Luego de 33 meses de vacío político, Líbano estrena un nuevo gobierno de la mano del primer ministro Saad Hariri, quien el domingo por la noche anunció un nuevo gabinete con 30 miembros de los principales bloques políticos del país, uno de mayoría sunita y el otro chiíta.
Hariri, uno de los sunnitas más influyentes de Líbano y contrario al gobierno de Siria, sostuvo que su gobierno "es el de unión nacional" y trabajará con el Parlamento en la elaboración de una nueva ley electoral, que deberá incluir una cuota para una justa representación de las mujeres.
Sin embargo, entre la treintena de ministros nombrados, sólo figura una sola mujer: Onaya Ezzedin en la cartera para la reforma administrativa, recién creada.
Según el reparto del poder en el Líbano, el jefe de Estado debe ser maronita (católicos de Oriente), mientras que el presidente del gobierno debe ser un musulmán sunnita y el del Parlamento, un musulmán chiíta.
En Líbano, la arena política se divide en dos: por un lado, el partido liderado por Hariri y apoyado por Arabia Saudita y Estados Unidos y, por otro, el dirigido por el Hezbollah chiíta de Hassan Nasrallah, respaldado por Irán y por el gobierno sirio de Bashar Al Assad.
El país estaba sin presidente desde mayo de 2014, cuando expiró el mandato del ex presidente Michel Suleiman. Desde entonces, el Parlamento celebró 45 sesiones para elegir un sucesor, sin lograrlo hasta ahora por la falta de acuerdo entre los partidos.
A las rivalidades internas se sumaron el conflicto sirio que profundizó las diferencias entre los dos bloques políticos del país: el 14 de Marzo, liderado por Saad Hariri y enemistado con Damasco, y el 8 de Marzo, bajo el liderazgo de Hezbollah y Aoun, aliados de Bashar Al Assad.
