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» » Lo grave no es la represión...

(10/10/16 - Editorial *Por Hugo Delgado)-.A riesgo de que me descontextualicen debo decir, como lo hago desde el título de esta nota, que lo grave no es la represión, sino el silencio cómplice del gobierno ante estos actos.

Ese aplauso mudo de los responsables de la seguridad y de los titulares del ejecutivo, cuando no la justificación, es la razón y causa de tanto desborde que, sinceramente ¿por qué motivo debería sorprendernos?

Las fuerzas de seguridad siempre fueron entes corporativos verticalistas que responden ciega, sorda y mudamente a las órdenes impartidas por la superioridad y, mal que nos pese, los doce años de primavera kirchnerista no sirvieron para modificar gran cosa esa realidad.

Los uniformados sonrieron a desgano cuando en "sus" comisarías se instalaban las placas que recordaban los tormentos sufridos por otros argentinos allí mismo y tragaban saliva para que no apareciera en su rostro su incomodidad, aunque debo ser sincero aquí y dejar un manto de duda sobre algunos efectivos de la fuerza.

Ni hablar de los militares, cuyos centros icónicos de poder fáctico, como la ex ESMA fueron convertidos en centros de memoria del horror al estilo Auschwitz criollo, recordándoles que, aún a su pesar, determinados actos se pagan con el repudio y la memoria.

En ese marco, los doce años de gestión K tuvieron ingentes esfuerzos por lograr una inserción de las fuerzas armadas en el tejido social y en parte se logró, condenando con firmeza cualquier acción por fuera de la ley, por un lado, y tratando de involucrarlos en acciones productivas por el otro.

Hasta el año pasado era imposible imaginar a Aldo Rico o a cualquier militar involucrado en violaciones a los Derechos Humanos desfilando un Día de la Independencia o un policía golpeando a un pibe impunemente en la calle.

¿Es qué cambiaron tanto las fuerzas de seguridad en unos meses?

¿Hubo una alineación particular de planetas que no tuvimos en cuenta?

¿O será que simplemente y como señalamos al principio de esta nota, al ser fuerzas corporativas represivas responden fielmente a las órdenes de sus superiores, que en este caso y en todos los órdenes es el jefe de gobierno, llámese así, o gobernador o presidente?

Por algún extraño motivo tengo una notable compulsión a creer que se trata de esto último, de un guiño del gobierno a la represión, de un aflojar la presión del collar de ahorque del mastín y de los resultados obvios ante esta conducta.

Es necesario entonces volver sobre nuestros pasos y hacer una autocrítica sobre las políticas desarrolladas en los doce años de gobierno popular (si Sarlo y los cachivaches psicointelectuales quiero llamarlo populista lo haremos así, en todo caso siempre nos referiremos a un gobierno que tuvo su vista en primer lugar apuntada al Pueblo y de eso estamos hablando, más allá de los berrinches de la intelectualidad cheta y su nube de pedos) y empezar a construir nuevas políticas en la materia para que cuando se vuelva al gobierno se pueda ensayar otras alternativas.

Quizás haya que apuntar a la sindicalización, quizás a auditorías de bienes en los cuadros superiores, quizás a la alternancia de uniformados con cuadros civiles, verdaderamente no lo sé, pero algo habrá que hacer cuando volvamos a vivir en democracia plena con aquellos que por tener una gorra se creen dueños de la calle, las ideas y la vida y deciden cuáles tomar y cuáles castigar.

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