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» » Ex prisionero de Guantánamo relata su calvario

(09/12/14 - Uruguay)-.Los seis exdetenidos de Guantánamo que arribaron la madrugada del domingo a Montevideo se aprestan a comenzar una “vida común y corriente” como hombres libres, luego de que “en pocas horas” salgan del hospital, aseguró este lunes el ministro de Defensa de Uruguay, Eleuterio Fernández Huidobro.

Apenas llegaron a Montevideo, los excarcelados fueron llevados al Hospital Militar para ser sometidos a controles médicos. “Solo eso es lo que impide que hoy no estén por las calles de Montevideo caminando como cualquier hijo de vecino”, indicó Fernández Huidobro en entrevista con la radio local Carve.

Los liberados son: el tunecino Abdul Bin Mohammed Abis Ourgy, de 49 años, el palestino Mohammed Tahanmatan (35) y los sirios Ahmed Adnan Ahjam (37), Ali Hussain Shaabaan (32), Omar Mahmoud Faraj (39) y Jihad Diyab (43), quien se había declarado en huelga de hambre y acudió a la justicia estadounidense para hacer valer su derecho a no ser alimentado a la fuerza.

El ministro dijo el lunes que todos “están bien, especialmente el que estaba haciendo huelga de hambre y que vino en condiciones físicas muy disminuidas, que era la mayor preocupación que teníamos”.

“Creo que ha comenzado a comer así que en muy pocas horas creo que van a salir del hospital militar y se incorporarán a la vida común y corriente”, indicó.

El traslado de los presos a Uruguay, realizado en la madrugada del domingo en medio de un estricto operativo de seguridad, es el primero desde Guantánamo a un país sudamericano y el segundo a Latinoamérica, después de que El Salvador acogiera en 2012 como refugiados a dos detenidos uigures, que luego abandonaron el país.

“Nosotros pensamos que sería bueno que otros pueblos de América y del mundo imitaran este gesto de Uruguay”, indicó el ministro, exguerrillero al igual que el presidente José Mujica, quien impulsó la llegada de los detenidos.

La organización Centro de Derechos Constitucionales (CCR, en inglés), con sede en Nueva York, celebró la liberación y urgió al resto de países latinoamericanos a aceptar el reasentamiento de otros prisioneros.

“Ofreciendo hogares a hombres que hace tiempo se sabe no representan ningún peligro, la comunidad internacional puede jugar un papel crucial en cerrar este capítulo negro en la historia de Estados Unidos”, indicó en un comunicado.

“Solo buena voluntad”
Los seis hombres que llegaron a Uruguay formaban parte del primer grupo de detenidos que ingresaron a Guantánamo en 2002, cuando Estados Unidos abrió la prisión en el marco de su “guerra contra el terror” tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

En una carta difundida el lunes por el diario local El País, uno de los arribados relata su calvario en “esa horrible prisión”.

De nacionalidad siria, Abdelhadi Omar Faraj cuenta que a los 19 años viajó a Irán en busca de trabajo y luego a Afganistán.

“Cuando la guerra en Afganistán estalló a fines de 2001, yo temía que una de las partes beligerantes, la Alianza del Norte, me mataría por ser árabe. Hui por tierra a Pakistán”, señala. “Cuando llegué a la frontera con Pakistán, fui detenido por soldados paquistaníes. Dentro de un día me entregaron a miembros del ejército estadounidense a cambio de una recompensa. Por un período de seis meses, los americanos me encarcelaron en Kandahar, Afganistán, en condiciones infrahumanas”.

Tras meses de interrogatorios, el 8 de junio de 2002 fue trasladado a Guantánamo, donde estuvo 12 años “frecuentemente en condiciones crueles, sin cargos, juicio o proceso justo”. Según su crónica, en 2009 un equipo del gobierno de Estados Unidos revisó su expediente y determinó de forma unánime que debía ser liberado.

Faraj agradece a Uruguay y especialmente al presidente uruguayo, José Mujica, “por su acto noble de solidaridad”.

“En cuanto a mí y los otros prisioneros, deseo asegurarle a todos los uruguayos, incluyendo al gobierno uruguayo, que brindaremos solo buena voluntad y contribuciones positivas a Uruguay mientras aprendemos español y rehacemos nuestras vidas aquí”, concluye.

Mujica ha defendido su decisión como un gesto humanitario, en un país en el que el 58% de los uruguayos rechaza la llegada de los reclusos, según una encuesta difundida en octubre por la consultora Cifra.

Lea la carta completa:
Yo nací en Siria en una familia grande, con un hermano y cinco hermanas. Aunque éramos de recursos modestos, yo recuerdo una niñez feliz, pasando días nadando en el río cerca de mi hogar.

Deje la escuela después del sexto grado para trabajar, primero como mecánico y después como carnicero. Cuando tenía 19 años viajé a Irán en busca de trabajo y para evitar el servicio militar obligatorio de dos años en Siria.

Trabajé en una carnicería en Teherán por alrededor de dos meses, pero no me gustó Irán. Fue entonces que yo me fui para Afganistán donde me dijeron que encontraría empleo y un mayor sentido de comunidad. Mientras estuve en Afganistán, trabajé en una tienda local de comestibles.

Cuando la guerra en Afganistán estalló a fines de 2001, yo temía que una de las partes beligerantes, la Alianza del Norte, me mataría por ser árabe. Huí por tierra a Pakistán.

Cuando llegué a la frontera con Pakistán, fui detenido por soldados paquistaníes. Dentro de un día me entregaron a miembros del ejército estadounidense a cambio de una recompensa. Por un período de seis meses, los americanos me encarcelaron en Kandahar, Afganistán, en condiciones infrahumanas. Fui interrogado sin cesar, severamente, y no me permitieron bañarme.

Luego, el 8 de junio de 2002, guardias estadounidenses me vistieron en un overol de color naranjado y zapatos naranjados, guantes gruesos para quitar cualquier sentido de tacto, orejeras a prueba de sonido, gafas opacas y una máscara quirúrgica, y me encadenaron dentro de un avión. Una vez a bordo, ellos me dieron una inyección sin mi consentimiento, que me durmió y me mantuvo letárgico y mareado por muchos días. Ese avión aterrizó en la Bahía de Guantánamo, Cuba.

Por 12 años los Estados Unidos me encarcelaron en Cuba frecuentemente en condiciones crueles, sin cargos, juicio o proceso justo. En 2009, un equipo de gobierno de los Estados Unidos incluyendo a representantes de los militares, el FBI y la CIA revisó mi expediente y determinó de forma unánime que yo debería ser liberado de Guantánamo. Sin embargo, yo permanecí 5 años más en esa prisión desesperante ya que mi propio país, Siria, se hundía en una sangrienta guerra civil, haciendo que mi repatriación allí fuera imposible.

Si no hubiera sido por Uruguay, hoy aún estaría en ese agujero negro en Cuba. No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy por la confianza inmensa que ustedes, el pueblo uruguayo, han puesto en mi y en los otros prisioneros en abrirnos las puertas a su país. No podemos agradecerles lo suficiente por recibirnos en su país.

También deseo agradecer personalmente al Presidente José Mujica por su acto noble de solidaridad con nosotros y por su compromiso a tratarnos como seres humanos plenos, en vez de actuar como otro carcelero.

En cuanto a mí y los otros prisioneros, deseo asegurarle a todos los uruguayos, incluyendo el gobierno uruguayo, que brindaremos solo buena voluntad y contribuciones positivas a Uruguay mientras aprendemos Español y rehacemos nuestras vidas aquí.

Yo también aprecio profundamente la iniciativa humanitaria emprendida por la Embajadora de los Estados Unidos en Uruguay, Julissa Reynoso, en hacer nuestro reasentamiento aquí posible.

He seguido durante mucho tiempo a la Celeste y tenia la esperanza de echarle porras desde Uruguay durante esta última Copa Mundial. Aunque esto no resultó posible, ¡espero poder seguir sus logros con el pueblo uruguayo en la próxima Copa América!

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