Antes, al bajar del avión que lo trasladó desde México DF, el líder de la Iglesia Católica se acercó a la grada y saludó a los centenares de asistentes, bendiciendo a los de las primeras filas, mientras de fondo sonaba la "Danza de los viejitos", música tradicional de la zona.
Acto seguido, en su trayecto por el aeropuerto, fue recibido por un grupo de personas que llevaron a cabo bailes tradicionales vestidos con la ropa típica de la región, donde surgió y opera el grupo criminal conocido como Los Caballeros Templarios.
También se colocó un sombrero tipo sahuayo y tras la recepción, el papa se subió a un helicóptero que lo trasladó hacia las cercanías del estadio Venustiano Carranza para oficiar una misa para 22.000 sacerdotes, religiosos y seminaristas.