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» » ¡Lengua de Trapo!

(01/03/17 - Opinión, *Por Hugo Delgado)-.En el barrio, de pibe, recuerdo muy claro que se usaba la expresión, sos, o tenés, Lengua de Trapo como una descalificación a la veracidad de cualquier tipo de afirmación que una persona podía hacer cuando "chamuyaba" a alguien.

Los mentirosos o verseros eran Lengua de Trapo o Chamuyeros. 

Años después, unos cuantos por cierto, encontré una definición similar con otra expresión en una canción del uruguayo Tabaré Etcheverry: "...pobre mozo, su lengua es un zarpullido".

No existe demasiada diferencia entre uno y otro modismo para referirse a personas que son falsas o que dicen cosas que no son ciertas o directamente son mentiras.

Esa expresión, es la primera que surgió hoy cuando intentaba, reconcentrado, analizar el discurso del presidente Mauricio Macri e iba tomando nota y escribiendo al costado: Diálogo, y plantón a los docentes; niunamenos y ajuste al presupuesto del programa; respeto a los jubilados e intento de disminuir los aumentos de sus asignaciones y un largo número de etcéteras más solo lograron una contracción feroz de los músculos del cuello y los hombros.

Allí fue cuando comprendí que debía desistir de analizar la pieza discursiva por su contenido, porque el contenido no era otra cosa que un largo enunciado de voluntades ausentes en el gobierno conservador neoliberal de derecha que nos gobierna.

Un puñado de frases para calmar la conciencia de los votantes PRO que todos los días lidian con ver los estragos que las políticas neoliberales del gobierno que votaron hacen en las condiciones de vida de sus vecinos, cuando no de ellos mismos.

Realmente da pena que esa catarata de frases de ocasión, vaguedades y profesiones de fe puedan ser consideradas un discurso político, tanto como el pináculo de ignorancia retrógrada que puede suponer que un presidente considere un avance social que se excluya a las expresiones culturales de ideología.

Da pena que hayamos vuelto a retroceder a la época en que los discursos presidenciales eran una forma, un relleno, como el de los almohadones, que no tenían ningún contenido y que tampoco importaban mucho a nadie, porque la palabra de los presidentes valía menos que una estampita de San Cayetano.

Pero aquí estamos, aquí llegamos, ahora hay que evaluar como hacemos para vencer al odio y lograr salir, de una vez por todas de las arenas movedizas del neoliberalismo que amenaza tragarnos.


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