"De separarse definitivamente a la presidenta democráticamente electa, Dilma Rousseff, de su cargo, al menos Ecuador reaccionará con mayor radicalidad", advirtió Correa en un encuentro con la prensa extranjera.
El mandatario ecuatoriano consideró imposible destituir a una presidenta “democráticamente electa con más de 50 millones de votos” solo porque cambió la mayoría en el Congreso o el Senado de un país.
Al respecto, expresó su inquietud por la situación “extremadamente grave” que atraviesa Brasil luego de que Rousseff fuera separada de sus funciones por 180 días; tiempo en que la sustituye en el cargo su vicepresidente Michel Temer.
Lo que está pasando en Brasil es un "precedente funesto" para la democracia en América Latina, expresó Correa quien en rechazo a la suspensión de su homóloga brasileña llamó en mayo a consultas a su embajador en Brasilia.
El jefe de Estado ecuatoriano expresó su confianza en que la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), reaccionará ante la eventual destitución de Rousseff, dado que, a su juicio, no hay una “acusación en concreto”.
Rousseff ha denunciado recurrentemente que detrás del proceso del juicio político (impeachment) en su contra, existe un intento golpista.
