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» » La Historia de José Díaz, otra víctima de la Clínica Colón

(28/03/17- Almirante Brown)-.Patricia Díaz (foto a la izquierda), hija de José Díaz, cuenta la historia trágica de su padre en las horas previas a su muerte en la clínica Colón, por estos días nuevamente acusada de ser responsable de la muerte de adultos mayores. ¿La sorpresa? ¡Este hecho ocurrió hace ya treinta y dos años!

En la mañana del viernes 26 de Octubre de 1985, mi padre, José Díaz , de 63 años de edad , siente dolor en el pecho. Junto a mi madre, concurren a la Clínica Astengo, sita en la calle Colón 3263, de la ciudad de Rafael Calzada.

Allí, luego de esperar en la guardia, le realizan un ECG, comunicándole que “está bien" y le indican que puede regresar al domicilio. Al mediodía, mi padre sigue manifestando dolor y ahí, se llama a un reconocido cardiólogo particular para que acuda a la casa. Cuando este profesional lo revisa y le realiza un ECG, le indica que ha sufrido un infarto y que no comprende, cómo no habían tenido este “detalle” en cuenta en la Clínica. De inmediato, se indica el traslado para internación por la urgencia del caso. 

Nos pide que sigamos en contacto con él, por si surgía algún impedimento en cuanto al pedido de internación, se disculpa por no acompañarnos ya que no tenía trato alguno con el médico José Luis Astengo y según sus palabras “ni pisaba la vereda de la clínica”.

Mi padre queda internado en la UTI, recuerdo, para tener en  cuenta a lo largo del relato, ese mismo viernes por la tardecita.

Quien estaba a cargo de la UTI era el médico Bécker.Infiero que sabrán comprender, que redactar estas líneas, es remover dolor, aunque los años han pasado, y no tengo algunos datos, que quizás mi inconsciente “guardó” para preservarme. A datos, me refiero, como por ejemplo, a determinados nombres de personas dedicadas a la salud (si aún hoy, puedo llamarlas así). 

Quizás sea necesario mencionar, que los horarios de la UTI, eran de 11:30 horas a 12 horas y de 18:30 horas a 19 horas, momento donde daban el informe de cada paciente. “Obviamente” ese atardecer/noche ya a mi  padre no pudimos verlo. Conociendo parte de la burocracia y por educación, mi madre pide quedarse en planta baja durante la noche, lo cual le es impedido, con el clásico “señora, vaya a descansar”, “su esposo queda a nuestro cuidado”, “vuelva mañana a la hora de recibir el informe”… (Uffff, cuántas palabras “resuenan” aún en mi alma!!!”).

Así fue el sábado, el domingo, el lunes…

Yo, en esa época, estudiaba Psicología, y en los pocos instantes que tenía para hablar con el médico informante (Becker), me encargaba de ser claramente notificada del estado de mi padre. Como no todos los médicos hablan “claro” para que el familiar entienda, yo se lo exigía y me preguntaba “quién era yo para confrontar con él!!!” (a todo esto, hay que tener en cuenta, que también, tenía “que hacerme del tiempo para poder ver a mi papá!!!).Le explicaba (por si era necesario), que yo era, nada más y nada menos que la hija del paciente a quién él atendía. 

Para citar un ejemplo, me hablaba que las enzimas de mi padre estaban elevadas. Ajá. Tengamos en cuenta que en esos años no se “googleaba”, entonces ante mi ignorancia, iba a la biblioteca, pasaba horas y horas leyendo sobre el tema, hablaba con mis profesores, quienes me ayudaban muchísimo aportando sus conocimientos. Y así volvía, con estos conocimientos adquiridos a escuchar los informes.

La tarde del sábado, vi a mi padre, “muy emocionado”, “llorisqueaba”, “muy emotivo”. (Mi viejo era muy “duro”, luego aprendí, que los cardíacos suelen tener una alta emotividad, y sí claro! …hablamos del corazón!!!). Le pregunté al médico sobre este estado de mi padre, a lo cual, me responde : “qué pretendés? Que cuando vengan a verlo, lo encuentren dormido, dopado?”. Le dije: “pretendo que le brindes la atención que requiere, si el paciente está sobreexcitado y es necesario medicarlo o doparlo, como decís (a esta altura, me hago cargo, no lo trataba de “usted”), hacélo, recordá que es un paciente cardíaco!!”.

Día domingo. Encuentro a mi padre, escuchando un partido de fútbol por la radio, si mal no recuerdo, eran las eliminatorias para el Mundial `86. A decir verdad, me asombré. (mi papá fue jugador de fútbol y su pasión seguía). Ante esta situación, como respuesta, sólo obtuve el silencio acompañado del “quedáte tranquila, tu  papá está bien”.

Lunes. No recuerdo lamentablemente, el nombre del médico que quedaba esa noche a cargo de la UTI. A mi padre, lo vi muy emocionado, cuando se lo comento al “profesional”, refiere que se debe a las visitas que recibe. Siempre fuimos prudentes…además, en media hora ¿cuántas personas pueden entrar? Y sí,  sólo las más allegadas!!!. Me dice: “andá tranquila…tu papá está bien”. Nos retiramos, sin saber que ésa, era la última vez que veíamos con vida a mi padre.

El martes 29 entre las 6 y 6:30 horas, tocan el timbre de casa. Es mucho más que obvio, que no es una “hora normal” ver a una enfermera en el domicilio. (En ese entonces, no teníamos teléfono). Nos dice a mi madre, a mi hermano y a mí, que debíamos ir a la Clínica, sin dar detalle alguno. También es obvio, que uno ya sabía el para qué iba a la Clínica. Llegamos. 

En esa época, vivíamos a 10/12 cuadras de la misma. Nos hacen esperar, o al menos, eso intentaron. Subí, corriendo, al 1er piso. Entré bruscamente al office, el médico nos ve, se para, intenta, balbuceando decir lo que suele decirse en esos casos. 

Lo acorralé contra la pared. “Ya basta de mentiras” “Mi padre se murió”, le dije. Seguía intentando hilar alguna frase. Mi hermano tira una trompada contra la pared, a la altura de su cabeza….recién ahí, tibiamente, responde : “sí”. Lo puteé ,lo zamarreé ( me hago cargo). Le digo : “Ahora decí lo que pasó”. 

Nos dice que mi padre “se desconectó solo” (estaba monitoreado, cableado).Preguntamos “dónde estabas vos, dónde estaban las enfermeras?”. Silencio…El deceso fue a las 4:20horas. Que no fueron necesarias maniobras de reanimación, porque llevaba tiempo, muerto. Nunca sabré la real causa, salvo el típico “para cardiorespiratorio no traumático”. 

Nunca sabré la hora real. Sólo sé que fue desidia, abandono de persona: NEGLIGENCIA. Aún hoy si alguien me pregunta la causa de la muerte de mi  padre, respondo : “murió por mala praxis”. Las maniobras de reanimación se hacen en un tiempo estipulado. Si no las hicieron, es que el tiempo transcurrido, fue mayor. 

No se si mi padre sufrió. No sé si mi padre pidió ayuda y nadie acudió. Solo se que ese lunes, nos despedimos con un beso, un “descansá”, un “te quiero” y “nos vemos mañana”. 

Yo, cuando me muera, también será porque mis pulmones y mi corazón dejen de funcionar. (No entraré en detalles técnicos , ya que no amerita en esta situación). Como no sé a que hora murió mi papá, tampoco sé a que hora se dieron cuenta, tampoco sé, porqué recién, al amanecer nos fueron a avisar.

Pido ver a mi padre, que ya estaba en la morgue. Tanto el médico como el personal administrativo “me lo prohíben”. Ah sí?  Ok. Pateé mostrador, escritorios y puertas. Quizás se interprete como un estado nervioso, de shock situacional. NO. (Luego la vida, me hizo dar cuenta que en ese tipo de situaciones, es cuanto más racional y lúcida estoy ). Abrí una puerta y sobre una camilla yacía mi padre ( no daré detalles), sólo diré que no era una morgue (también luego, por mi profesión, conocí muchas morgues, por eso puedo afirmarlo).

Lo que siguió, es lo que uno conoce cuando tiene que transitar este tipo de situaciones tristísimas.

Pasaron días, quizás, semanas. Un día decidí ir a P.A.M.I de Lomas de Zamora, en esos años, la agencia de Adrogué, no existía. Pedí hablar con el Director Médico. La administrativa me pregunta el motivo, no doy muchas explicaciones, me hace esperar y a su regreso me informa que nadie me puede atender. Ok. Me retiré y empecé a recorrer el edificio (no es el actual). 

Encontré una puerta con el cartel que decía Dirección o algo así. Golpeé y entré. Detrás del escritorio, una médica. Oh ¡! Era la Directora ¡!. Le pedí permiso, me senté, le expliqué a qué iba. Con cara de nada, me escuchaba, sorprendida. Pero no por lo que yo le contaba, sino porque sin esperar su respuesta, empecé a hablar. No recuerdo su nombre, sí, su cara, su expresión. Y una respuesta letal (valga el término en este relato) “Vos no sabés, que los viejos, ya a los 60 años, no sirven? Se tienen que morir?”. 

Atónita, le pregunté: “vos tenés padres?” Me responde “sí”, le dije “ qué avergonzados debes sentirse tus padres”. Me levanté, me retiré, dejé en recepción una nota (seguía siendo ignorante, no hice copia, por ende no fue firmada como “recibida” y con el tiempo, desapareció). A mi queja no pude darle un marco formal.
Como pude, comencé a transitar mi duelo.

Recuerdo como esas huellas que quedan marcadas a fuego, que por tener 25 años fui descalificada por Becker, también recuerdo a una señora que se quedaba todas las noches, sentada y a escondidas ya que su marido estaba internado y ella vivía muy lejos y se enteró que su esposo había fallecido por la noche, cuando se presentó a las 11:30hs para recibir el informe. También recuerdo, que desde el viernes 26 al martes 29,con mi padre, murieron 14 pacientes de P.A.M.I. Dato más que importante, no????

Transcurrían los años,’89/’90, estando en la facultad, ya como docente, en una reunión, mis colegas me comentan sobre el cierre de “la Astengo”. La causal de la misma, por comentarios, era el fallecimiento no claro del familiar de un militar. El caso fue de público conocimiento. Desconozco el caso en sí mismo ya que elegí mi salud, tomar distancia. Sólo me quedé con el pensamiento y la sensación: “y bueh, yo sólo era una perejil de 25 años, ahora se topan con un militar”. 

No estoy segura, por lo dicho anteriormente, pero no estuvo cerrada por mucho tiempo. Cuando la reabrieron, ya con el nombre actual “Clínica Colón”, el director no era en los papeles José Luis Astengo pero siguió por mucho tiempo “trabajando en las sombras” junto a su esposa Madagán.

Como “perlita final” un médico muy reconocido en Calzada, (recordar que en esos años, eran muy pocos los médicos reconocidos en la ex Villa Calzada, esos médicos de pueblo que salían por las calles de tierra, a cualquier hora para ver a “sus pacientes”…quizás las personas q ya somos mayores, tengo 56 años, actualmente, recordarán este dato),me dijo : "nena, a José Luis, el P.A.M.I, le da plata por cada paciente que muere…y no se puede hacer nada… está muy prendido”.

Es extenso lo expuesto….

Infinito es el dolor, mucho más cuando está plagado de Injusticia.

Deseo Una Justicia Real y Concreta.
Me despido con una de mis típicas frases: “Con los abuelos NO SE JODE”

En tu Honor, Viejo Amado ¡!!

*Por Alejandra P. Díaz
Fotografía: Hugo Delgado

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