¿Cómo es su historia política?
Empecé a militar a los 14 años en el radicalismo, obviamente convocado por lo que expresaba Raúl Alfonsín, yo era muy joven y hasta el momento no dejé de hacerlo.
Tengo 46, es decir que pasé gran parte de mi vida militando en la Unión Cívica Radical en forma ininterrumpida y tuve distintas responsabilidades partidarias y electivas, fui concejal de la ciudad y ahora estoy terminando mi segundo mandato como intendente.
Así que nadie puede poner en discusión mi pertenencia al radicalismo, mucho menos que siempre intenté ser un tipo coherente, hacer lo que digo y decir lo que pienso. Entonces quienes me conocen, no tienen que sorprenderse porque no haya adherido al pacto con Cambiemos.
Estoy convencido que esa alianza es una farsa electoral y no lo digo en modo descalificativo, sino porque es sólo para desplazar del poder al kirchnerismo, no está conformada con un programa de gobierno y mucho menos con un programa que sintetice los principios de la Unión Cívica Radical. Aquellos que entienden que estamos obligados por disciplina partidaria a trabajar para Macri, porque la Convención de Gualeguaychú aprobó esta alianza con Cambiemos, se olvidan de un detalle que no es menor: la carta orgánica partidaria establece como fundamental y prioritario que toda alianza política y toda candidatura debe ser aprobada por la Convención partidaria junto a un programa de gobierno y esto no ocurrió. Se omitió uno de los pasos más importantes que establece la Constitución de nuestro partido.
¿Cuál es su postura política frente al balotaje?
Estoy invitando para que Macri no gane las elecciones porque entiendo que es volver a los 90 y sería un retroceso muy grande a la actualidad que tiene el país, que atraviesa muchas dificultades, pero está claro que se han restituido y creado muchos derechos con una importante política de desendeudamiento que permitió que hoy tengamos soberanía, porque para que un país tenga soberanía necesita liberarse de las cadenas que los países emergentes como el nuestro tienen habitualmente, que son las deudas públicas con los organismos internacionales.
Si revisan mi posicionamiento en los últimos años, me he manifestado siempre públicamente a favor de muchas de las políticas del gobierno nacional porque muchas de ellas eran banderas históricas de la Unión Cívica Radical, incluso algunas que Alfonsín intentó llevarlas a cabo y no pudo o no supo cómo hacerlas.
Así que en ese punto de vista estoy absolutamente tranquilo, y voy a militar para que la mayor cantidad de radicales, por lo menos reflexionen el voto para el ballotage y no voten a Macri sólo por una cuestión de antiperonismo. Lamentablemente muchos son radicales porque son antiperonistas, más que por lo que significa ser radical.
¿Hay muchos radicales que piensan como usted?
Hay muchos que no están de acuerdo, pero entienden que no hay más remedio que votar a Macri por una cuestión de disciplina partidaria, que es relativa como ya te plantee porque no se aprobó un programa de gobierno.
Tengo que decir que en algún momento debe haber indisciplina partidaria porque lo que se está haciendo con esta actitud no solamente es consolidar las posibilidades electorales del macrismo, sino seguir desdibujando lo que debe ser la Unión Cívica Radical y consolidando la construcción de una decena de dirigentes que hace muchos años dirigen el partido.
Estos dirigentes que conforman la alianza con el Pro, son los mismos que entendieron que De La Rúa era el mejor candidato para la Alianza, cuando todos sabíamos que él no podía expresar fielmente la plataforma de gobierno aprobada por la Convención que se le llamó “Carta a los argentinos”.
Son los mismos que después vieron con buenos ojos la incorporación de Cavallo, contraponiendo todo el esfuerzo que habíamos hecho para terminar con el neoliberalismo que había producido la mayor deuda externa conocida en el país, que había precarizado las relaciones laborales y expulsando trabajadores de las empresas estatales, rifándolas al mejor postor y haciendo grandes negociados.
Bueno, lamentablemente esos dirigentes eran quienes entendieron que Cavallo iba a salvar al gobierno de la Alianza y todos sabemos cómo terminó esta historia allá en diciembre de 2001. Son los mismos que no lograron en 14 años conducir un proceso que permita al radicalismo recuperarlo como un partido popular y nacional.
El radicalismo hoy es prácticamente un partido testimonial, lo podemos ver en el tres y pico por ciento que sacó Sanz, pero también en la últimas elecciones, la mejor elección la hicimos con un extra partidario, con Lavagna, que sacó apenas el 17 por ciento, Ricardo Alfonsín el cuatro por ciento…
Fue uno de los impulsores del Frente Progresista Cívico y Social en la provincia de Santa Fe, ¿Cómo queda ese espacio en el marco del actual debate?
Lo incomoda, está claro que lo incomoda y venimos incómodos desde hace unos cuantos meses.
Veremos si tiene algún efecto negativo también después del resultado electoral. Todos estamos esperando que pase el balotaje y después de las elecciones retomar un espacio de debate para que el Frente Progresista en la provincia de Santa Fe se pueda renovar a tiempo, ya que en las elecciones provinciales nosotros también ya tuvimos un llamado de atención.
Tiene que haber una gran discusión para saber cuál es la agenda pública y las prioridades porque hay muchas demandas no satisfechas.
Esto va a depender mucho del resultado del balotaje, una cosa es que gane Scioli y otra muy distinta que gane Macri.
Si esto segundo ocurriera los efectos hacia el interior del frente Progresista, esta sensación de incomodidad no sé si va a permitir espacios por separados.
El radicalismo ya anunció que en el Congreso Nacional va a conformar el interbloque Cambiemos y aquí en la provincia sería imposible porque parte de Cambiemos, el Pro, forma parte de la oposición a la fuerza política que también integran los radicales.
*Por Daniel Dussex, APU
