueda ahorrar en dólares; perseguir ideológicamente a trabajadores, reprimir trabajadores, colocar en puestos sensibles personas incapaces, como Laura Alonso en la Oficina Anticorrupción... y podríamos seguir por hojas y hojas y hojas hasta llegar a los Papeles de Panamá.

pero indudablemente que tener un funcionario con pedido de captura internacional de captura de Interpol, si la misma que tienen los supuestos teroristas de la AMIA, es como demasiado.

Igualmente, e acuerdo al manual PRO - UCR - ARI para estas circunstancias Grindetti primero negó y ante la evidencia dijo que la justicia brasileña no conocía su domicilio.

Las fechas, el nombre de la empresa y sus declaraciones patrimoniales no coinciden con sus declaraciones.

A esta altura no parece suficiente declamar un “No lo voté”.

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