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» » El juez Rozanski, un compañero de militancia y un vecino de celda esbozan un perfil

(19/09/16 - Desaparecidos en Democracia)-.El juez federal Carlos Rozanski, presidente del tribunal frente al que Jorge Julio López declaró contra el ex comisario Miguel Etchecolatz en el primer juicio por crímenes de lesa humanidad luego de la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final; un ex compañero de militancia y un vecino de celda del albañil dos veces desaparecido, reconstruyeron su figura. 

Como militante, como detenido y como testigo "Tuvo una participación muy activa y una memoria sorprendente. Relataba con absoluta certeza y precisión los lugares que después se pudieron corroborar en las inspecciones oculares, hasta la ubicación de unas palmeras que había descripto en su testimonio ante el Tribunal", subrayó Rozanski en diálogo con Télam. Los testimonios de Jorge Pastor Asuaje y Gustavo Calloti, sobreviviente de La noche de los lápices y compañero de cautiverio.

Sobre la declaración ante el Tribunal Oral Federal 1, el 28 de junio de 2006, resaltó Rozanski: "Lo vi recordando sus vivencias con mucha emotividad, conmovido, con mucha sensibilidad, con un relato compulsivo, imparable y con mucha voluntad de hacer pública la situación traumática que vivió".

"Se quebró en varias oportunidades, una de ellas al relatar la ejecución de Patricia Dell'Orto, una compañera de militancia en la unidad básica de Los Hornos, Juan Pablo Maestre", recordó el magistrado al señalar que "su aporte fue muy importante porque se pudo armar un rompecabezas por la gran cantidad e datos fundamentales que proporcionó".

Jorge Pastor Asuaje tenía 19 años cuando conoció a Jorge Julio López, que, a los 44, comenzó a militar en la unidad básica Juan Pablo Maestre, en la localidad platense de Los Hornos, pocos días después de su inauguración y de la llegada del exilio de Juan Domingo Perón en 1973.

"Vino a la primera reunión, era muy parco, muy tranquilo, entre todos los jóvenes él parecía mucho mayor, pero no tenía vocación de líder", resumió Pastor Asuaje en diálogo con Télam sobre el año de militancia que compartió con López.

Por ese tiempo, el albañil participaba como la mayoría de los vecinos en las horas libres que le dejaba su trabajo: "Colocaba veredas, organizaba campeonatos de fútbol con los chicos del barrio y kermeses que hacíamos en la unidad básica para recaudar fondos, y también venía a las reuniones políticas", detalló.

Pastor Asuaje volvió a ver a López a fines de los '80, después de que el local fuera incendiado por una patota represiva y sus miembros, secuestrados.

"Parecía que siempre estaba viviendo en la clandestinidad, aún en democracia me decía 'a nosotros nos están vigilando'", relató el destinatario de los manuscritos con anotaciones y dibujos de los lugares en donde estuvo cautivo y que le confió para que "haga justicia".

Aunque se lo había prometido López no llegó a darle el pulóver amarillo por el que veía a través del tejido a víctimas y victimarios durante su cautiverio, recordó Pastor Asuaje.

Sobre esos encuentros, remarcó que "el único tema que tenía era sobre los compañeros que él vio cómo asesinaban y que lo angustiaba mucho", al referirse a los casos de Patricia Dell'Oro y su esposo.

La última vez que vio a López, antes de testimoniar en el juicio contra el represor Etchecolatz, Pastor Asuaje lo acompañó a reunirse con los abogados para delinear su declaración.

"Fue una reunión muy corta, él iba a decir lo que quería y nada en el mundo lo iba a cambiar de parecer, incluso hasta con algunos errores. Yo le estaba tramitando el resarcimiento económico por su primer secuestro, en 1976, y me sorprendió que fue él quien me llamara por teléfono, cosa que nunca hacía, porque me dijo que estaba contento porque la familia lo iba a acompañar al juicio, y tercero, me insistió mucho en querer saber si ese resarcimiento iba a quedar para los hijos", recordó.

Después de estar secuestrado en Arana, Cuatrerismo y la Comisaría 5 de La Plata, López estuvo en el pabellón 5 de la Unidad 9 platense a disposición del Poder Ejecutivo, donde tuvo a Gustavo Calloti, sobreviviente de La Noche de los Lápices, como vecino de celda durante casi un año.

"Tenía un perfil muy bajo, hablaba poco de política, lo veía muy abatido y siempre preocupado por su familia, ya que no contaban con su sueldo de albañil y con dos hijos pequeños la situación era muy difícil", detalló Calloti en diálogo con Télam.

Calloti recordó que sólo se veían en los dos recreos diarios, donde jugaban al dominó o a las damas porque él "no sabía jugar ajedrez".

Contó que con López lograban compartir yerba y tabaco con un piolín que se pasaban a través de la ventana, recordó los gritos de los presos que estaban detrás de sus celdas en el pabellón de castigo.

"Lo veía más como una persona que da una mano que como un militante con un compromiso muy grande", dijo el sobreviviente de La Noche de los Lápices mientras recordaba que fueron liberados juntos el 25 de junio de 1979 y que "al salir se dieron un abrazo y marcharon cada uno por su lado".

López siguió viviendo en Los Hornos, Calloti se exilió y volvió para declarar en los juicios por la Verdad.

"Lo encontré el mismo día que yo declaraba, nos alegramos y lloramos juntos, y cuando yo volvía cada año al país, hasta 15 días antes de que declarara en el juicio a Etchecolatz, pasaba por su casa, tomábamos unos mates y me contaba lo que había visto durante su secuestro", contó. 

"'Gustavo, yo tengo todo acá', me decía y con el dedo se tocaba la sien, mientras la señora desde la cocina lo maltrataba y le reprochaba que no tenía que hablar de esas cosas", recordó. 

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