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» » La Vergüenza de ser PRO

(05/09/16 - Gestión Macri, Opinión, *por Hugo Delgado)-.Hay gobiernos más y menos democráticos, otros más y menos personalistas, más y menos republicanos, más y menos sensibles socialmente hablando)

No existen dos gobiernos iguales, así como no existen dos hombres iguales y esto no ocurre ni siquiera entre gobiernos del mismo signo e incluso protagonizados por el mismo sujeto en dos momentos diferentes de la historia.

Sobre esta cuestión no quedan dudas, aunque pueda discutirse mucho, disentirse más e incluso, sanamente, no ponerse de acuerdo.

Lo que no se puede admitir son gobiernos elegidos democráticamente que no respeten las mínimas formas del sistema y se llenen la boca hablando de una forma de ser y de gobernar totalmente opuesta a sus acciones y esto no debería ser admitido, esencial y fundamentalmente por los militantes de ese sector.

Mauricio Macri se ha llenado la boca de hermosas palabras totalmente  vacias de contenido en su esencia y así proyectadas en sus acciones y me propongo aquí disparar un debate sobre el tema.

Macri, cuya familia se enriqueció durante la dictadura cívico militar de Jorge Rafael Videla y asociados mediante la contratación de obra pública (no está de más señalar que algunos miles de vecinos del Barrio Don Orione, el complejo habitacional más grande de América del Sur, construido en gran parte durante la dictadura por la empresa de la familia Macri, aún están esperando los bidés y los bajo mesadas que figuraban en el presupuesto y jamás fueron colocados, al igual que las puertas placas) pontifica desde el estrado sobre la necesidad de "acabar con esa costumbre de enriquecerse a costa de la obra pública".

Macri, habla todo el tiempo de la grieta y la necesidad de unirse para trabajar por Argentina, pero visita La Matanza y no deja acceder al palco a la Intendenta Municipal porque es del Frente para la Victoria.

Macri, habla de apostar por el país y critica a los que "ponen palos en la rueda" cuando fue uno de los principales impulsores del Grupo A, aquel nefasto intento legislativo desestabilizador que después fracasó por desinteligencia y peleas entre los propios desestabilizadores y hace menos de un año aseguró que no votarían ningún integrante de la Corte Suprema de Justicia, "así sea un integrante de nuestro sector".

Macri, habla de honestidad y "se olvidó" de incluir en su declaración jurada algunos millones de dólares que se encuentran en un paraíso financiero.

Macri, habla de la necesidad de acabar con la corrupción y la titular de la Oficina Anticorrupción es PRO, asesora a los miembros del gabinete sobre cómo hacer negocios sin incurrir en penalizaciones legales.

Macri, habla de República y su gobernador en Jujuy nombró, como primera medida de gobierno, tres miembros de su partido en la Corte Suprema provincial para tener una corte adicta y el jefe de fiscales es el apoderado provincial del PRO.

Macri, habla de República y veta las leyes aprobadas mayoritariamente por el Congreso con el voto positivo de sus propios legisladores.

Macri, habla de República pero al llegar al poder removió funcionarios que tenían aún dos años más de mandato por Ley y gobierna por Decretos de Necesidad y Urgencia, aunque no tenga ninguna urgencia.

Todas estas cuestiones que serían vergonzosas y por sí mismas hablarían de un gobierno difícil de digerir para un militante popular, pero si a ésto le agregamos el cinismo insultante del presidente y su gabinete, el tema va aún más allá.

Es que hay ciertos límites que no debieran transgredirse por la violencia implícita que contienen, por caso, decir descaradamente que la Pobreza Cero es algo que no se podría alcanzar jamás, luego de haber usado el tema como caballito de batalla en las elecciones; decir que no habría tarifazos y luego esperar el cierre de las paritarias y aprobar tarifazos del cuatrocientos al mil quinientos por ciento; asegurar que no iba a haber megadevaluación y permitir el aumento del dólar en casi un ciento por ciento; realizar purgas con claros contenidos ideológicos, como por ejemplo revisar los contenidos de las redes sociales en los celulares de los trabajadores y luego acusarlos de ñoquis y vagos... Son sólo algunos de los ejemplos.

Ahora bien, todo eso es esperable de quienes durante los doscientos años de nuestra Patria han gobernado el país como si fuera su estancia mediante el fraude o las dictaduras, pero jamás de un gobierno democrático por más crápula y antipopular que sea, aunque aún así evidentemente puede darse que haya un gobierno de ese estilo porque de hecho lo estamos padeciendo.

Lo que resulta inaudito, inadmisible, es que haya militantes que se autotitulen "populares", que apoyen estas acciones y mucho menos que haya trabajadores que lo hagan.

Este tipo de gestión debiera generar una inmensa vergüenza en quienes trabajan y deben mirar a sus compañeros despedidos por su partido o alianza de partidos derechistas; entre quienes participan de cualquier actividad y ven cómo los indigentes durmiendo por cantidades en las calles se multiplican como hongos después de la lluvia; entre quienes ven cómo desde su gobierno, el que votaron y sostienen con falacias, se burlan de la gente y van quitando uno a uno todos los derechos adquiridos en los últimos años, desde el Fútbol para Todos ("que se vayan a Cuba si quieren ver gratis el fútbol", dijo el demócrata Niembro) hasta las actualizaciones (negadas por el gobierno) de los montos comidos por la monstruosa inflación generada por los planes del gobierno neoliberal que hacen imposible culminar las casas del Plan Procrear.

Sin embargo no es así, incluso aquellos que ya no pueden seguir sosteniendo el discurso del odio que los llevó a apoyar un gobierno que claramente destruirá el estado de bienestar por motivos ideológicos, y ante el aumento injustificado de los alimentos y servicios sostienen que la culpa es del gobierno anterior que nunca los aumentó, aunque olvidan pensar que si suben los servicios de esa manera descomunal debiera ocurrir lo mismo con los sueldos.

Vergüenza que se debería reflejar a menos en el pudor de guardar silencio ante los evidentes ataques del gobierno a los sectores más desprotegidos, como los jubilados que perdieron alrededor del cincuenta por ciento de la capacidad adquisitiva de sus asignaciones, así como quienes ocupan el último peldaño de los ingresos.

Sin embargo en vez de discutir sobre este tema usan el latiguillo de "los anteriores se robaron todo" como si (aún en el caso de que fuera verdad, incluría Mauricio Macri, a través de quien Franco Macri señaló como testaferro a Ángelo Calcaterra) esto habilitara u obligara al gobierno a castigar a los sectores de menores recursos y premiar con dinero, subsidios y exenciones a quienes más tienen.

La década en que gobernó Carlos Menem es conocida como "segunda década infame", aunque con algunos ingredientes diferentes a la primera; ¿cómo se conocerá al período de esta gestión cuando haya acabado? Seguramente habrá entonces muchos negadores de su apoyo y ferviente militancia goriloide de hoy, tantos como se conocen de aquella triste noche neoliberal de los albores del siglo pasado. Por las dudas voy a imprimir este editorial y guardarlo bajo llave.

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