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» » Tucumán: Identifican los restos de 3 de los 5 miembros de la familia Rondoletto desaparecidos

(21/07/16 - Lesa Humanidad)-.Los restos de tres de los cinco familiares de la entonces sindicalista y militante peronista y luego periodista y militante de los derechos humanos Marta Rondoletto, desaparecidos durante la última dictadura, fueron identificados por los peritos que realizan tareas en el Pozo de Vargas, se informó ayer por la noche. 

Se trata de sus hermanos Jorge (foto) y Silvia y de su madre María Cenador de Rondoletto, quienes fueron secuestrados el 2 de noviembre de 1976 junto a su padre Pedro y su cuñada Azucena Bermejo, embarazada de cuatro meses, durante un operativo realizado a plena luz del día y que incluyó cortes de calles y la ocupación de casas de los vecinos.

Durante la lucha que llevó adelante desde entonces, Marta Rondoletto logró averiguar que sus familiares habían pasado por la Jefatura de Policía y el Arsenal, dos centros de detención y exterminio que funcionaron entonces en Tucumán.

Los asesinatos de los cinco miembros de la familia, que trabajaban en una imprenta de su propiedad, fueron juzgados durante la megacausa "Arsenales II-Jefatura II" que se desarrolló en Tucumán.
"La identificación de los restos de nuestros familiares son la prueba irrefutable de los crímenes producidos por la dictadura cívico militar que padeció la sociedad argentina entre 1976 y 1983", manifestó la periodista.

"Este es el resultado de más de 40 años de lucha y reafirma que cuando uno tiene fuertes convicciones siempre alcanza los objetivos", agregó.

"Estaba segura de que mi hermana estaba ahí", señaló Rondoletto, quien contó que "al resto de mi familia la vieron en Arsenales pero a mi hermana sólo en la Jefatura".

"Nunca imaginé que estuvieran juntas mi vieja y mi hermano, sobre quien algunos testimonios dicen que lo fusilaron y los quemaron en la fosa del Arsenal", agregó.

La militante de derechos humanos sostuvo que "esta realidad me golpeó, pese a que después de tantos años uno la espera".

Hasta el momento, los restos de más de 70 víctimas del terrorismo de estado fueron rescatados e identificados por peritos en el Pozo de Vargas en los últimos años, mientras que otras 25 fueron hallados en otras fosas comunes de la provincia.

Escribió el historiador Roberto Baschetti:
Rondoletto, Jorge Osvaldo.
El caso de la familia Rondoletto es trágico, una muestra más de la perversidad de un sistema obligado a matar, para poder perpetuarse en el poder. Jorge Osvaldo Rondoletto (Gringo), peronista montonero, nació en San Miguel de Tucumán el 11 de junio de 1952. 

Su escuela primaria la hizo en el colegio Manuel Belgrano y la secundaria en el Instituto Técnico. Concurrió a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Tecnológica Regional (UTR) -donde militó en la JUP- y trabajaba en la Dirección Provincial de la Vivienda; todo esto en el mismo Tucumán. 

Lo secuestraron en su domicilio de San Lorenzo 1668, de esa provincia,  el 2 de noviembre de 1976, conjuntamente con su esposa Azucena Ricarda Bermejo de Rondoletto (Ver registro. Española nacida en Salamanca, 23 años, ex alumna del Colegio de Hermanas Esclavas) embarazada de 4 meses, su hermana Silvia Margarita "La Flaca" Rondoletto (Maestra, 27 años), su madre María Cenador de Rondoletto (Ama de casa, 58 años) y su padre Pedro Rondoletto (Comerciante, 59 años). 

Fueron vistos en la Jefatura de Policía de Tucumán. A todos los sacaron de la casa que habitaban, con los ojos vendados y cubiertas con bolsas sus cabezas, luego de bloquear la cuadra y cortar el tránsito. Volvieron más tarde para saquear la casa y robarles en diferentes ocasiones –tal era la impunidad con que se movían- dos automotores. Están todos secuestrados, desaparecidos, asesinados, muertos. 

Hay un testimonio sobre la madre de Jorge Osvaldo. “En medio de semejante infierno, había una presencia tierna. Era una señora mayor que estaba con las chicas. Tenía una imprenta cerca del Mercado de Abasto. Ahora se que se trataba de Doña María de Rondoletto. La habían torturado brutalmente para que confesara el domicilio de una hija militante, sin obtener resultado alguno. 

La llamábamos ‘La Madre’, y realmente lo fue para las prisioneras, que encontraron en ella cuidados y consuelo. Supo imponérseles a los gendarmes y los obligó a que le dieran algunos elementos para atender a las chicas, cuando volvían destrozadas de las sesiones de tortura. 

Realmente, sólo la presencia de ‘La Madre’, en aquel sitio me permitió seguir creyendo que aún existía Dios”. (Del testimonio de M.C.V. sobreviviente del Campo Clandestino de Concentración en la Compañía de Arsenales “Miguel de Azcuénaga”. En “Madres de Plaza de Mayo” N° 48. Diciembre 1988).    

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