Las mediciones comenzaron a sorprender hace algunos meses a los gurúes del “fin de ciclo” y se empezó a sentir que “algo no andaba como pensaban que andaba”.
Cristina, la cretina, la yegua, el blanco de la ira y el odio de los siempre opuestos y los reconvertidos medía bien, no, muy bien y eso no era normal.
Que una Presidenta que finaliza su mandato supere los cuarenta puntos de imagen positiva no es bueno decían en los bunkers opositores, no sin dejar de recordar con alivio que “igual no puede ser candidata”.
Lo cierto es que la imposibilidad constitucional de Cristina Fernández de presentarse como candidata para un nuevo mandato parecía la solución de todos los problemas de una oposición que solo lograba ponerse de acuerdo en un punto, “no querían a Cristina”.
A partir de allí la construcción pareció ir por un carril bastante sencillo, buscar instalar ellos mismos, la oposición, el candidato del kirchnerismo, y para ello se propusieron instalar a Daniel Scioli, un hombre en principio resistido por el denominado “kirchnerismo de paladar negro” que históricamente desconfía del gobernador bonaerense, en algunos casos por su pasado menemista, en otros por su perfil moderado y sus señales equívocas, que incluyen a lo largo del tiempo lo que se lee como guiños a ciertos sectores opositores, incluso a la verdadera oposición encabezada por Magnetto.
Pero cristina siguió subiendo en las encuestas, y la oposición se siguió deshilachando, al punto que comenzaron a pelearse por requechos de partidos alguna vez de masas, como el radicalismo, y por demostrar quien es más de derecha y más distinto al kirchnerismo, como por ejemplo ha ocurrido en los últimos días entre Massa y Macri, renegando del castigo a los violadores de los derechos humanos, y por supuesto de nuestra Constitución que considera los crímenes de lesa humanidad imprescriptibles.
En ese marco, en el Congreso de la Nación comenzó a debatirse la elección vía sufragio universal de las bancas al Parlasur y eso generó un inmenso tembladeral al interior de los empresarios primero y de sus representantes políticos después.
¿Qué pasaría si en este marco Cristina encabeza la lista de bancas al Parlacur y por ende las boletas del Frente para la Victoria?
¿Podría seguirse sosteniendo la imprescindibilidad de Scioli?
¿Cómo hacer para evitar esta candidatura que sumaría un importante caudal de votos al partido del gobierno?
Mientras tanto Cristina sigue ejerciendo el gobierno, mientras opositores escandalizados se preguntan cada vez más a viva voz si piensa seguir gobernando hasta el último día de su mandato.
Y si, parece que si, y parece también, vaya curiosidad, que quizás hasta vuelva a ser candidata, aunque la oposición grite y patalee por teve.
Fotografía: Hugo Delgado
