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» » La tensión vuelve a las calles de Egipto, tras la avanzada sobre el periodismo

(12/05/16 - Egipto)-.Una redada policial en la sede del sindicato de periodistas y la detención, dentro del edificio, de dos profesionales hace 15 días desataron una ola de pequeñas pero muy resonantes protestas, en un país sumido en el miedo tras casi tres años de la brutal represión que dejó decena de muertos, heridos y detenidos.

Este jueves, en Egipto no se puede protestar en las calles o cualquier espacio público sin permiso explícito del gobierno. Las huelgas u otras medidas de fuerza laboral también quedaron fuertemente limitadas y las autoridades no reconocen a los sindicatos independientes que buscan romper la alianza entre la cúpula sindical y el Ejecutivo.

 Las fuerzas de seguridad detienen a muchos de los que se animan a salir a protestar a las calles, e irrumpen en las casas y arrestan a otros que critican o denuncian las políticas de las autoridades y llaman a organizarse en las redes sociales. 

Egipto es además el segundo país del mundo, sólo superado por China, con más periodistas detenidos, y varios diarios se han acostumbrado a retirar una columna, un artículo o hasta suspender una edición por orden de "cuerpos estatales de monitoreo".

En este contexto, la irrupción de la policía en el Sindicato de Periodistas en El Cairo en el Día del Trabajador para buscar y detener a dos trabajadores se convirtió en la gota que rebalsó el vaso de sectores tradicionalmente moderados: desató la ira de la prensa y generó solidaridad entre los grupos profesionales más acomodados de la clase media, principalmente, los médicos, abogados e ingenieros. 

Egipto es el segundo país del mundo con más periodistas detenidos, y varios diarios se han acostumbrado a retirar una columna, un artículo o hasta suspender una edición por orden de "cuerpos estatales de monitoreo"
 El gremio de prensa lanzó un inédito boicot en los medios de comunicación escritos, mientras que los otros sectores profesionales tomaron la también osada decisión de salir a las calles y sumarse a una sentada de los periodistas frente a su sindicato. 

No está claro cómo terminará esta pulseada, pero el gobierno de Abdel Fatah al Sisi -el general que encabezó un golpe de Estado de 2013 y luego colgó el uniforme para ganar casi sin oposición las elecciones del año siguiente- ya mostró cómo enfrenta a las voces críticas de su país.

 "Egipto siempre ha sido un Estado policíaco con una columna vertebral política. En los noventas, el gobierno peleaba contra grupos islamistas locales y, bajo ese pretexto, hubo decenas de miles detenidos y torturados. La llamábamos la guerra sucia, pero ahora todo eso palidece en comparación a lo que estamos viviendo", explicó a Télam Heba Morayef, la subdirectora de la Iniciativa Egipcia para los Derechos de las Personas.

Las primeras organizaciones de derechos humanos egipcias fueron creadas en 1994, y desde entonces, sostiene Morayef, mantenían "un pequeño espacio de acción". "Era pequeño, pero lo teníamos", agregó.

Ese espacio hoy se está reduciendo dramáticamente.

El gobierno procesó a siete directores y referentes de las principales ONG de derechos humanos por recibir fondos extranjeros, les impuso un embargo de bienes y les prohibió salir del país
 El gobierno procesó a siete directores y referentes de las principales ONG de derechos humanos por recibir fondos extranjeros, una práctica usual para ese sector, les impuso un embargo de bienes y les prohibió salir del país. 

"Los acusan de actos que ponen en peligro el interés del Estado, la unidad del Estado, y que difunden el caos. Se trata de delitos que pueden terminar con una condena a cadena perpetua", explicó la defensora de derechos humanos.

 Morayef no es la única que piensa que la potencia árabe de Medio Oriente -férrea aliada de Estados Unidos, Arabia Saudita y socia estratégica de Israel- está viviendo uno de los períodos más oscuros de su historia desde el fin de la monarquía en los años 50. 

"La situación actual sólo es comparable con el auge del autoritarismo bajo (Gamal Abdel) Nasser en los años 50 y 60, en lo que respecta a las violaciones de derechos humanos y al asalto casi total de la esfera pública y el espacio público", advirtió también desde El Cairo, Amr Adly, un investigador del prestigioso instituto de estudios Carnegie Middle East Center.

"Bajo (Hosni) Mubarak, existía un margen de libertad, aunque fuera informal. Había oposición ilegal ya que Mubarak toleraba la presencia de la Hermandad Musulmana en la esfera pública y aún en el Parlamento. Este, sin embargo, ya no es el caso. Ahora el régimen es mucho más represivo y no tolera ninguna oposición, ni formal ni informal, ni islamista ni secular", agregó en diálogo con esta agencia. 

Egipto -férrea aliada de EEUU, Arabia Saudita y socia estratégica de Israel- está viviendo uno de los períodos más oscuros de su historia, opina Heba Morayef, subdirectora de la Iniciativa Egipcia para los Derechos de las Personas
Las principales organizaciones de derechos humanos y civiles del mundo coinciden en que la represión política es cada vez mayor. 

La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Amnistía Internacional, el Comité para la Protección de Periodistas, Reporteros Sin Fronteras, Human Rights Watch, la Federación Internacional para los Derechos Humanos (FIDH)... y la lista de denunciantes continúa. 

Los últimos días de Mubarak en el poder en 2011 -cuando millones de personas salieron a las calles y se enfrentaron a la policía, los militares y sus tanques en todo el país- conmovieron al mundo entero.

Aún está fresco en la memoria el épico esfuerzo de esa llamada Primavera Árabe egipcia en la que el pueblo superó el miedo acumulado tras más de medio siglo de gobiernos que hicieron política de la mano de las Fuerzas Armadas y sin abrir el juego democrático, desde Nasser hasta Mubarak. 

Millones de personas creyeron que Mursi y la Hermandad Musulmana estaban ganando suficiente poder como para eternizarse en el gobierno y para evitarlo, prefirieron apoyar un golpe de Estado liderado por la cúpula militar
Después de la caída de Mubarak, las Fuerzas Armadas encabezaron la transición y llamaron a elecciones. El ganador fue Mohamed Mursi, el referente de la mayor base organizada del país, los islamistas conservadores de la Hermandad Musulmana. 

"La Hermandad intentó llegar a un compromiso con los militares (...) Pero no pudo controlar las herramientas represivas del Estado y, por lo tanto, no pudo hacer realidad su ideología totalitaria de un Estado y una sociedad islamistas", explicó Adly. 

 Sin embargo, millones de personas -muchas de las cuales habían salido a las calles dos años antes para reclamar un país democrático, libre y justo- creyeron que Mursi y la Hermandad Musulmana estaban ganando suficiente poder como para eternizarse en el gobierno y convertir al país en una nación islamista. 

Para evitarlo, prefirieron apoyar un golpe de Estado liderado por la cúpula militar. 

Desde entonces la represión, la persecución y la reducción de libertades han sido masivas y sistemáticas.

"Fueron dos años y medio de crueldad total e implacable. El gobierno envió un mensaje muy efectivo cuando mató a mil personas en un día o cuando mantiene presos a cientos de personas con detenciones preventivas durante más de un año. Todo esto tuvo un efecto acumulativo: miedo", sentenció Morayef, recordando la masacre del 14 de agosto de 2013 contra simpatizantes de Mursi que rechazaban el golpe.

Según la FIDH, al menos 41.000 personas fueron detenidas, acusadas o condenadas desde el golpe hasta mayo de 2014; mientras que la organización local Coordinación Egipcia para los Derechos y las Libertades denunció recientemente que más de 7.400 civiles fueron juzgados por cortes militares "en nombre de la seguridad nacional" desde octubre de 2014 hasta abril pasado.

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