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(11/10/18 - HIJOS)-.Dora Rebechi de Weisz, quien dominó con calidez y dulzura cualquier primera impresión, fue víctima y sobreviviente del terrorismo de Estado perpetrado en nuestra provincia. Junto a su compañero de vida y de sueños Jorge Weisz*, quien fue delegado del sindicato del azucarero de la empresa Ledesma y miembro de la obra social de ese gremio, vivió en Libertador General San Martín desde los años sesenta. 

Los llevaron presa junto a Jorge en el año 1974 cuando la policía de la provincia intervino en medio de la organización y las luchas. Estuvo en la Policía Federal y después en la cárcel El Buen Pastor con otras presas políticas.

En noviembre de 1975 la trasladaron al penal de Gorriti y a Dora la llevaron junto a su hija, Martina, concebida y nacida en cautiverio [en El Buen Pastor], hacia un improvisado pabellón para mujeres. Ambas, vivieron en una celda durante aproximadamente 11 meses hasta el traslado al penal de Devoto en Buenos Aires desde donde salieron al exilio.

Declaró como testigo en el segundo juicio por delitos de lesa humanidad llevado a cabo en el 2013 en San Salvador de Jujuy, en el cual contó del sufrimiento y las circunstancias de supervivencia en el encierro junto a su pequeña y otras compañeras detenidas como Dominga Scurta, Juana Torres y Alicia Ranzoni. Su testimonio fue, es y será siempre parte de una verdad histórica que reivindica y mantiene viva la memoria del pueblo, el pedido de justicia y el sentido vívido de la expresión Nunca Más.

(La entrevista se realizó minutos antes del inicio de la caminata que se realizó desde Calilegua hacia Ledesma en conmemoración del 42° aniversario de la Noche del Apagón que año tras año se realiza exigiendo justicia por los desaparecidos de la dictadura).

¿Cómo logró salir adelante después de lo que vivió?
En principio es sobrevivir. Yo quedé viuda porque mi compañero fue desaparecido. Fue uno de los sacados de la cárcel de Gorriti y no supimos más de él, fueron varios compañeros que estuvieron en las mismas condiciones. Yo sobreviví un tiempo más en la cárcel hasta que salí al exilio con mis tres hijas. Primero tuve que pelear por la Visa y después sostenerme y sostener a mi familia psicológicamente. En el exilio tuve muchos amigos y había mucha solidaridad entre los compañeros del exilio, sobre todo con los niños, desde protección psicológica hasta apoyo económico. Fue difícil vivir bajo un nuevo techo, al que recién llegaba y todo lo que significa eso. A su vez, contaba lo que pasaba en Argentina en una plataforma de denuncia hasta la vuelta de la democracia donde llegó el reconocimiento del terrorismo de Estado, que ya no era un loco suelto, sino que era parte de un programa para todo el cono sur. Los militares fueron los ejecutores de un golpe organizado, con un proyecto económico detrás para favorecer a determinadas empresas nacionales e internacionales. Cuando se habla de los cómplices de los militares o de cómplices civiles, para mí no fueron cómplices, sino los dueños. Ledesma no es un cómplice, es quien generó, es la fuente y la base de la economía que está detrás.

¿Qué representa para Ud. que se esté llevando adelante el sexto juicio por delitos de lesa humanidad?
Una de las cosas que es muy importantes para mí es mantener la memoria. Un pueblo no puede olvidar ni lo bueno ni lo malo, pero sobre todo no puede olvidar lo malo que pasó, esto no puede volver. Cuando decimos Nunca Más, es nunca más de ninguna forma de sometimiento o explotación, entonces esto hace que el pueblo argentino no olvide y nosotros estamos dispuestos a que eso no vuelva a suceder. Como decía el otro día Queta [Enriqueta Herrera de Narváez], la madre que estuvo declarando hace unos días, uno es memoria, somos los testigos, que este pueblo no olvide, que este pueblo aprenda.

Dora, con la voz quebrada a causa de la emoción, destacó la importancia de que organismos de DD.HH., entre los cuales se encuentra H.I.J.O.S. Jujuy como parte querellante en el juicio en curso, estén presentes siempre luchando por la memoria, la verdad y la justicia.
Todos sabemos que hay algunos pilares que sostienen esta memoria: las Abuelas, las Madres y, gloriosamente, los Hijos, nuestros hijos, que es un orgullo que estén ahí.

Mientras pasaban largas filas personas y con los diversos ritmos musicales que confluían de fondo en los preparativos de la marcha, recordó que esa mañana la Escuela Normal no permitió que se realice un acto por la Memoria en el interior del establecimiento, donde se encuentra ubicada una placa que conmemora a 16 estudiantes desaparecidos.
Lo que consiguen con eso es que el pueblo se entere qué se está haciendo en la escuela. El argumento fue que adentro solo hay actividades pedagógicas. Para ellos la historia de este pueblo, de este país, no es pedagógica. La diferencia entre aquella Escuela Normal que tuvo siete docentes presos y esta escuela que le cierra las puertas a la historia y la deja en la calle es abismal. Lo que sucedió en esa época no fue solo para una organización gremial, no solo se peleó por los derechos de salarios, de paritarias, de condiciones de vida y viviendas dignas para los trabajadores, sino que se peleaba por mejorar la calidad de vida de toda la población. La lucha por la tierra, por los barrios que se construyeron, la educación de los hijos, esos 16 que desaparecieron que están en las placas eran casi todos estudiantes universitarios exitosos, producto de esa Escuela Normal, o sea que la formación que recibían ahí repercutía en la vida cotidiana de la gente, en un mejoramiento de las condiciones de vida, en las expectativas generales, no de un grupo militante, sino de un pueblo que aspiraba a vivir mejor y lo veía como posible.

¿Qué siente al ver tanta convocatoria en la marcha?
Tantos años después, esto es una reunión plural, son todos luchadores de distintos partidos, de distintas orientaciones, distintos colores que convergen en este lugar. La historia sigue estando en las calles, la seguimos transmitiendo, los vecinos muchos salen a acompañarnos y los que no, tienen presente las historias de antes y las que se agregan. Hoy está el enorme avance de la lucha de las mujeres, de los jóvenes y tengo aquí, en frente, esas banderas multicolores. Nosotros fuimos, somos y seremos multicolores y diversos y lo vamos a defender

¿Con qué palabras describirías a Jorge y con cuáles se describe Ud.?
Nosotros decimos “fue dirigente”, nunca “fue secretario general del sindicato”. Fue alguien que vino a dejar su vida, se lo prometió a los obreros, les juró que iba a quedarse hasta el final con ellos y se quedó hasta el final, hasta desaparecer. Él era consciente de que podía pasarle algo así, lo discutimos y se quedó. No fue el único que eligió ese camino. Personalmente, viví cerca de Marina Vilte*, cuando la liberaron le decían que se borre, que se vaya y ella decía que no pensaba irse. Cuando salió de la cárcel fue directo al sindicato porque siempre pensó en esos miles de docentes que había atrás de ella y por eso se quedó. Fueron varios los que eligieron estar al lado de su pueblo y de sus luchas hasta el final. Y yo soy su compañera [de Jorge Weisz]. En aquellos años que fuimos presos, escribieron en los paredones de la escuela que dan hacia la calle, no sé quién, quizás algún alumno: ‘Dora, el pueblo te quiere’ y esa es mi relación con este pueblo. Nos queremos”.

*Jorge Osvaldo Weisz nació en Entre Ríos, tenía 34 años cuando lo secuestraron. Casado con Dora Rebecchi con quien tiene tres hijas: Rosa María, Victoria Irene y Martina Libertad, nacida en cautiverio. Militante del partido Vanguardia Comunista. Fue delegado del Sindicato del Azúcar y el Papel de Ledesma. Al momento de su detención había sido cesanteado por la empresa debido a su actividad gremial. Integró la agrupación MUR y luego la MUR-TUPAC de la Facultad de Ingeniería de la UBA. El 1º de mayo de 1973, fue detenido por primera vez junto a Hugo José Condorí (ex preso político liberado), cuando se dirigían al diario El Tribuno para publicar un comunicado. Lo detuvieron por segunda vez el 24 de noviembre de 1973 cuando una patota de la policía federal irrumpió en su domicilio. El 14 de octubre, aproximadamente a la una de la mañana, fue detenido por tercera vez. Esa noche el personal de la policía provincial cayó fuertemente armado. En la casa se encontraba el matrimonio Weisz-Rebecchi junto a sus hijas. Los detuvieron y las niñas fueron entregadas a una vecina. Los trasladaron a la Seccional Nº 11 de Libertador General San Martín y luego a una comisaría de barrio en San Salvador de Jujuy donde pasaron una noche y posteriormente los llevaron a la delegación de la Policía Federal, donde permanecieron por 10 días. Ambos fueron sometidos a tormentos. Desde la delegación de la Policía Federal, Jorge fue trasladado a la Unidad Penal de Villa Gorriti y Dora a la Cárcel del Buen Pastor. El 23 de diciembre de 1976 fueron conducidos hacia dependencias de la jefatura y/o central de policía de la provincia. Nunca más se supo Jorge, quien en la actualidad permanece como víctima de desaparición forzada.

*Marina Leticia Vilte, nació el 5 de noviembre de 1938, en San salvador de Jujuy, tenía 38 años cuando la secuestran. En 1956 se recibió de Maestra Normal Nacional. Ocupo el cargo de secretaria gral. en la Asociación de Educadores Provinciales (ADEP) por tres periodos consecutivos. Marina Vilte estuvo presente aquel 12 de septiembre de 1973 cuando nace CTERA (Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina) donde fue Secretaria Adjunta. En 1974, después que el Ministerio de Trabajo, restituye la personería jurídica a la UDA (Unión de Docentes Argentinos), y la considera la única entidad sindical legalmente reconocida, la situación entra en alto grado de conflictividad y a partir de ese momento nada sería fácil. El mismo 24 de marzo de 1976, día en que se produce el Golpe de Estado, Marina cae presa por primera vez. Y es en esa madrugada que Isauro Arancibia,  Secretaria Adjunto CTERA, es acribillado a balazos junto a su hermano Arturo, en la sede de ATEP (Asociación Tucumana de Educadores Provinciales). Marina es liberada después de un mes y retorna a ADEP. Será al final de ese mismo año, el 31 de diciembre a las 5 de la mañana, cuando es arrebatada de su casa y llevada para siempre con rumbo desconocido. (Fragmento del libro: “Marina Vilte Blanco en los ´70” de Sofía D´Andrea-La Plata 2088-Editorial de la Campana).

Por Gabriela Martínez y Gonzalo Bautista, H.I.J.O.S. Jujuy

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