Esa fecha se incorpora de modo obligatorio al calendario escolar, y así como cada 24 de marzo se cumple en todo el territorio con el Día de la Memoria, aquí se cumplirá con una suerte de "Día de la Justicia" (o lo que es mejor: de lucha contra la impunidad, porque es sabido que la justicia es un esfuerzo inacabado y continuo de las sociedades que desean construir en paz su futuro). Córdoba le está dando un buen ejemplo al resto del país, en ese sentido.
El juicio por la megacausa "La Perla" se ocupó de las violaciones a los derechos humanos de 716 personas, en su mayoría jóvenes, de las cuales 365 fueron asesinadas y desaparecidas. Y aunque el centro de detención clandestina llamado "La Perla" fue la llave de un circuito represivo controlado desde el III Cuerpo de Ejército, también fueron investigados en la megacausa delitos cometidos en los CCD "La Ribera" y "D-2", este último ubicado en las manzanas históricas de la capital provincial, junto a la catedral.
Tal vez la novedad más importante que aporta la sentencia -a la que se arribó después de cuatro años de proceso y del desfile de casi 700 testigos- sea el haber considerado como delitos de lesa humanidad incluso aquellos que se cometieron antes del 24 de marzo de 1976 y dentro de un gobierno constitucional como era el de María Estela Martínez de Perón. Fue en ese período cuando comenzó a actuar en Córdoba el comando parapolicial "Libertadores de América", varios de cuyos integrantes continuaron secuestrando, torturando y asesinando personas bajo el mando directo del Ejército, a partir del golpe de Estado de 1976.
Córdoba vivió en el siglo XX, como enclave mediterráneo de la industria automotriz y aeronáutica, y como polo universitario y científico del NOA, una intensa historia de luchas obreras y luchas estudiantiles, de proclamas y manifiestos, de estallidos como el Cordobazo (1969) y de feroces intervenciones represivas como la del brigadier Lacabanne en 1974, todas con su cuota de violencia, de alteraciones del orden institucional y de muerte. Haber podido revisar y juzgar con un tribunal ordinario lo que fue el pico máximo de la violencia represiva, condenando a sus autores y trayendo reparación moral a las víctimas y a sus familias, fue toda una proeza y es mérito inobjetable de la sociedad cordobesa, más allá de mayores o menores protagonismos.
Por eso, la "foto" de la sentencia son muchas fotos. Es la de un graffiti o una imagen de sténcil en la puerta misma del D-2, con una mano y una flor rojas y con la leyenda "voy a la sentencia", o bien "vamos a la sentencia". Son pisadas grandes, medianas y pequeñas de los que ya no están, pintadas en el asfalto, frente al Palacio de Justicia. O son niños y jóvenes trepándose a los árboles y a las cornisas, para colgar retratos y pancartas, y más flores rojas. O es un viejo militante sindical portando su propio cartel, hecho a mano, donde se lee "SITRAC-SITRAM", alguien que está dispuesto a quedarse de pie las dos horas o más que lleve la lectura de sentencia. O también, por supuesto, son los sobrevivientes, los ex presos políticos, los familiares (algunos, con bastón o silla de ruedas), piezas insustituibles en el juicio, voces que nos dicen, de distinta manera, que la única lucha que se pierde es la que se abandona.
El presidente del Tribunal Oral Federal que dictó sentencia el pasado 25 de agosto, Jaime Díaz Gavier, en palabras brindadas a la prensa, lo dijo son claridad: "El valor que tienen estos juicios es trasmitirle a la sociedad que la única forma de vivir en una comunidad civilizada es respetando las normas. El Estado es el que primero debe cumplir sus obligaciones, debe ser mejor que los individuos, porque está para evitar que los individuos cometan delitos. Es completamente inaceptable que sea él mismo quien salga a cometerlos. como ha sucedido aquí con el terrorismo de Estado" (La Voz del Interior, 27/8/16)
Algunos de los condenados en el juicio por "La Perla" insultaron y amenazaron a Díaz Gavier y a los otros jueces, luego de leido el veredicto. Al mismo tiempo, más de diez mil personas de todas las edades, fuera del Palacio de Justicia, lloraban de la emoción y los aplaudían. No es necesaria una gran reflexión para concluir sobre qué es lo que se muere y qué es lo que va a vivir a partir de esta historia.
Sara Waitman: compromiso de sobreviviente
Co-fundadora de la agrupación Ex Presos Políticos por la Patria Grande, entre otras organizaciones culturales, gremiales y políticas, Sara Liliana Waitman reúne experiencias de vida y de lucha que la ubican en un lugar central en lo que fue el juicio por "La Perla", su sentencia y también la pedagogía de la Memoria enlos años que vendrán.
"Queremos agradecer nuevamente a todos los que se hicieron presentes en la charla sobre terrorismo de Estado el viernes pasado", escribió Sara hace poco en su cuenta de Facebook. Se refería a una charla en el centro de estudiantes del Instituto Provincial de Educación Física, en el que se formó y fue docente.
Además de haberse presentado como querellante en el juicio de "La Perla", por los delitos de secuestro y torturas de los que fue una víctima, Sara dio testimonio en la causa de su novio desaparecido, Carlos D'Ambra. Sin embargo, su compromiso mayor desde el fin de la dictadura fue reunir, organizar y luchar por la reparación y por la atención médica y psicológica de sus compañeros ex presos políticos.
Asimismo, ya en su condición de profesora de Educación Física jubilada, Sara Waitman desarrolla una incansable tarea de divulgación en escuelas, colegios, clubes y distinto tipo de instituciones.
Entre sus próximos compromisos está el del 16 de septiembre, conmemoración de la trágica "Noche de los Lápices". Habitualmente, Sara visita en esa fecha la ACIC (Asociación Cultural Israelita de Córdoba). "En esta institución -escribe en su cuenta de FB- me formé, eduqué, compartí, hice amigos, compañeros, jugué al Voleibol, fui maestra de niños y jóvenes, toda una vida, así que me gustaría que me acompañen el viernes 16 en este homenaje a nuestros Desaparecidos. Los espero". También está invitada Sara a presentarse el 16 en un colegio, junto al Coro de Ex Presos Políticos que integra. Sin embargo, prefiere reprogramar esa presentación porque -les ha dicho a los chicos- "ustedes tienen que ir a la marcha, ese día"
La Memoria, construcción colectiva
El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, asistió a la lectura de sentencia el 25 de agosto, junto a los titulares y referentes de los organismos de derechos humanos. Schiaretti escuchó la lectura, desde el principio hasta el final, y no pudo contener sus lágrimas cuando evocó a una de las militantes -parte de su propia generación- desaparecida durante la dictadura. Y tal como los jueces del tribunal, no pudo evitar insultos y amenazas de alguno de los condenados, de esos "ciudadanos" amigos del facto que siguen sin entender cómo un titular del Ejecutivo es capaz de respetar la independencia de poderes y de celebrar el día de justicia.
Otra institución, el Concejo Deliberante de la capital cordobesa, declaró el miércoles último "Ciudadana Ilustre" a la fiscal federal Graciela López de Filoñuk, que fue una de las responsables de la instrucción en la megacausa. Sólo pensemos que debió evaluar y fundamentar la imputación de 15.970 delitos de lesa humanidad, sobre 43 acusados.
Los Espacios para la Memoria de La Perla y La Ribera, lo mismo que el Archivo Provincial de la Memoria (ex D-2) son en Córdoba inevitables puntos de referencia para una pedagogía de los derechos humanos.
A los programas de alcance nacional como "Jóvenes y Memoria" se suman los programas provinciales y municipales, que invitan a docentes y alumnos a producir no sólo de manera académica, sino también artística, en relación con el pasado reciente, con los derechos humanos y con la ampliación de derechos (puesto que, lo mismo que la justicia y que la igualdad, deben ser búsquedas y construcciones permanentes).
Publicaciones como el "Diario del Juicio" y como "Será Justicia", y producciones digitales interactivas como "Pedagogía de la Memoria", nos hablan de una militancia de los derechos humanos y de un voluntariado que son indispensables, y sin los cuales ninguna ley, ninguna norma o regulación estatal podría alcanzar sus objetivos. Vaya aquí, entonces, el reconocimiento a más de cincuenta asociaciones, agrupaciones y organizaciones no gubernamentales de Córdoba, así como a los nucleamientos de ex presos políticos y familiares del resto del país, por su contribución a este largo día de justicia comenzado el 25 de agosto.
Incorporadas al paisaje de la Docta, en ese casco histórico en donde conviven físicamente las huellas de la Colonia con las de la Revolución y las de la Reforma Universitaria con las celdas monásticas, hay señales nuevas, indicios de que una sociedad está en movimiento y no dejará que la impunidad ni el olvido se queden con la última palabra.
*Por Oscar taffetani, Telam