"Engaños y maltratos; malas praxis; trabajo no profesional de los `supuestos` médicos y enfermeros/as; mala atención y organización por parte del personal; Mal mantenimiento de la clínica y falta de insumos" son los motivos que argumentan quienes plantean lisa y llanamente el cierre del establecimiento que, años atrás, ha pasado por conflictos similares.
En el marco de esta campaña y en reclamo de "Justicia por la vida y la salud de nuestros abuelos" es que mañana miércoles, a las 12 horas, se realizará una campaña para concientizar y luchas por las personas mayores frente al nosocomio, en la calle Colón 3263 de Rafael Calzada.
La historia de Nicolás Olivera contada por su nieta
El día 21 de Febrero mi abuelo Nicolás
Olivera, salió a entregar las "gigantografías" que hacía para llevar
unos pesos más a la casa. Él era jubilado, jubilado de los que tienen la
jubilación más baja, y tienen que salir a trabajar por más que les duela la
cintura por la edad, o simplemente tengan ganas de quedarse en la casa
disfrutando las mañanas acompañadas de mates y galletas.
El jubilado Olivera siempre se la rebuscó para
que la familia tenga todos los días el pan en la mesa, y para que a su hijo
menor, de 14 años no le falte nada de esas cosas que a los adolescentes les
gusta tener.
Esa mañana salió con él, con Facu, su hijo
menor, a hacer la entrega. Fue hasta la
calle Jorge, todavía no sabemos bien Jorge y qué esquina, porque ninguno supo
decirnos bien por el trauma que generó el impacto.
La calle Jorge es conocida
en el Barrio San José, de Almirante Brown, como "la peligrosa",
" la jodida". Para mi abuelo nada era peligroso, él tenía calle,
él vivió durante años y años en ese barrio, él se metía en cualquier lado, pero
lo que él no entendía es que los ladrones de ahora no son como los de
antes.
Ahí, en el barrio, le quisieron robar a mi
abuelo, y el viejo se resistió porque él no tenía miedo, porque no quería que
le saquen la cámara, sino no iba a poder seguir trabajando, no quería que le
saquen sus cosas, porque para él tenían mucho valor, porque esas cosas le daban
de comer a su familia. No pensó en ese momento que su vida valía más, y le
dispararon, le dispararon en la pierna, a la altura del fémur y salieron
corriendo "las larvas". Y ahí, en ese momento empezó todo este
infierno, de idas y venidas, de peleas, de tristeza y de muerte.
Cuando a mi abuelo le disparan, un vecino
llama a la policía, un patrullero se acerca y lo llevan al Hospital Arturo
Oñativia de Almirante Brown. Ese día ingresa a la guardia del hospital, ahí le
inmovilizaron la pierna y automáticamente, por tener PAMI, piden el traslado a
la "Clínica Colón de Rafael Calzada".
Allí comenzaron sus peores días, ahí terminó
sus últimos días de vida. Nos dijeron que mi abuelo al ser diabético debía
estar unos 10 días aproximadamente con antibióticos para ser operado, para
descartar cualquier infección, y que no rechace la prótesis. Eso lo entendimos
y tratamos de ser pacientes, ser pacientes pese a la mala atención que recibía
por parte de los médicos cuando estaba dolorido, pese a la poca paciencia de
las enfermeras y el maltrato recibido por parte de ellas, pese a que no nos
quieran decir qué medicación le daban porque decían que era "ilegal",
pese a la falta de higiene y pese a ver todos los días como se llevaban la vida
de hasta cuatro pacientes por día ¡en un solo pasillo!
El día de la operación levantó fiebre, no
sabíamos por qué, solamente la bajaron con remedios y lo operaron igual. No
tuvo complicaciones, o al menos eso era lo que creíamos, ya teníamos las
muletas, y pensábamos alquilar una silla de ruedas para cuando saliera. A mi
abuelo lo operaron el martes 7 de Marzo, le pusieron una prótesis en la rodilla
y clavos, fuimos a verlo, hablábamos de política, hacía chistes como el
acostumbraba, y planeábamos el asado que íbamos a hacer cuando saliera de ese
infierno.
A los dos días comenzó a sentirse mal, le
dolía el estómago, también tenía el brazo hinchado, esperó al cirujano, con
miedo... porque siempre decían que iban a ir a verlo y llegaba el médico como a
las dos horas. El cirujano traumatólogo le dió el alta para el lunes próximo
porque decía que de la pierna estaba muy bien. Pero mi abuelo empezó a sentirse
cada día peor, empezó a tener diarrea y dolor de estómago, los doctores le
dieron algo para que no tenga más diarrea. Todo empeoró, se empezó a inflamar y
a tener náuseas, el dolor era cada vez más agudo, así pasó todo el fin de
semana, le daban un líquido que decían que lo iba a desinflamar, pero el ya no
lo podía ni tomar del dolor de estómago.
El lunes 13 de marzo tenía la panza como un
globo, y ya no podía respirar del dolor, mi mamá estaba desesperada, estaba
viendo como su papá agonizaba y como los doctores cuando llegaban a verlo,
después de varias insistencias, sólo le daban palmaditas en la panza como
cuando te querés fijar, sin saber realmente, si un bebés está empachado. Ese
día lunes a la tarde mi mamá pide desesperadamente que le hagan una ecografía,
(después de una operación cuando un paciente tiene un dolor de ese tipo creo
que es lo más lógico), se ve que para ellos no, porque tardaron cuatro días en
hacérsela desde que iniciaron sus dolores. Una hora antes de que le hagan la
ecografía el doctor Casso nos decía que tenía "gases" que sólo tenía
que despedirlos, para eso le iban a dar factor ag y hasta quería ponerle una
sonda anal para que elimine esos gases. Mi mamá discutía con él y le decía que
haga algo más, pero él simplemente nos ninguneaba por no saber sobre medicina.
A las 22 hs recién le hacen la ecografía y el ecografista nos dice que tiene
líquido, no nos dijo donde, en el intestino pensamos nosotros.
Seguimos esperando, de tener gases en una hora
pasó a tener líquido y en un par de horas terminó casi sin pulso, y sin
presión...era la madrugada cuando mi abuelo empezó a morir de a poco en la
sala, lo llenaron de sondas, luego le hicieron una placa que nunca alcanzamos a
ver. Con gritos de desesperación mi mamá llamó al doctor Blanco, (médico de guardia
que lo "atendía"), "mi papá no respira, hagan algo, lo están
dejando morir" le decía a las enfermeras y doctor.
Casi muerto, con repirador, lo trasladan a
terapia, donde supuestamente recién al mediodía iba a verlo el cirujano.
Desesperados, a la mañana pedimos que llegue lo antes posible el cirujano,
quien aproximadamente a las 10.00 llegó, lo vió y nos dijo que nada podía
hacer, que el estado de mi abuelo era crítico y no iba a poder resistir a una
operación.
A las 12.00 apróximadamente mi abuelo murió,
el día Martes 14 de Marzo de una infección generalizada
Dolor y tristeza es lo que tenemos en nuestros
corazones, indignación es lo que me lleva a escribir esto hoy, y preguntas sin
respuestas son cientas! ... ¿Puede una persona morir de gases? al menos eso era
lo que el médico nos dijo unas horas antes de que muera, que sólo tenía gases.
¿ Por qué en la clínica nunca nos dijeron de que falleció? ¿ Es ilógico hacer
una ecografía, placas, tomografía, análisis de sangre, ante un dolor agudo de
estómago? (parecería que a ellos les cuesta mucho), ¿Por qué el resultado de la
autopsia demuestra que mi abuelo murió por una "Infección
generalizada"? ¿ Cuánto tiempo su cuerpo fue adquiriendo esta infección y
por qué no hicieron nada para saberlo? ¿ Por qué nuestros ancianos tienen que
pasar por esto? ¿ Por qué nadie los para? ¿ Por qué tanta impunidad en este
país? ¿ Por qué ser un jubilado por PAMI es igual a ser atendido peor que a un
animal? ¿Por qué alguien que trabajó toda la vida merece este final?
Tenemos muchas preguntas y ninguna
respuesta... sólo queremos justicia, la vida de mi abuelo no me la va a
devolver nadie, pero ya no quiero que cientas de familias vivan lo mismo. Hoy
conocí una familia que pasó por lo mismo días posteriores al fallecimiento de
mi abuelo en el mismo lugar, lamentablemente el dolor nos unió y queremos que
todos lo sepan, que alguien haga algo. El director de la clínica dice que no se
puede hacer una tomografía por cada persona a la que le duela algo...¿entonces
para qué están? La salud se transformó en esto, en un negocio que no tiene
piedad por nadie.
¡Por favor, que el Estado haga algo!
Noelia Alejandra Brizuela