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» » Costa Pobre: ¡Cállate, Cállate que me desesperas!

(10/02/16 - Gestión Cambiemos, Opinión)-.Recientemente, la Diputada del Parlasul y socia de Macri y el inundador Reutemann, además de presidenta de la Convención de la UCR, que entregó el centenario partido en vasallaje a la plutocracia y las corporaciones, la Licenciada Lilia Puig de Stubrin, emitió para los siglos venideros la frase matadora: “Los argentinos tenemos que entender que somos un país pobre.”

Ante afirmación tan temeraria, no podemos dejar de preguntarnos la razón de sus dichos.
                
Quizás se deba a la edad, coincidiendo con la frase, creo que atribuida a Churchill, que dice: Si cuando es viejo no es de derecha,  no tiene cerebro. O tal vez obedezca a una suerte de coloniaje mental y cultural.
                
No descartemos que a lo largo de años, una pedagogía de la desinformación al servicio del poder, llevó a mucha gente a acostumbrarse a pensar que la pobreza y quienes la encarnan, los pobres, son algo así como una parte del ambiente. Sería como si la Naturaleza que crea y recrea la flora y la fauna, también alumbrara pobres.
                
Muchos atribuyen esa malhadada existencia a una suerte de determinismo histórico, otros a una maldición, hay quienes piensan en una plaga bíblica, no faltan tampoco los que culpan a los pobres de su propia pobreza.
                
Coincidiendo con estas percepciones y la frase de la diputada, en la década del ‘90, un mal recordado presidente, pontificaba: "Pobres hubo siempre y siempre los habrá", ante los aplausos de sus seguidores y los “vivas” de sus corifeos, muchos de ellos sentados hoy, en los despachos oficiales y que son sus compañeros.
                
Culturalmente se nos ha adoctrinado que el mundo se divide en países ricos y países pobres, hoy llamados eufemísticamente: desarrollados y en vías de desarrollo, también primer y tercer mundo. Lo peor es que nunca intentamos hacer un análisis crítico de esta afirmación.
                
Tendríamos que interrogarnos seriamente, ¿si una isla rocosa perdida en el Océano Pacífico, como Japón; o Inglaterra, inserta en la bruma del Mar del Norte; o Italia una cordillera que penetra al Mediterráneo, entre tantos otros ejemplos, son países ricos y en caso contrario, si Argentina, Bolivia, Paraguay, Costa de Marfil, Nigeria y muchos más, son en realidad países pobres?
                
Este simple interrogante no admite respuestas ambivalentes. Categóricamente podemos afirmar que en el mundo no existen países ricos y pobres, sino países enriquecidos y empobrecidos, lo cual es muy distinto.
                
En un mundo finito, en el que la desigualdad y el atropello son las reglas, para que algunos pocos se enriquezcan es necesario que muchos se empobrezcan.
                
Situación similar ocurre hacia el interior de cada sociedad. Muy pocos con mucho y muchos con casi nada.
                
En tal hipótesis, los salarios se recortan, las jornadas se extienden, las conquistas laborales se diluyen, desaparecen el sábado inglés y el descanso dominical, se elevan las edades jubilatorias y la pobreza deja de ser patrimonio de vagos, malentretenidos y desocupados, para asolar de manera creciente a los asalariados.
                
En el país, las guerras fraticidas por más de un siglo, originadas en que mientras las condiciones económicas de los porteños crecían y mejoraban su calidad de vida, el interior, sufría un menoscabo histórico en sus economías  y un aumento de la pobreza e indigencia de sus habitantes.
                
La diputada como miembro del Partido Porteño es coherente con sus mandamases y entonces dice lo que dice, pero que no olvide lo que decía John F. Kennedy: “Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos”.

*Por Ricardo Mascheroni, Docente

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