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(11/05/16 - Trata de Personas)-.Así lo sentenció Luis Fernando Rodríguez Palma, padre de uno de los cinco chicos que murieron durante un incendio en el taller textil de Luis Viale 1269, en el barrio Caballito, al concluir la inspección ocular solicitada por el Tribunal Oral en lo Criminal Número 5.

"Fue muy doloroso volver después de diez años al lugar donde perdí a mi hijo", sentenció Luis Fernando Rodríguez Palma, padre de uno de los cinco chicos que murieron durante un incendio en el taller textil de Luis Viale 1269, en el barrio porteño de Caballito, al concluir la inspección ocular solicitada por el Tribunal Oral en lo Criminal Número 5.

El 30 de marzo de 2006 un desperfecto eléctrico recalentó el cable de un televisor de la planta superior de aquel taller, que además funcionaba como vivienda de los más de 45 costureros y sus familias.

El incendio se inició en el primer piso, donde estaban las "habitaciones" y donde solían estar los niños. Algunos lograron llegar a la planta baja, pero otros quedaron encerrados entre el fuego y la pared.

En esa hora y media durante la que ardió el lugar -propiedad de Jaime Geiler y Daniel Fischberg- fallecieron Harry Douglas Rodríguez Gómez, de cuatro años; Juana Vilca Quispe, embarazada y de 25; Elías Carbajal Quispe, de 10; Rodrigo Quispe Carbajal, de cuatro; Wilfredo Quispe Mendoza, de 15, y Luis Quispe, de cuatro años.

Al juicio oral, que lleva adelante en el Tribunal Oral en lo Criminal 5 y que comenzó el pasado 18 de abril, llegan procesados Luis Sillerico Condori (boliviano) y Juan Manuel Correa (argentino), quienes contrataban a los costureros, controlaban el trabajo y pagaban.

Sin embargo, Geiler y Fischberg, que además de ser los propietarios del inmueble proveían las materias primas y vendían a las marcas toda la producción del taller, ni siquiera fueron citados a declarar durante la instrucción de la causa.

"Pasaron diez años de la última vez que estuve ahí adentro, pero en el lugar el tiempo parece detenido"
"Pasaron diez años de la última vez que estuve ahí adentro, pero en el lugar el tiempo parece detenido", sostuvo en diálogo con Télam Fernando Rodríguez Palma, acompañado por su esposa Sara y su abogado Gabriel Chamorro.

En efecto, el taller ubicado en Luis Viale 1269 ofrece hoy la imagen anquilosada y estremecedora de los últimos movimientos de aquel 30 de marzo de 2006: decenas de máquinas de coser con sus respectivos carretes de hilo aún colocados, ropa de niños todavía colgando de un tender, el suelo recubierto por rollos de tela y cientos de prendas ya terminadas apiladas para entregar.

Máquinas todavía enchufadas, máquinas con recortes de jean colocados debajo de las agujas, máquinas con biberones al lado, máquinas con pantalones a medio coser, máquinas con etiquetas para coser en los pantalones, máquinas dispuestas por todas partes y separadas por unos pocos metros: todo, en aquel taller textil habilitado en 2001 para cinco maquinas de coser, eran -y sigue siendo- máquinas.

"Fue una inspección ocular para verificar dimensiones e inferir las condiciones de trabajo y de vida que se llevaban aquí adentro", explicó Chamorro.

Y continuó: "Si bien después de diez años hay muchas pruebas que se pierden, las dimensiones y condiciones sí se pueden ven y resultan más que elocuentes: todo material precario, una cocina industrial integrada al taller, un solo baño para muchísimas personas, una escalera de dimensiones muy pequeñas. Estaban en condiciones de hacinamiento total y la visita permitió dar cuenta de eso".

La inspección fue solicitada por la querella con el objetivo de recoger pruebas que faciliten la tarea de decidir si hubo o no reducción a la servidumbre, delito que los jueces aceptaron incluir en la imputación días después de iniciado el juicio por "estrago seguido de muerte".

"Es muy triste cruzarse con los imputados, que sigan libres como si no hubieran hecho nada", sentenció el padre de Harry, que tras la muerte de su hijo regresó a vivir a La Paz, Bolivia.

"Pero con las declaraciones, fechas y pruebas que los incriminan -agregó- queda demostrado que eran ellos los verdaderos responsables, al igual que los dueños de la propiedad, servicios y habilitaciones que son Daniel y Jaime".

"Lo que nosotros pedimos a la Justicia es que se lleve a los verdaderos responsables. Los encargados tienen responsabilidad pero no son los únicos", concluyó.

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