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» » La Presidenta entregó el sable corvo al Museo Histórico Nacional

(24/05/15 - Actividad Presidencial)-.El arma fue llevada desde el Regimiento de Granaderos a Caballo hasta el Museo Histórico Nacional. El recorrido comenzó a las 11 y pasó por la Catedral Metropolitana, donde descansan los restos del Libertador. Luego, la presidenta Cristina Fernández encabezó el acto de entrega del sable.

Con un desfile que comenzó en el Regimiento de Granaderos a Caballo, este domingo se realizó el traslado del sable corvo del general José de San Martín, que se encuentra en ese predio militar. El arma que utilizó durante la Guerra de la Independencia y que legó a Juan Manuel de Rosas, fue llevada hasta el Museo Histórico Nacional, en el Parque Lezama, con una parada a las 13 en la Catedral Metropolitana, donde descansan los restos del Libertador.

El recorrido pasó por Luis María Campos, y las avenidas Bullrich, del Libertador, Leandro N. Alem y Rivadavia, y en la recta final, tomó por Bolívar, Yrigoyen y Paseo Colón, hasta llegar a Parque Lezama donde luego Cristina Fernández encabezó el acto de restitución. La presidenta lo depositó en su destino final, en una vitrina del Museo.

La espada de San Martín podrá ser apreciada por todo el público en una sala especialmente diseñada con modernas medidas de seguridad y conservación. El sable ahora quedó rodeado por las armas de Manuel Belgrano, Manuel Dorrego, Juan Manuel de Rosas y Guillermo Brown, entre otras.

El espacio estará custodiado por el Regimiento de Granaderos a Caballo, en homenaje al prócer.

Tras la muerte de Rosas, el sable corvo fue solicitado por el primer director del Museo Histórico Nacional a los herederos del restaurador y exhibido en una sala dedicada a San Martín. Eso ocurrió en 1897. En julio de 1963 se respiraban los primeros aires de la violencia que arrasaría como un huracán la vida política argentina. Por entonces, y a partir del bombardeo a la Plaza de Mayo en el ‘55, se habían sucedido la disolución y proscripción del peronismo, que incluyó el exilio de su líder, el general Juan Domingo Perón.

Perón era palabra prohibida, Evita era nombrada únicamente por lo bajo y la Resistencia Peronista, una opción política para los militantes de la Juventud Peronista. Desde esa organización decidieron ingresar al museo del Parque Lezama donde descansaba el sable corvo de San Martín y lo secuestraron. En su lugar dejaron un mensaje: “En pocas coyunturas como en ésta la soberanía argentina ha sido tan vejada, la economía nacional más entregada y la justicia social más negada.”

Las condiciones que pusieron para devolver el arma fueron pocas y precisas: “Anular por decreto los infames contratos petroleros suscritos por el gobierno radical de Frondizi, ruptura con el FMI, nulidad de los convenios leoninos con Segba, levantamiento de la proscripción que pesa sobre la mayoría del pueblo argentino”. Más tarde se sumarían a las demandas la devolución del cadáver de Eva Perón “para que guarde cristiana sepultura”.

La historia de las idas y vueltas del sable, su devolución en agosto de ese mismo año y el segundo robo, en 1965 la cuenta con lujo de detalles el periodista Rodolfo Piovera en su libro “El Sable”. Es en ese “thriller peronista” en el que detalla que el objetivo central de la operación -que finalmente no logró concretarse- era enviarle la espada a Perón, por entonces exiliado en Madrid.

Devuelto a manos del Estado nacional en 1966, Onganía decidió quitarle la custodia del arma al Museo Histórico Nacional y se la otorgó al Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín. Cincuenta y dos años después, ya sin relación con el FMI y con YPF nacionalizada, el sable será restituido al Museo Histórico Nacional con desfile patrio a cargo de los propios Granaderos.

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